El rearme de la OTAN y la cumbre de Madrid - Semanario Brecha
El rearme de la OTAN y la cumbre de Madrid

Hasta los dientes

Con el telón de fondo de la guerra, la OTAN definió su futuro para los próximos diez años. En medio de discursos de unidad, la alianza atlántica retomó su apuesta al aumento del gasto militar, con Rusia como la amenaza «más significativa y directa» y China como desafío «sistémico».

Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, pronuncia un comunicado en la primera sesión de la cumbre de la OTAN, en Madrid, el 29 de junio. AFP, GABRIEL BOUYS

Esta semana, Madrid fue sede de una nueva cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Con un gran despliegue de seguridad, tanques en las calles, furgonetas policiales abriéndose paso a toda velocidad y checkpoints en lugares clave, la capital española recibió a los jefes de Estado y de gobierno que conforman la alianza.

La cumbre de Madrid, como sucedió con la de Lisboa en 2010 y como ocurre cada diez años, tuvo como objetivo discutir los conceptos estratégicos con los que la OTAN establece sus directrices a futuro. En octubre de 2021, cuando el presidente español, Pedro Sánchez, anunció el encuentro, el foco estaba en reforzar la responsabilidad de la OTAN en temas vinculados con la «seguridad humana», la crisis climática, la presencia de actores no estatales, como el terrorismo, o el flanco sur de la alianza, teniendo en cuenta la situación de seguridad en el norte de África y el Sahel.

Sin embargo, a partir de febrero todos esos temas quedaron en segundo plano. La invasión de Rusia a Ucrania abrió un nuevo capítulo de rearme con el objetivo de reforzar el flanco oriental. Durante años, la alianza apeló a una reducción de sus Ejércitos, bajo un viraje a una agenda más securitaria y a la «gestión de crisis» en sus intervenciones en Irak, Libia y Afganistán. Pero ahora la guerra le ha devuelto su misión primigenia, una especie de vuelta a la primera OTAN, que la posiciona nuevamente como una organización lista para la guerra. Uno de los principales anuncios de la cumbre celebrada este miércoles y jueves fue la reafirmación de la alianza defensiva: «Nadie debe dudar de nuestra fuerza y determinación para defender cada centímetro del territorio aliado», establece el nuevo concepto estratégico.

LA VUELTA DEL OSO RUSO

Lejos quedó la cumbre de Lisboa, en la que Rusia era vista como una aliada. El nuevo concepto estratégico la nombra como la «más significativa y directa amenaza a la seguridad de los aliados y a la paz y la estabilidad del área euroatlántica».

El miedo al expansionismo ruso ha hecho que países como Suecia y Finlandia pidieran la adhesión a la alianza, en detrimento de su tradicional estatus de neutralidad. El 28 de junio, día previo a la cumbre, Turquía levantó el veto al ingreso de ambos Estados, luego de un acuerdo en el que Finlandia y Suecia se comprometieron a no proporcionar apoyo a las milicias kurdosirias o a organización alguna que sea considerada terrorista por el gobierno turco, como lo es el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (conocido como PKK por sus siglas en kurdo). Helsinki y Estocolmo se comprometieron también a extraditar a 33 personas a las que Ankara responsabiliza del intento de golpe de Estado de 2016.

La alianza quedará conformada, así, por 32 integrantes y sumará 1.300 quilómetros más de frontera con Rusia. «Putin quería menos presencia de la OTAN. Ahora tiene más y en sus fronteras», señaló después de la firma del acuerdo el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg.

En el evento de esta semana, la OTAN acusó, además, a China de querer ampliar su poder de manera opaca, con «operaciones maliciosas híbridas y cibernéticas», que «subvierten el orden mundial», aunque le tiende la mano con un «compromiso constructivo». La calificación de China fue uno de los temas que más conflicto generó entre los socios de la alianza.

Según explica a Brecha Frederic Mertens, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Europea de Valencia, «Occidente no puede enfrentarse a China». «Es mucho más fácil señalar a Rusia como enemigo, que, si bien tiene el botón nuclear, es tan solo eso. Te aseguro que si no lo tuviera, la OTAN ya estaría en Moscú. En cambio, China es una superpotencia.» Además, según Mertens, tanto dentro como fuera de la OTAN se considera que Beijing está abandonando su política de softpower. «En cantidad de buques, la flota armada china es más grande que la estadounidense. El gobierno chino ha vuelto a utilizar un discurso muy agresivo, muy belicista contra Taiwán. Hay provocaciones mutuas todos los días y la chispa puede estallar en cualquier momento», señala el analista.

LA NUEVA ERA

Las fuerzas de la OTAN dependen del presupuesto de defensa de cada uno de los Estados miembros. Desde su creación, el país que más invierte es Estados Unidos, con cerca del 70 por ciento de los aportes. Sin embargo, la tendencia al rearme de las últimas décadas proviene principalmente de Europa. En 2021, el mundo logró un pico histórico en gasto militar, con 2 billones de euros, la cifra más alta desde que lleva registro el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). Las transferencias de armas entre Estados, mientras tanto, vienen bajando ligeramente en todo el mundo, a excepción del Viejo Continente.

Durante años, los países de la OTAN no se ponían de acuerdo sobre si incrementar o no su presupuesto, si bien en 2014 se acordó que, para 2024, todos los miembros debían destinar al menos un 2 por ciento de su PBI a defensa. Pero la deriva belicista hizo cambiar posiciones. El giro más llamativo ha sido el de Alemania, que tiene limitado el gasto militar en su Constitución. El parlamento alemán, con el apoyo del gobierno liderado por los socialistas y el visto bueno de la oposición conservadora, aprobó a fines de mayo un fondo especial de 100.000 millones de euros para el Ejército. El canciller alemán, Olaf Scholz, lo calificó como un «enorme paso» para la seguridad de Europa y una respuesta a lo que llamó la nueva era.

En el caso del Estado español, el gobierno de Pedro Sánchez se comprometió a aumentar en 12.000 millones de euros los gastos militares, lo que llevará a alcanzar el 2 por ciento del PBI en la próxima década. Este lunes 27, en una entrevista al diario La Vanguardia, el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) señaló que «la izquierda debe reflexionar sobre subir el gasto militar». El líder del PSOE respondía así a quienes entienden como una «paradoja» aumentar los recursos para el área de defensa, en un contexto marcado por la crisis económica y social que la pandemia y las consecuencias de la guerra dejaron. El país alcanzó en junio una inflación de 10,2 por ciento, el mayor nivel en 37 años, y el desempleo se ha mantenido en los dos últimos años por encima del 13 por ciento.

Pero no todas las voces son unánimes en el gobierno de coalición español. El secretario de Estado para la agenda 2030 y secretario general del Partido Comunista, Enrique Santiago, estuvo presente en la Cumbre por la Paz, que hasta este sábado 25 reunió a diferentes colectivos pacifistas en la capital española, y allí cuestionó las cifras de inversión militar. «Según los datos que manejamos en el grupo parlamentario, nuestro país estaría fácilmente ya en el 1,8 por ciento» de gasto militar con relación al PBI, porque el 1,2 por ciento hace referencia exclusivamente al presupuesto de la cartera de Defensa, sin incluir otros gastos repartidos por distintos departamentos, como «las misiones de mantenimiento de paz en el extranjero, que se suelen imputar al Ministerio de Exteriores», señaló Santiago.

Otro actor que casi no se nombra, pero avanza con un lobby meticuloso, es la industria militar. Según el último informe del SIPRI, Trends in International Arms Transfer (marzo de 2021), más de un tercio de las armas que se exportan en el mundo proceden de Estados Unidos. Le siguen Rusia, Francia, Alemania, China, Reino Unido y, en séptimo lugar, España. «La Unión Europea tiene responsabilidad en esto, porque en espacios que deberían ser democráticos y velar por la seguridad pública se deja que estas industrias tengan voz. Estamos hablando de un actor que tiene intereses económicos en vender sus productos. Por ejemplo, en el caso de las migraciones, puede influir para que los gobiernos las consideren una amenaza y sean abordadas con sus productos militarizados y securitizados», señala a Brecha Ainhoa Ruiz Benedicto, investigadora del Centre Delàs de Estudios para la Paz, una organización independiente con sede en Barcelona.

El sector militar industrial también se adapta y saca jugo al desafío de las amenazas híbridas. Desde hace años se especializa en tecnología de control de fronteras y ciberseguridad, en la que China es vanguardia. Y si bien la OTAN no tuvo este ítem como prioridad en la agenda de Madrid, la alianza atlántica parece proclive a seguir este camino. El 25 de junio, en los días previos al encuentro, la muerte de 37 personas migrantes asesinadas a manos del Ejército marroquí, con la complicidad de la Guardia Civil española, en la valla que separa al país africano de la ciudad de Melilla, mostró una vez más la vulneración de derechos que representa pasar de políticas migratorias con enfoque humanitario a políticas migratorias securitarias.

Horas después de la masacre, el presidente Sánchez felicitó al gobierno de Marruecos por el operativo, mientras que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se preocupó de incluir en la cumbre a Ceuta y Melilla como parte de los territorios que integran el apartado de defensa colectiva. «Defenderemos cada centímetro del territorio de los aliados», reiteró el mandatario. También anunció un acuerdo para aumentar la presencia militar estadounidense en España.

¿Y LA PAZ?

¿Qué espacio queda para la construcción de la paz por la OTAN, un cometido que esbozó como objetivo el presidente español cuando anunció los lineamientos de esta cumbre? Pareciera que ninguno. En estos días, el único y, a la vez, muy minoritario debate sobre vías no militares estuvo en la Cumbre por la Paz, organizada por la Plataforma Estatal por la Paz OTAN No. Allí se reunieron integrantes de diferentes colectivos pacifistas con el objetivo de generar alternativas que permitan pensar otro modelo de seguridad internacional. También hubo una marcha que recorrió el centro de Madrid, con miles de personas en contra de la organización atlántica y su rearme.

«Creo que el caso de Ucrania lo que hace es producir un vacío de discurso en el que los pacifistas tendríamos que entrar con fuerza, pero no tenemos espacio. Por tanto, está ganando el discurso más fácil, que es que intervenga la OTAN. Los pacifistas estamos muy lejos de tener un discurso ingenuo o naíf, tenemos propuestas políticas muy concretas, como la desnuclearización de toda la Unión Europea, precisamente para reducir y rebajar la tensión con Rusia. Porque ahora ha pasado con Ucrania, pero en el futuro puede pasar con cualquier otro país de la periferia de Rusia», señala Ruiz Benedicto. La OTAN es contraria al Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, una iniciativa de la ONU ratificada hasta ahora por 65 de sus 193 miembros, que entró en vigencia en enero de 2021.

Lejos de los espacios gubernamentales, una mayoría europea se expresa en contra de la guerra entre Rusia y Ucrania. De acuerdo a una muy poco divulgada encuesta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Peace versus Justice: The coming European split over the war in Ukraine, si bien en los primeros 100 días de la guerra la mayor parte de la opinión pública europea apoyó la política de intervención, ahora la mayoría, en todos los Estados de la Unión Europea, salvo en Polonia, prefiere la paz.

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