Es claro que enfrentar la pandemia no es un tema de una sola ancla, sino que requiere medidas sanitarias de corto plazo para aplanar la curva de contagios, medidas socioeconómicas de protección a los trabajadores y parte del entramado empresarial pequeño, y una estrategia de acceso universal a la vacunación. Por eso le llamamos trípode. Sin embargo, hasta hoy la política no da respuestas y muchas de las inquietudes aquí planteadas fueron hechas al ministro de Salud Pública en el Senado, con escasa satisfacción en sus respuestas.
SOBRE LA POLÍTICA SANITARIA
Un primer eje está vinculado a la necesidad de adoptar medidas más exigentes para reducir la movilidad social y aplanar la curva de contagios, especialmente de las personas con mayor riesgo y en actividades que tienen mayores efectos sobre la circulación comunitaria del virus.
Un segundo eje se refiere a los temas de contralor de los protocolos sanitarios, en especial en los ámbitos laborales, donde esos temas han sido muy débiles. Cuando el martes 5 le propusimos al gobierno citar para este trabajo a la Comisión Tripartita de Seguridad y Salud en el Trabajo, nos contestó: «Es una buena idea, la tomamos», ¿pero a diez meses de iniciada la pandemia?
Un tercer eje se refiere a tener la convicción de que si es necesario cerrar, limitar algunas actividades o sustituirlas por teletrabajo, debe hacerse ya.
Las respuestas del ministro Salinas en ese sentido se remitieron a las decisiones que se tomarían el miércoles 6 en el Consejo de Ministros. Ellas fueron claramente insuficientes e incluso algunas en línea contraria a dichas necesidades.
Se podría decir cuáles son los sectores de mayor riesgo y qué efectos tienen las medidas. Y nosotros respondemos que, para avanzar en propuestas sobre ello, es necesario contar con elementos modelísticos sobre costos y beneficios de cada medida, que seguramente el Grupo Asesor Científico Honorario ha hecho y de los que nosotros carecemos.
Un cuarto eje refiere a analizar medidas en materia de recursos humanos en salud. Lo propuesto en la Comisión de Salud del Senado también en esto fue absolutamente insuficiente, tanto para enfrentar el alto nivel de cuarentena en dicho personal, y su efecto en cascada por trabajar en varias instituciones de salud, como por el propio problema del multiempleo.
Un quinto tema es el de los testeos que no crecen (a pesar de la llegada de los de la Organización Panamericana de la Salud y de los test LAMP anunciados por el ministro). Las explicaciones de Salinas ligadas al tema de la robotización tardía de algunos prestadores de salud, o la idea de la reducción de la demanda que manejó el presidente, Lacalle Pou, son claramente insatisfactorias. Y los datos son claros: el martes 12 se hicieron 7.826 test, se llegó a 8.792 el jueves 15 y el martes 19 a 6.396.
Un sexto tema es el creciente problema del rastreo de contagios (el 38 por ciento de los casos en el país y 45 por ciento en Montevideo carecen de nexo epidemiológico). Nuestras propuestas de estimular testeos en contactos y aumentar personal para los rastreos tampoco fueron respondidas satisfactoriamente.
En síntesis, no hay duda de que en determinado momento se pudo prever el cambio de la curva de contagios y no se hizo, y cuando se llegó a un relevante aumento se hizo con medidas débiles. Por ello calificamos la política sanitaria hoy como de imprevisión en el diseño, de retraso en la respuesta y de debilidad en las medidas.
SOBRE LAS MEDIDAS ECONÓMICAS
Es evidente que en el plano económico la debilidad de la respuesta no es a partir de un cierto momento, sino que ha sido la tónica desde marzo de 2020 en adelante.
El año culminó con un apoyo social que se describe en el Cuadro 1 (los datos son a noviembre, pero no variarán mucho cuando se agregue diciembre).
El gasto fue de 390 millones de dólares y los impuestos no cobrados de 206 millones, lo que totaliza cerca de 600 millones de dólares de gasto (la ministra de Economía habló de 625 millones, monto posible si se agrega el dato de diciembre). De todos modos, la cifra es incluso menor a los 768 millones de dólares proyectados por ellos mismos en la ley de presupuesto.
Es evidente que el trípode del que hablábamos no trata de temas aislados, sino que están vinculados entre sí. Y cualquier set de medidas que tenga como objeto reducir la movilidad social para aplanar la curva de contagios requiere como condición imprescindible el otorgamiento de un ingreso para proteger a los trabajadores impactados.
De lo contario, las medidas serán de bajo éxito o tendrán la contrapartida de un aumento sustantivo de la pobreza en los hogares de los trabajadores y cierres de pequeñas empresas.
Para atender esta situación es que propusimos una renta básica de emergencia, equivalente a complementar los ingresos hasta un salario mínimo nacional líquido de todos aquellos hogares en condiciones de vulnerabilidad.
El Cuadro 2 refleja una estimación del costo de esa medida para los meses de enero a abril de 2020.Si esa propuesta se extendiera por seis meses, sería equivalente a 0,93 por ciento del PBI.
A esto hay que agregar algunas medidas para aliviar el costo de estos hogares, como postergar el pago de tarifas o de cuotas de vivienda y suspender transitoriamente los desalojos.
Un segundo eje de las propuestas socioeconómicas refiere a la situación de los trabajadores formales que, fruto de la reducción de actividad, quedan sin trabajo temporalmente. En este caso, debe mantenerse, ampliarse y extenderse el acceso al seguro de paro, aun para los que no hayan generado las condiciones para ello. Y, al mismo tiempo, si el cobro del seguro deja al trabajador por debajo del salario mínimo nacional, cobrará la renta básica hasta alcanzar ese valor.
Un tercer eje de propuestas socioeconómicas refiere a los sectores cuya actividad es impactada desde la perspectiva empresarial. Se trata particularmente de pequeñas empresas dedicadas al comercio y los servicios. Es importante apoyarlas con exoneraciones y subsidios, de manera de evitar su cierre y el consiguiente impacto sobre el empleo o su venta a empresas grandes, promoviendo la concentración de la propiedad.
Sobre esto, la propuesta del gobierno estuvo sustentada, desde el inicio de la pandemia, en la decisión de gastar lo mínimo. Las consecuencias de esta postura sobre la pobreza, el desempleo y el cierre de empresas son visibles.
SOBRE LAS VACUNAS
Es importante que el país cuente con un plan de vacunación que pueda responder a tres preguntas clave: a quiénes se vacunará (esta es hoy la única respuesta que tenemos), cuáles serán las vacunas y cuándo llegarán. También debemos conocer las condiciones de precio u otras con las cuales el país accede al sistema de vacunación, que, como base, debe ser gratuito y de acceso universal.
Todo esto es importante porque define un rumbo, pone un plazo al resto de las medidas (en especial las económicas) y da confianza en que hay una alternativa clara con un plazo fijado.
Y al mismo tiempo es necesario tener un plan en paralelo a la vacunación sobre la necesidad de mantener las medidas no farmacológicas así como el proceso posterior a la llegada de las vacunas.
Como reflexión final, quiero remarcar que no hay trípode sin las tres patas. No es mejor dos patas que una o que cero, porque los costos asociados a la falta de uno de los ejes son muy relevantes.
Como dije anteriormente, un plan de reducción de la movilidad, sin apoyo económico, se transforma en miles de trabajadores en la pobreza. Una política de corto plazo para aplanar la curva, sin un plan con plazos concretos de vacunación, se hace insostenible, y así sucesivamente.
También es relevante la necesidad de abrir la información a los ámbitos legislativo y social, de manera que los elementos de política pública, de ciencia y los propios modelos de causa-efecto puedan ser de uso masivo.
Los primeros días de diciembre le propusimos a la vicepresidenta de la república una comisión de seguimiento parlamentario del covid. Se nos respondió parcialmente que sí (ya que la propuesta surgida no era la del Frente Amplio), pero, en aras de avanzar, aceptamos. Sin embargo, ese ámbito nunca ha sido citado.
Uruguay ha construido no sólo un sólido sistema de salud, sino la confianza de la población en él. Por ello, las medidas de la pandemia y el plan de vacunación deben ir acompañados de campañas masivas de difusión y sensibilización sobre la problemática.
En síntesis, el trípode no aparece: la política socioeconómica ha sido absolutamente desprotectora, la política sanitaria dio un giro tardío y se mantiene en niveles de insatisfacción y debilidad, y el plan de vacunación no se conoce.