“A contracorriente de la lógica capitalista” - Semanario Brecha

“A contracorriente de la lógica capitalista”

Empeñado en desarrollar políticas socialistas que se abran paso en un modelo capitalista, el economista Daniel Olesker –dos veces ministro en los últimos dos períodos de gobierno– procurará en este tercer mandato frenteamplista construir socialismo pero desde el mostrador del movimiento social.

Foto Alejandro Arigón

Dirigente del Partido Socialista, mentor de la reforma de la salud durante el primer gobierno de Vázquez y responsable de gran parte de las políticas sociales en la administración de José Mujica, mirará este nuevo mandato desde las gateras. Olesker comentó a Brecha que la financiación de empresas autogestionadas es el “modo de tránsito del capitalismo al socialismo”. En la misma línea trazada por el ex presidente, cree que la ley del Fondes que comenzará a discutirse en el Parlamento deberá hacerse cargo de los riesgos económicos y políticos que implica impulsar proyectos autogestionados “porque van a contracorriente de la lógica capitalista”. Pero hay más, para Olesker, “los compromisos sociales” asumidos por este gobierno “tensionan el presupuesto” y habrá que enfrentarse a un “dilema”. Y recuerda que el programa del Frente Amplio dice que hay que seguir profundizando la reforma tributaria: “Quienes están ahora en el gobierno verán cómo interpretan eso”.

Confiesa que después de diez años en los despachos ministeriales tenía ganas de salir de la ejecución del gobierno para volver a la militancia sindical y al cooperativismo. Lo cierto es que tampoco nadie lo convocó para ocupar un puesto en la actual administración. No le asombró que no lo convocaran, aunque sí le sorprendió que “casi nadie” del equipo con el que trabajó en el Ministerio de Desarrollo Social haya quedado. Seguirá dando clases en la Universidad de la República y empezó a escribir un libro sobre economía política, la que “nació con David Ricardo y con Karl Marx”. Aunque es público y notorio su apoyo a la candidatura de Daniel Martínez a la Intendencia, allegados al entorno de Lucía Topolansky dijeron a Brecha que la senadora le ofreció a Olesker integrar el gabinete municipal si llega a ser intendenta.

—¿El cambio de gobierno significó un golpe de timón al objetivo central del Fondes? ¿Cuáles son las diferencias?

—Yo creo que la principal cuestión es que el Fondes estuvo pensado como una herramienta definida a partir de los modos de propiedad del medio de producción, un fondo de financiamiento, y un montón de utilidades. Pero lo que lo dirigía es el modo de propiedad del medio de producción. El proyecto que nosotros mandamos el año pasado al Parlamento definía que tenía que incluir la propiedad, la gestión y la utilización de los medios de producción. Porque podía darse que no fuera la forma cooperativa exacta, como Envidrio, que es una sociedad anónima, propiedad de trabajadores. Lo que importaba es que la utilización de los medios de producción estuviese en manos de los trabajadores. Si bien nosotros en el gobierno anterior éramos conscientes de que el Fondes nació para dar respuesta a los trabajadores que habían recuperado empresas cerradas por empresarios, hay que abrir una nueva etapa, que es la de promover empresas autogestionarias nuevas.

Yo siempre pongo un ejemplo que es el de cuidados. No queremos que Secom o Amec tomen empleados… queremos que los cuidadores –cuando el sistema de cuidados se expanda, no ahora que son 2 mil cuidadores– integren cooperativas de cuidados, o sea grandes empresas autogestionadas. En el proyecto actual el Fondes se particiona, con distintas utilidades, en pequeñas y medianas empresas, autogestión, investigación, innovación y promoción del comercio exterior. Por otro lado, hay tres diferencias operativas. El Fondes nace en el artículo 40 de la carta orgánica del Brou que le asigna hasta 30 por ciento de las utilidades del banco, pero nunca puso un mínimo. La idea es que haya un mínimo de 15 por ciento, de manera de garantizar un flujo permanente de fondos. En el proyecto actual se plantea un tope del 3 por ciento pero no del total del Fondes sino de la partición que le corresponde. Pongamos que a la autogestión le correspondiera el 50 por ciento de un fondo de 50 millones de dólares, le correspondería el 3 por ciento de 25 millones , es decir 750 mil dólares, mientras que en el otro era 15 por ciento del 50 por ciento, que son 7 millones y medio de dólares. Promover la autogestión es promover macrocréditos y no microcréditos, por lo menos esa es la idea por la que el Fondes nació.

Finalmente, estaría bueno definir en la ley qué porcentaje le corresponde a cada partición para saber cuál es el monto para la autogestión. Yo he escuchado que las particiones van a depender un poco de la demanda de proyectos. Pero me parece que eso no es lo que hay que plantear en la ley porque es probable que la demanda de proyectos autogestionados sea baja, porque hay que salir a impulsarlos dado que van a contracorriente de la lógica capitalista en que están insertos. Eso es parte de la decisión, el riesgo político que se suma al riesgo económico. El programa de gobierno del Frente Amplio en el capítulo que corresponde a cooperativismo y economía social plantea la necesidad de un instrumento de alto nivel jerárquico. En eso se correspondería porque el Inacoop (Instituto Nacional del Cooperativismo) así lo sería. Me parece que por ahí se puede compatibilizar la necesidad de un fondo de crédito para medianas empresas para innovación agropecuaria y la promoción del comercio exterior, pero quizá lo que no está bien es que se confundan en un mismo fondo porque los criterios de competitividad son distintos. La autogestión es, para nosotros los socialistas particularmente, el modo de tránsito del capitalismo al socialismo. El tránsito hacia un modelo distinto.

—¿Por qué cree que Tabaré Vázquez sacó el decreto cuando estaba previsto que se diera el debate en el Parlamento?

—No lo sé. Una cosa positiva del decreto es que transfiere los proyectos aprobados, pero pendientes de dar etapas de cuotas de crédito al Inacoop, para que empresas como Cotrapay en Paysandú, por ejemplo, no tengan que esperar que el Parlamento resuelva para ver si les toca la próxima cuota. Pero por otro lado define cosas del funcionamiento permanente. Me parece que no está bien porque por algo se propone una ley.

—Las condiciones y las perspectivas económicas del país no son las mismas de cuando nació el Fondes, ¿eso afecta?

—Como es un porcentaje de las utilidades del Brou, no lo afecta. Si hubiera una situación económica compleja, supongamos –que yo creo que no pasa y no va a pasar– y el Brou tuviera menos utilidades, podría haber menos transferencias al Fondes. Y con este margen de 30-15 por ciento, uno puede manejarse y transferir el mínimo en situaciones económicas complejas y transferir el máximo cuando la cosa va bien.

—¿Qué responde a las críticas que ha recibido el Fondes?

—No comparto que se hayan dado mal los créditos. Si fueran a preguntarle a las empresas autogestionadas cuántas veces tuvieron que hacer los proyectos porque la unidad técnica se los devolvía, las tasas de retorno no daban bien o porque faltaba información… Yo creo que fueron muy exigentes los estudios técnicos, sólo que –eso sí lo reivindico– cuando uno quiere promover una empresa autogestionaria y además pagar una deuda social por los desastres que habían hecho las empresas capitalistas previas, tiene que tomar decisiones que son económicas pero que también tienen un componente político. De hecho todas están funcionando en mayor o en menor medida. Creo que los criterios de competitividad no son los mismos. Uno no puede medir la competitividad de una empresa que la quiere convertir en la punta de lanza del proceso de cambio en la matriz productiva con los mismos criterios que mide la inversión de una empresa extranjera que viene. La competitividad es un concepto que tiene un componente de mercado y un componente de decisión política.

—Este gobierno tiene previsto llevar a cabo ciertas políticas sociales que implican gastos altos. Se estima que el crecimiento económico podría ser inferior al 3 por ciento, ¿dan los números?

—Los números siempre dan. El tema es cuáles son las variables que hacen que los números den. El principal compromiso que tiene un impacto importante económico es el 6 por ciento del Pbi para la educación, más el 1 por ciento para innovación y desarrollo. Y después gastos menores como el sistema de cuidados, el “fonasamiento” de Asse. Todo eso genera un gasto, más la política salarial en el sector público –que hay que definir cuál va a ser, creo que por lo menos para los salarios más bajos habrá un incremento por encima de la inflación– y la infraestructura. Lo que es cierto es que hay un dilema presupuestal muy impactado por el costo que tiene una serie de compromisos sociales muy importantes que se asumieron, y que eso va a exigir al gobierno una mirada presupuestal distinta.

—¿Eso implica más impuestos?

—No lo sé. El programa del Frente Amplio dice que hay que seguir profundizando la reforma tributaria. Quienes están ahora en el gobierno verán cómo interpretan eso. Hay que redistribuir los gastos y hay que mejorar la asignación de algunos gastos. Hay que ponerse a hacer números, pero yo creo que los compromisos sociales tensionan el presupuesto claramente.

—¿Pero cree que se deben ajustar o generar más impuestos?

—Yo creo que las tasas de Irpf de los salarios más altos son bajas. Mi sueldo de ministro era un sueldo que pagaba poco de Irpf. Lo que dice el programa del Frente es seguir aumentando la contribución tributaria de los que ganan más.

—El Pit-Cnt reclama un salario mínimo de 15 mil pesos, ¿es posible?

—Sí, es posible. Luego de que en 2003 Jorge Batlle desligó el salario mínimo de las asignaciones familiares y de los topes jubilatorios, dejó de existir un impacto sobre el aumento de los gastos en la seguridad social. Pasó a ser un referente del mercado de trabajo. Y si uno mira hoy el mercado de trabajo, en el sector público no hay nadie que gane menos; el mínimo está en 14.800 pesos. En el gobierno de José Mujica el salario real público aumentó en los segmentos más bajos, no así en los medios. Desde  el punto de vista del gasto público no tiene ningún efecto, en el ámbito privado efectivamente hay salarios por debajo de los 15 mil. Como lo han demostrado estudios del Instituto Cuesta Duarte, hay un número considerable de trabajadores que están por debajo de esos 15 mil pesos. Ahí sí tendría efecto.

—El gobierno aún no ha definido los lineamientos para la nueva negociación colectiva pero hay un tema central allí, que es el mecanismo de desindexación, que ha sido planteado por economistas y también por el Fmi para poder bajar la inflación…

—La desindexación no está en el programa de gobierno. De hecho cuando el año pasado se manejó, el entonces ministro de Economía Mario Bergara dijo que no estaba en los planes. Además, todos los estudios que se han hecho muestran que el impacto de los salarios sobre la inflación es muy bajo. Por otro lado, el aumento de salario genera un mayor poder de compra y eso genera demanda. Y está la otra inflación, la inflación de demanda. Ahora, en una economía abierta como la uruguaya, donde hay una buena parte de la canasta básica que se importa y otra que se produce en el país, las empresas rápidamente responden al incremento de demanda, de otro modo no hubiera sido posible tener un aumento del poder de compra del salario en Uruguay en diez años del 54 por ciento y en los salarios más bajos de casi 90 por ciento y haber mantenido la inflación por debajo del 10 por ciento.

—Como forma de mejorar las condiciones laborales, el Pit-Cnt propone mayor compromiso e inversión por parte de las empresas en la capacitación de los trabajadores porque eso permitirá más y mejores oportunidades. ¿Cree que es una salida?

—Las dos cosas son importantes, el salario y la capacitación. Yo creo que una buena parte de los trabajadores tienen capacidades superiores a los trabajos para los que las empresas los contratan. La tasa de informalidad es de 20 por ciento, sin embargo, en el 5 por ciento más pobre es de 88 por ciento. El problema de capacitación está en los sectores que quedaron excluidos del mercado de trabajo en los noventa, sus hijos y sus nietos. Ahí es donde hay que trabajar.

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Intendencia de Montevideo

“Los dos equipos deberían trabajar juntos”

—¿Le hizo bien al Frente Amplio presentar multicandidaturas a la Intendencia de Montevideo?

—Yo creo que sí. Le hizo muy bien después de la traumática definición de 2009. También le hizo bien a la lucha por la ciudad. Tanto Daniel (Martínez) como Lucía (Topolansky) son excelentes candidatos. La gente los valora por cosas distintas. Valora la vida militante y de sacrificio que ha tenido Lucía a lo largo de toda su vida, y también valora la vida militante de Daniel, y se recuerda mucho más su gestión al frente de Ancap que su gestión como ministro de Industria. Creo que el FA ganaba igual en cualquier condición, porque Montevideo es una ciudad muy frenteamplista y porque además –con todo respeto a esas personas– los candidatos de la oposición son poco conocidos y poco carismáticos. Independiente de quien gane, los dos equipos deberían trabajar conjuntamente. Hay un programa y una mirada territorial común.

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Ricardo, Marx, el PS y el sindicalismo

Retomar el origen

—Cuando le toque ingresar al Senado en lugar de Mónica Xavier, ¿cuáles serán sus prioridades?

—Ahora entró a la Comisión de Población y Desarrollo el Sistema Nacional de Cuidados. Lo vamos a trabajar conjuntamente, y mi idea es que cuando llegue el presupuesto obviamente voy a trabajar, pero más que como senador suplente, como miembro del partido. El Comité Central del PS encomendó trabajar en el tema del presupuesto. Eso para el primer año del Sistema de Cuidados y el presupuesto.

—¿Cuál es su futuro político?

—Mis ganas son retomar mi origen, que es el movimiento sindical y las cooperativas, Fucvam y el Pit-Cnt. Esa es mi vida y es probable que sea mi vida futura. No es por el lado del Parlamento que aspiro a mi futuro político, es a través del Partido Socialista y del movimiento social.

—¿Está escribiendo un libro además?

—Estoy empezando un libro, sí. La economía política de los diez años de gobierno. Es decir, cuáles fueron las principales reformas estructurales y las principales limitaciones, desde el lado de la economía política, del poder económico de las clases sociales y de la pugna distributiva. La economía política que nació con David Ricardo y con Karl Marx. Yo no soy coyunturalista… No tengo mucha riqueza conceptual para analizar la coyuntura económica; lo mío es más lo estructural. Mi curso en la Universidad se llama “Estructura económica del Uruguay”.

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El nuevo Mides

“No hay casi nadie que haya quedado”

—El buque insignia de este período de Vázquez es la creación del Sistema de Cuidados. Durante su gestión frente al Mides se avanzó en este tema, de alguna forma se preparó el camino. ¿Le sorprendió que los referentes de su equipo no hayan quedado?

—Sí, me sorprendió. No hay casi nadie que haya quedado. Esas son decisiones que toman los ministros que entran y que salen. En mi caso, cuando asumí de ministro de Salud Pública prácticamente –salvo Marita (María Julia Muñoz) y Miguel (Fernández Galeano)– quedó todo el equipo que estaba.

—Le sorprendió que no lo hayan convocado para ser parte del gobierno

—No, no… Yo después de diez años estaba con ganas de hacer otras cosas (se interrumpe)… Tampoco me ofrecieron nada; no fue una decisión personal. Del mismo modo, tampoco me sorprendió que cuando Mujica definió que el Ministerio de Salud Pública tenía que ser para el Partido Socialista, dentro del partido yo fuera el más indicado. No sólo por la construcción de la reforma sino por el vínculo personal y el vínculo histórico.

—¿Cómo es la relación con Tabaré Vázquez?

—Yo tuve una relación con Vázquez muy fuerte en el año 99 cuando con (Mónica) Xavier y (Nelson) Macedo integramos lo que se llamaba “los delegados de la Presidencia” (del Frente Amplio). Después prácticamente no volví a tener relación, y en el período de gobierno tuvimos buen vínculo. De hecho hubo un momento crítico en la construcción del sistema de salud que Vázquez respaldó mucho, pero hace mucho tiempo que no tenemos contacto.

—¿Hacia dónde debería ir la reforma de la salud? ¿Está funcionando bien?

—Yo creo que está funcionando muy bien. La reforma es tan grande… Yo creo que cuando con Marita y Miguel decidimos arrancar por el financiamiento de la reforma, unificando el sistema de funcionamiento y creando el seguro de salud, fue una de las mejores decisiones. Porque desde la construcción institucional y económica, hecha sobre la base del acceso con equidad y justicia social, se permitió armar todo el resto de la reforma, y eso funciona muy bien. Faltan dos franjas de jubilados y falta ingresar otros componentes como las policlínicas municipales, el Hospital de Clínicas, el Hospital Policial y el Hospital Militar. Pero de alguna manera están, porque funcionan bajo la lógica de seguro. Después, otra parte es la gestión y la atención adecuada. Los contratos de gestión que tienen que firmar las instituciones y las prestaciones obligatorias que deben cumplir, a mi juicio, funcionan bien también. Una cosa que todavía no hemos logrado es la salud mental y la salud bucal. La salud mental entró en el segundo período, después estuvo un poco trancada. Y necesita más recursos para ampliar la cobertura…

El otro gran tema era el cambio de modelo del trabajo médico, generando más médicos de familia, más médicos generales. Creo que ahí tuvo una enorme importancia haber incluido en mi equipo a Leonel Briozzo, que fue el nexo con el Sindicato Médico, y el rol de Martín Rebella como presidente del Smu. Actualmente hay muchas instituciones que ya tienen cargos médicos de alta dedicación para medicina general, pediatría y ginecología. No comparto la tesis de que la reforma de la salud está estancada, y sobre todo si la miramos desde la óptica de llegar a un régimen socialista de producción de servicios sanitarios, que es a lo que tiende. En julio voy a presentar en el Congreso de Sociología un trabajo sobre si es o no la reforma de la salud un régimen socialista de producción de salud.

—¿Y lo es?

—Lo es en su concepción y lo es limitadamente en su aplicación. Porque hay una cantidad de cosas de economía política que un régimen capitalista te limita.

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