Entre palos, tablas y grietas - Semanario Brecha
Lo que se trae el 27M

Entre palos, tablas y grietas

adhoc, Ricardo Antúnez

Las campañas por el Sí y por el No entretejen una disputa mayor que los artículos llevados a referéndum. Pasado el 27M, se verá en qué dirección movió a la política uruguaya y sus protagonistas. Si sueno extemporáneo, me justifico recordando que las catástrofes sociales importantes se cuecen con la degradación de la política y la deslealtad de las elites. Paradoja de fisiología social: cuanto más reseca la política, tanto más lubricada la ruta para lo radical extremista del capitalismo. La antipolítica se alimenta con los deseos sociales de objetos fantásticos, que crecen en la grieta que abre la desconexión entre los discursos políticos y las realidades que nombran. En eso andamos.

La coalición defiende la Ley de Urgente Consideración (LUC) con la misma tecnología política que usa para gobernar: prometer soluciones fantásticas para un país imaginario y convertir la discrepancia en algo despreciable que no merece atención ni beneficio de duda. Sobran ejemplos: el general senador y la vicepresidenta ocasional presentan la LUC como una respuesta a un país destruido, al control marxista sobre la educación y la Justicia, y… a la expropiación de fábricas. Como yapa, la tesis de que el referéndum es un palo en la rueda del gobierno. Este discurso acuartela la opinión pública en un perímetro imaginario, en el que el 27M sería la frontera entre un país con gobierno y la ingobernabilidad, sólida base para una enemistad social difícil de conciliar pacíficamente. No se necesita ser muy lúcido para apreciar que si el bloque gobernante retiene el debate dentro de este marco, la grieta entre discursos y realidades proyectaría la política uruguaya a órbitas impredecibles.

La defensa de la LUC gira sobre la idea de que el buen gobierno necesita cancelar la deliberación y la intervención ciudadana. Es una interpretación que escamotea las virtudes democráticas de los referéndums. El 27M facilita desmontar trincheras y reconocernos una sociedad de diferentes; revaloriza atender matices y cambiar de opinión; habilita resolver diferencias mediante procedimientos legítimos y acordados. Como cultura política, permite transformar palos para ruedas en tablas sobre grietas. Es una oportunidad para rescatar el debate político de un territorio gobernado por el matrimonio entre la fantasía y la buena publicidad. Mencionaré tres fraudes al principio de realidad que giran alrededor del referéndum.

DE LA LIBERTAD

Se dice que el 27M interfiere en la libertad de gobernar y, por extensión, en la libertad del ciudadano que eligió al gobierno. Es verdad lo primero, pero no lo segundo. Los referéndums son puntos altos en la arquitectura democrática, justamente porque habilitan que el cuerpo electoral se exprese mientras transcurre el gobierno. Fueron creados para que la ciudadanía tenga la libertad de resistir pacíficamente decisiones inconvenientes, para que ponga límites al poder, para que corrija actos de gobierno, para que enfrente los abusos. El 27M no limita la libertad de la ciudadanía, sino que le permite intervenir en asuntos de interés colectivo. Para llegar al 27M firmamos más de 800 mil personas. Algunas, por la inconveniencia de una ley amplia y compleja; otras, porque algún artículo les resulta negativo; otras, porque una ley de esa magnitud no debió aprobarse en plena pandemia. ¿No sería leal reconocer que el 27M repone libertades políticas que fueron limitadas por la manera de aprobarse la LUC? ¿No sería leal celebrar que el 27M afecta la libertad en un sentido positivo?

DE LEGITIMIDAD

La LUC procede de ámbitos institucionales legítimos, pero su legitimidad quedó debilitada porque fue aprobada mediante un doble abuso. El trámite de urgente consideración altera el equilibrio de poderes y achica la intervención de la sociedad civil. La Constitución excluye del régimen de urgente consideración las leyes como la que terminó siendo la LUC. El segundo abuso es haberla votado cuando la población estaba frágil e indefensa. ¿Qué cosa ocupaba nuestra emoción y nuestro pensamiento cuando se votaban esos 476 artículos, que mucho afectan a tantas personas? El covid; es decir, la enfermedad, el contagio, el cuidado, las muertes, la llegada de las vacunas, la incertidumbre laboral. ¿Es tan difícil reconocer el valor político negativo que representa el momento en que se aprobó? La LUC es una criatura política gestada en el cruce de un procedimiento irregular y la reducción drástica de las capacidades sociales de diálogo e incidencia. Es un modo de gobierno que comprime el espacio de lo político sin respaldo legal, sin razón ni fundamentos, simplemente porque puede hacerlo. El 27M es una reacción constructiva ante un acto que lastima la calidad de la política, porque reabre la posibilidad de interrogarnos colectivamente sobre asuntos importantes para toda la sociedad. La buena política prospera sin prisas innecesarias, en la exploración de los matices, lejos de las simplificaciones, los atajos y las realidades paralelas.

DE REALIDAD PARALELA

La defensa dice que la LUC trae soluciones para la seguridad alternativas al fracaso del Frente Amplio (FA) en esa materia. He aquí un ejemplo técnicamente hermoso y políticamente nefasto de un debate de realidad paralela. Haré dos anotaciones que no agotan el asunto, pero son elocuentes. La primera: los artículos de la LUC referidos a la seguridad que van a referéndum fueron cuestionados por personas e instituciones que habitan la primera línea de la inseguridad: trabajadoras y trabajadores de las madrugadas y las noches, familiares de víctimas de la violencia y el delito, personas en situación de calle, personas consumidoras problemáticas de sustancias, familiares y entornos de personas privadas de libertad o liberadas del sistema penitenciario, personas organizadoras de la supervivencia en los barrios. El rechazo a esos artículos recoge un saber colectivo que se construyó en la vivencia directa de esas violencias y en el descarte de las malas soluciones. Esa crítica abarca también algunas políticas que promovió el FA en sus gobiernos.

La segunda: no es cierto que la LUC ofrece respuestas novedosas, porque solo profundiza una línea de abordaje de los temas de la seguridad que es patrimonio de todo el sistema político, un fracaso compartido. Desde 1996, los grandes trazos de las políticas de seguridad fueron el resultado de consensos de sistema que atravesaron los gobiernos de todos los partidos, incluido el período 2005-2020. ¿Qué consensos? El gran ordenador de respuestas políticas a la expansión del delito y las violencias interpersonales es el fetichismo de castigo y las respuestas de encierro perfeccionado. ¿No se reconocen consensos de sistema en estos asuntos? Las retóricas de más derechos para el ciudadano honesto que para el delincuente, la justificación de la violencia privada para defenderse del delito, lo antichorro y lo antifrutillita, ¿no verbalizan consensos de sistema? Con el debate sobre la seguridad secuestrado en una realidad paralela, la defensa de la LUC obtiene dos lucros: queda eximida de responsabilidades en un asunto muy sensible y tiende una cortina de ruido sobre otros artículos de la LUC que tendrán consecuencias en la convivencia y la seguridad. Entre otros, menciono los desalojos relámpago, la eliminación de la obligatoriedad de la educación en tramos etarios cruciales y ciertas franquicias para el crimen organizado a partir de la nueva regla fiscal. Negocio redondo hacia el 27M y pésima noticia de cultura política.

Me concentré en algunos artificios de defensa de la LUC porque son evidentes y actuales; también porque, lamentablemente, son los marcos dominantes de la política. Insisto en que ese predominio apunta a una transformación de la cultura política que todavía necesita ser calada a fondo para ser enfrentada con transparencia, lealtad y energía. Una exploración que abarcara el campo de quienes desafiamos la LUC mostraría la reproducción de unas claves para interpretar y hacer la política notoriamente inadecuada para confrontar la corriente dominante. Anoto tres títulos: lances caballerescos entre barones de la política, fragmentación sin diversidad y machismo burocrático. Pero el resultado del 27M todavía no está escrito, como tampoco lo está su significado a largo plazo. La política no suele perdonar errores, pero la militancia engendra sorpresas cuando navega sin miedo entre lo conocido y lo inesperado. Así aparecen, contra todo pronóstico, 800 mil firmas para habilitar un 27M.

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