Es difícil saber
por qué “La gran ola de Kanagawa” se convirtió en una imagen tan ubicua en la
cultura occidental, al punto de que es factible ir caminando por una calle
montevideana y encontrársela estampada en una camiseta o un bolso. No es fácil
decir qué es lo que fascina de este grabado de Hokusai, pero posiblemente sea
una cierta indefinición: ¿es espuma lo que corona la ola, es un vegetal
trepador, es nieve, son pájaros levantando vuelo?, ¿es agua lo que conforma su
escarpada cresta o es piedra? La gran ola secuestra la mirada, pero es recién
cuando superamos el impacto que produce su voracidad cinética que vemos las
barcazas indefensas, semiocultas por el oleaje, enredadas abajo a merced de la
amenazante pared de agua. ¿Pero están realmente en peligro las barcazas o esos
expertos p...
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