«Lo lúdico también es político y, en esto, todo tiene que ser lúdico», me dijo hace unos meses una estudiante de maestra de primera infancia. Y es así. Desde la fundación del primer jardín de infantes público en Uruguay –y Sudamérica– por Enriqueta Compte y Riqué a fines del siglo XIX, la educación inicial y posteriormente la atención a la primera infancia –0 a 3 años– han sido terreno de investigación y discusión pedagógica, siempre con la vista en la democratización de la educación y el acceso lo más temprano posible.
Ya desde los tiempos de Compte y Riqué, la educación inicial se nutrió de un robusto marco teórico que, a lo largo de los años, incorporó otras disciplinas para sostener –y comprobar una y otra vez– que los estímulos y la institucionalización desde temprana edad son fundame...
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