Sylvia Molloy conoció a Borges con motivo de su tesis doctoral, La diffusion de la littérature hispano-américaine en France au XXe siècle (1972). La recepción de su obra en Francia era parte importante de ese trabajo, así que en una de sus visitas anuales a Buenos Aires fue con una amiga a conocer al escritor a la Biblioteca Nacional. Borges las recibió amablemente y la charla derivó en la figura de Norah Lange y en Don Segundo Sombra, de Güiraldes, pero en ningún momento se habló de su escritura. Molloy confiesa que en ese momento todavía no estaba del todo interiorizada con lo que luego se volvería el tema de su primer libro teórico, Las letras de Borges. «No me arrepiento (o me digo que no me arrepiento) de no haberlo conocido mejor al hombre Borges. Siempre preferí trabajar con Borges,...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate