Hablar de búsquedas y de experimentación en el arte uruguayo no debería resultarnos novedoso. Sin embargo, si dedicarse al arte ya es una decisión riesgosa en nuestro país, lo es más aún cuando se lleva a cabo a través de lenguajes y expresiones que están muy lejos de ser populares y accesibles. En tiempos en los que las distancias geográficas y culturales son cada vez más cortas, el margen se vuelve cada vez más acotado. Así, sonar como tal artista, poder definirse y ser visto se vuelve una demanda, y cuando la música es, además, una salida laboral, entregarse al marketing se vuelve una necesidad. Entonces, ¿cómo crear un arte que proponga otra mirada, que intente ir contra esta corriente y que, a su vez, genere comunidad? ¿Es esto posible en un país cuyas políticas culturales tienen como...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate