Alicia ya no vive aquí - Semanario Brecha

Alicia ya no vive aquí

Cine uruguayo: “En el pozo”.

Cine uruguayo: “En el pozo”

Una cantera con un gran lago, en un día muy soleado. Tres jóvenes, Bruno, Tincho y Tola, y una muchacha rubia pueblan con sillas y una parrilla ese paisaje solitario, cuyo calor parece trasmitirse desde la pantalla a la sala de cine.

La primera escena es una escena de sexo, en el interior de un auto, entre Alicia (Paula Silva) y Tincho (Rafael Beltrán). Es una escena breve y delicadamente filmada, en la que el también breve diálogo deja claro que eso que acaba de pasar es un saludo al pasado, que Alicia no volverá, en ningún sentido. Los datos de lo que sucede van dándose en esta película1 de esa manera, con esa levedad, a partir de lo que vemos, a partir de los diálogos, a partir de las expresiones de los actores. Todo en su preciso momento, como un estudiado ballet ejecutado al aire libre. Así, lo que parece un día de esparcimiento de cuatro amigos comienza a poblarse de tensiones que tienen que ver con quién es y de dónde es cada uno, y con los lazos que unen o separan a los personajes entre sí. Tincho, Tola y Alicia son del mismo pueblo, cercano a la cantera, pero, mientras los muchachos se quedaron, ella se fue a la capital, es ahora sólo una visita. Bruno (Augusto Gordillo) es capitalino y es el novio de Alicia. Un acierto para destacar es la elección de los intérpretes, no sólo en cómo actúan –y actúan muy bien–, sino en eso que con cierta pedantería se llamaba el physique du rôle: la fresca sensualidad de la muchacha, la cerrada contención de Tincho, la buena onda de Tola, la extrañeza de Bruno se perciben apenas mirándolos. Una sola objeción para los diálogos, que tiene que ver con usar todo el tiempo la expresión “la capital” para referirse, claro, a la capital. La gente normalmente dice nomás el nombre de esa capital, no hay que aclarar nada.

La película logra un interesante contraste expresivo entre la oscuridad que se va instalando en los sentimientos de estos jóvenes y la luz implacable que los muestra. Las canteras –y así, con tremendo lago– no dejan de ser lugares inquietantes, y en ese recipiente luminoso pero amenazador el triángulo compuesto por Alicia, Bruno y Tincho estira el hilo hasta una tensión que se siente físicamente, que “corta” el aire. Tan sólo la figura amable y componedora de Tola (Luis Pazos) parece trabajar para impedir o postergar el estallido que fatalmente vendrá.

Dirigida por dos hermanos, Bernardo y Rafael Antonaccio, el segundo también a cargo de la fotografía y ambos, asimismo, productores ejecutivos, En el pozo es una de esas maravillosas sorpresas, cuando uno percibe cómo puede madurar un cine de ficción al que, hasta no hace tanto y con excepciones, se le atacaba con una amplia batería de reproches, desde teatralidad en las actuaciones hasta temáticas restringidas al interés de unos pocos, pasando por asuntos como ritmos demasiado morosos o incapacidad de atrapar la atención del público por la falta de crecimiento de una historia. Pues bien, esta película, que es ópera prima –en el largometraje, pues ambos hermanos han trabajado en cortos, videoclips y ficciones televisivas– de dos personas jóvenes que han asumido todos los riesgos, está estupendamente actuada, estupendamente filmada, tiene un pulso interior que va creciendo sin cesar, compone sin forzar nada una atmósfera saturada de violencia, basada en los sentimientos más básicos. El deseo, el amor, los celos, la desconfianza, la eterna rivalidad de dos machos jóvenes que compiten por la posesión de la hembra, agravada en este caso por de dónde es cada uno, por los lazos que pueden unir a los locales frente al foráneo haciéndolo sentir sapo de otro pozo, por el desprecio del foráneo por los locales. Todo está ahí, y sobrevuela, además, esa no resuelta pregunta que, más allá de las películas, atiza las páginas rojas y el dolor de cada día de miles de mujeres: ¿cómo separar el amor del instinto de posesión?, ¿qué resorte hay que mover en el corazón de los hombres –de algunas mujeres, también, pero las cifras cantan– para entender que no se es, en ninguna circunstancia, dueño de nadie? Cine uruguayo: “En el pozo”

1.   En el pozo. Bernardo y Rafael Antonaccio, Uruguay, 2018.

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