El escandaloso procesamiento del secretario general de la Intendencia de Paysandú
Tras una extensa investigación, el número dos de la Intendencia sanducera quedó involucrado en un escándalo de explotación sexual infantil. Mientras los primeros responsables son identificados, surgen dudas sobre el procesamiento del jerarca quien, a pesar de haber serios indicios de que colaboró en el episodio, fue procesado por un delito excarcelable. Hace meses la Policía le pisaba los talones a Sergio Carballo. Viejo conocido en el ambiente turfístico sanducero, Carballo era dueño de la hoy cerrada cantina del hipódromo San Félix. Señalado por sus amigos como un habitué de cabarets y whiskerías, y con antecedentes penales a cuestas, comenzó a estar en la mira de los uniformados cuando su nombre se repetía en presuntos episodios de explotación adolescente en la noche sanducera, un departamento en donde este delito campea. Es que la frontera, y principalmente las ciudades con puentes hacia Argentina, son especialmente vigiladas por la Policía por ser áreas muy susceptibles al tráfico de personas (véase recuadro).
Hace cuatro meses que Carballo tenía intervenido su teléfono personal. A oídos de la Dirección de Investigaciones de Paysandú llegó que Carballo venía organizando fiestas en donde corría el alcohol, cocaína y menores que ofrecían sexo. Primero las reuniones eran en una casa, después en otra, y así sucesivamente. Eran casas privadas alquiladas, con parrilleros, barbacoas y supuestamente sin familias residentes. El cambio permanente de lugar dificultaba una detención inmediata por parte de la Policía y esto funcionó bastante bien para encubrir la actividad. Los eventos no se realizaban todos los días, sino de tanto en tanto. Y por eso la decisión policial de intervenir, con la autorización de la jueza Karen Ramos Tort, se dilataba.
Las fiestas rotaban de casa en casa, hasta que un día una tuvo su flanco débil. Sin una locación para su próximo convite, Carballo movió algunos de sus contactos y consiguió una casa de propiedad de la Intendencia, ubicada en el parque municipal frente al zoológico de la ciudad. La finca fue conseguida a último momento, un rato después de que quedara sin efecto el anterior lugar. El jueves 18 había carreras en el hipódromo San Félix. El espectáculo suele traer a mucha gente de Montevideo, y la semana previa algunas personas estaban invitadas a la fiesta organizada por Carballo.
La Policía, que ya tenía los teléfonos intervenidos, tuvo que redirigir todo el operativo hacia el parque. A pedido del público en general, y a un precio módico, la Casa del Parque se alquila para festejar cumpleaños y hacer asados. Otra veces es alquilada a ong o es requerida para festejos infantiles. Según fuentes de la investigación consultadas por Brecha, era la primera que vez que las fiestas de Carballo se celebraban en un predio estatal.
Pero con las comunicaciones de Carballo intervenidas, la Policía supo que toda la trama de fiestas tenía una conexión política. Quien había facilitado la Casa del Parque era el secretario general de la Intendencia de Paysandú, el abogado Horacio de los Santos.
PE, PE, PE, PE… Vinculado al ex intendente de Paysandú colorado, Walter Belvisi, que fue jefe comunal de 1973 a 1981, y de 1985 a 1990, De los Santos ingresó a la Intendencia en la década del 80 hasta llegar a ser director de la División Jurídica. Luego pasó al Partido Nacional bajo el ala del intendente blanco Álvaro Lamas, que asumió en 2000. Cuando Bertil Bentos fue electo intendente en 2010 por la lista 2004 de Alianza Nacional, eligió a De los Santos como secretario general, un cargo de estrecha confianza. De los Santos conocía a Carballo, de “tomar y de ir a whiskerías y a cabarets”, según declaró en tribunales. Era amigo, y como tal, el jerarca consiguió el lugar y fue a dar a la fiesta.
Según se supo después
–cuando la Policía y la justicia desentrañaron todo el episodio– a la fiesta concurrieron dos adolescentes de 17 años, dos de 16 y una de 14. Según pudo saber Brecha, algunas de las menores estuvieron internadas en el inau, otras eran destinatarias de programas estatales para menores infractores y no era la primera vez que participaban en estos “eventos”. La fiesta duró cuatro horas (de las 10 de la noche a las dos de la madrugada). Hubo asado, whisky, y cocaína que se “encontraba a disposición en la mesa para que los concurrentes se sirvieran, aunque no quedó determinado quién la llevó”. Luego se comprobó que se invitó con esa droga a las chicas, y hubo “actos impúdicos” (así figura en el expediente) cometidos en el exterior de la vivienda. Se describió que uno de los asistentes (identificado como “Gordito S”) llegó a tener a dos menores “entre las piernas”.
Al retirarse de la fiesta, a las dos de la mañana, De los Santos llevó en su auto (un Renault Fluence) a la encargada del lugar –que estaba presente en la fiesta– a pasar la tarjeta de horario de salida “al corralón”. Con los hechos consumados, De los Santos contó a El Telégrafo que la encargada, a pesar de que tenía una moto propia, le pidió que la trasladase al corralón y luego de marcar salida la llevara de nuevo a la casa para recoger su moto e irse. “Como estaba muy frío, accedí de inmediato y, cuando iba a salir, una muchacha se sube en el asiento trasero del auto y me dice ‘llevame a mí también hasta mi casa’”, relató De los Santos. Era una de las adolescentes con las que el ex jerarca había estado cantando adentro de la casa. “Cuando tomo se me da por cantar”, relató un candoroso de los Santos. “Y como la chiquilina cantaba bien”, compartieron una canción.
Cuando el caso salió a la luz, la adolescente que iba en el asiento trasero del auto de De los Santos declaró que le ofrecieron 1.500 pesos para concurrir a un motel y mantener relaciones con la encargada de la casa municipal. El jerarca iría a oficiar de voyeur, para luego integrarse a la “ceremonia”.
Pero a la hora de finalización de la fiesta, la Policía de Paysandú tenía montado operativos de control en cada una de las salidas del parque. “¿Qué es este despliegue tan grande? Ustedes tienen que andar persiguiendo delincuentes, tienen que ir donde está el delito y no acá”, dijo De los Santos que le espetó a los agentes. La Policía le realizó una espirometría que arrojó 18,2 gramos de alcohol en sangre: era el resultado de ocho o diez medidas de Johnnie Walker sin hielo. “Lo único que tengo es una bolsa con huesos que traigo para los perros (dijo haber dicho) y efectivmente verificaron que era así”, remató De los Santos. La adolescente, que iba en el asiento trasero, fue bajada del auto y el jerarca trasladó a la funcionaria hasta el corralón y de vuelta a la casa para que recogiera su moto.
Pero la Policía, que había puesto en conocimiento a la jueza de que en la casa municipal se estaba desarrollando esta fiesta, no hizo un allanamiento del lugar en el momento, para lo cual necesitaba autorización de la magistrada. Al otro día se hicieron peritajes, en donde sí se encontraron los rastros de cocaína. Además, De los Santos continuó con su automóvil después de la espirometría.
COARTADA. De los Santos fue citado a declarar junto con la encargada de la casa. Pero antes de que la magistrada se pronunciase, dio su versión al diario El Telégrafo. Al hoy ex jerarca “le sorprendió” que a la medianoche cayeran otros hombres con más mujeres porque creía que se trataba de una “reunión de amigos”. Incluso dijo que cuando Carballo lo llamó para organizar la fiesta y no había lugar en donde hacerla, él ofreció su propia casa, lo que era una muestra de que no iba a organizar una fiesta con drogas y sexo.
Pero además, De los Santos contó en público un peculiar diálogo con la magistrada antes del procesamiento: “La jueza dijo que ella no estaba segura de hacerlo porque esa acusación (la de un delito de retribución a menores por actos sexuales) pendía de un hilo, estaba muy en el aire (…). Con muy buen criterio, al ver endeble esa acusación, carente de fundamento, se reservó el tiempo suficiente para estudiarlo y eventualmente incorporar nuevos elementos probatorios.”
En la justicia, De los Santos (a pesar de ser un abogado y ex jefe de Jurídica de la Intendencia) sostuvo que en las cuatro horas que duró la fiesta había comenzado a percibir algo extraño “en la atmósfera” que no le gustó pero que no sabía precisar qué era, porque estaba alcoholizado. “Cuando llegaron las menores yo ya estaba tomando. No estaba en condiciones de discernir bien. Yo tomo rápido. En un momento noté que el ambiente estaba pesado. Yo nunca vi droga”, dijo ante la justicia.
Ni para la jueza Karen Ramos ni para la fiscal Elena Long la coartada fue creíble. Ni De los Santos ni la funcionaria intentaron “frenar la situación delictiva, no siendo suficiente justificación alegar que el consumo excesivo del alcohol pudo inhibirlo a adoptar una actitud de esta índole, máxime tratándose de que la casa no era de su propiedad sino un bien de domino público estatal, en el que se estaban ejecutando actos ilícitos”. La funcionaria culpó al jerarca: “No le dije que eran menores porque él es un jerarca municipal. Él era el responsable porque él pidió la casita, yo soy responsable de que no rompan ni se lleven nada. Él sabe lo que hace, es el secretario general del intendente” .
La fiscal pidió el procesamiento de De los Santos por ofrecer dinero para que la adolescente mantuviera relaciones con la funcionaria. Según Long, la denuncia de la adolescente fue corroborada por otro indagado y otra de las adolescentes, fue confirmada por los careos, y las explicaciones que brindaron el ex jerarca y la encargada son contradictorias y no descartan las manifestaciones de las adolescentes.
Pero a pesar de ello la jueza sostuvo que no hubo elementos de convicción para tipificarle un delito sexual a De los Santos. En cambio lo procesó por abuso de funciones, una pena excarcelable. Tipificó ese delito porque la participación de De los Santos en la fiesta afectó la “buena imagen” y la probidad de la administración pública. De acuerdo a fuentes vinculadas a la investigación consultadas por Brecha, el dictamen final de la jueza Karen Ramos sorprendió, en la medida que la jueza tenía conocimiento de la investigación, y había reunido pruebas suficientes para procesar por un delito sexual. A Carballo, en cambio sí se le tipificó este ílicito porque se comprobó que coordinaba reuniones en moteles con las adolescentes, y les pagaba “con dinero o especies”.
Por lo pronto, al no coincidir con el delito impuesto por la jueza, la fiscal apelará el dictamen de Ramos. Según pudo saber Brecha hay más involucrados, más pruebas por recabar y se ordenó formar otros expedientes que involucran a otras personas. En lo inmediato, la Policía identificó a algunos clientes que pagaban por sexo a las menores. En el hecho, por un pelo, casi quedan implicados además otros funcionarios de la Intendencia, amigos de De los Santos que
–según él mismo declaró– estaban al tanto de la fiesta, y al final no pudieron concurrir.
De los Santos fue suspendido del Partido Nacional, e inhibido de integrar para siempre una lista bajo el lema de ese partido. El episodio golpeó a la interna blanca, tanto a nivel departamental como nacional. El intendente Bentos (que anoche daba explicaciones ante la Junta departamental), en varias salidas a la prensa sostuvo que De los Santos no respondió a la confianza en él depositada. Pero a nivel local, sus correligionarios no le dieron respiro, porque en el medio del entuerto, el ex director de Turismo de la Intendencia e integrante de la comisión departamental del Partido Nacional, solicitó una reunión con Bentos por una deuda de la comuna con la dgi a propósito de la última Semana de la Cerveza. A nivel nacional, Jorge Larrañaga, caudillo sanducero, expresó su desagrado, en un escueto mensaje de Twitter. En el Herrerismo también hubo declaraciones de repudio. “Me molestó bastante por tres cosas: primero, que estuvieran en un local municipal; segundo, por el tipo de concurrencia y tercero por las sustancias que se estaban consumiendo”, comentó Luis Lacalle Pou (esta vez, sin decir la palabra “menor”). Quienes investigan las redes de explotación infantil precisamente resaltan el papel que deberían cumplir las intendencias para combatir el delito y colaborar en la articulación de políticas nacionales. Pero con la connivencia departamental, cualquier esfuerzo es vano.
Explotación de menores en Paysandú
La meca de los santos
En Paysandú la explotación infantil es un fenómeno muy común, reconocen fuentes policiales, de la sociedad civil, y políticas. En la capital departamental el epicentro de estas actividades son las calles Florida y Uruguay. De acuerdo a datos del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial, a nivel nacional se realizaron en 2007, 2008, 2009 y 2010, 20 denuncias anuales; al año siguiente se duplicaron (40), y en 2012, llegaron a 51. “En todos estos años Paysandú registra dos, cuatro, o seis casos, pero siempre aparece como uno de los lugares en donde el delito se expresa, es visualizado y denunciado”, dijo a Brecha el director del Comité, Luis Purtscher. “Los espacios de frontera son vulnerables a la aparición de estos fenómenos. Paysandú ha sufrido cambios muy profundos en los modelos de desarrollo y pasó de ser una ciudad industrial a ser una de las comunidades que más sufrió la desindustrialización. Hubo durante mucho tiempo fragmentación social y grandes asentamientos. Y eso, sumado a la permanente circulación de un contingente de hombres vinculados al transporte de mercaderías, o la construcción de infraestructura, genera una serie de condiciones que facilitan la explotación sexual. También está apoyada en otros aspectos no tan estructurales, como la cultura machista y patriarcal de todo el país y no podemos olvidar que hay una demanda local que siempre ayuda a producir y reproducir el fenómeno”, explicó el especialista.
El director explicó que el comité está esperando a que termine la indagatoria “y que se haga lugar al pedido de la fiscal, porque de lo contrario sería un mal mensaje”. “Si llaman a las gurisas a declarar y ellas dicen que les ofrecían dinero, son las víctimas de la situación. ¿No vale su palabra?¿Vale más la palabra de De los Santos porque tiene una jerarquía? ¿Dónde están los clientes, cuáles son los hoteles?”, se preguntó.
El presidente de la mesa política departamental del fa, Ricardo Freitas, dijo a Brecha que desde diversos programas sociales se le acercaron a la justicia elementos para que investigue. “En la localidad de Quebracho hay prácticas muy naturalizadas, y le acercamos al Poder Judicial información de que hay una casa vinculada a empleados de forestación que la utilizan para fiestas en donde van adolescentes”, relató. Pero la justicia “no lo encara como una investigación debida, no habilita el ingreso del Departamento de Crimen Organizado y se quedan sin elementos para detectar el delito en sí. Se les pregunta a los adolescentes y dicen que no, porque los rodea un elemento de temor”, relató Freitas. Otro caso muy sonado que la Policía investigó es el del pueblo Tiatucura, en donde en un bar una familia explotaba sexualmente a las hijas.