El expediente del 14 de agosto
El 14 de agosto del año que termina seguramente será recordado. No por las balas de goma, o la fotógrafa herida, sino por la confirmación de un secreto a voces: hay infiltrados de inteligencia en las movilizaciones. “Observadores”, según el Ministerio del Interior. Cuando el diario “El País” difundió la noticia lo hizo bajo el título: “Agentes encubiertos contaron cómo operan los grupos radicales”. Brecha accedió al expediente judicial y releyó su información bajo otra clave: el funcionamiento actual de los aparatos de inteligencia dedicados al control político. Y cómo, en el trayecto, echan mano al poder judicial. Formalmente, hay dos denuncias. Una, por la puerta del cajero del brou en Avenida del Libertador y La Paz, y la otra por grafitis en un auto blanco. El guardia de seguridad y la dueña del vehículo son los que aparecen como denunciantes en el parte policial que abre el expediente, elaborado por la Seccional 3°. Luego se agregará una tercera, hecha por el cura de la iglesia de Libertador y Venezuela, por la rotura de dos vidrios. Como elementos incriminatorios de los detenidos: una mochila con tres bengalas, dos tarros de pintura negra, una especie de máscara anti gas y un mango de madera cortito. También un panfleto del Ateneo Anarquista de Constitución.
El guardia: “Estaba solo en el local cuando empezó a pasar una manifestación, sentí un golpe en el vidrio y en la puerta, había una piedra chica que vi caída y fui a buscar el botón de pánico. En eso siento que revienta un vidrio y es la puerta del cajero. Vi un muchacho flaco con gorra que tiraba piedras, no se acercó a la puerta. Yo vi sólo a ese muchacho y a otros que pasaban por allí pero como fui a tocar el botón de pánico no vi bien. No podría reconocerlo”.
La dueña del auto: “Dejé el auto estacionado en Río Negro y Colonia. (…) Veo que al auto, del lado de la calle lo habían pintado todo, y me pusieron una A de anarquistas todo a lo largo con pintura color negro”. ¿Pudo ver quién hizo eso? “No, era una multitud de 500 personas, yo vi que no terminaba nunca de pasar.”
El informe de la Seccional 3° relata que dos agentes, por indicación del Centro de Comando Unificado (ccu), que centraliza las denuncias, se presentaron en el local de la puerta rota. No fueron los únicos, y este dato es importante. El parte no precisa la hora, pero aparecen el comisario Juan Rodríguez, coordinador de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (dnii) y el oficial principal Fernando Ocampo, del Departamento de Operaciones Especiales (doe).
Paralelamente, “los observadores” estaban mezclados entre los manifestantes. “Personal de la dnii, a cargo del subcomisario Carlos Rodríguez, identificó a dos individuos que se habían separado del grupo mayoritario de la marcha (…), iban vestidos de color oscuro y llevaban consigo un bolso.” Los agentes los siguen “ya que dichos desconocidos habían protagonizado desórdenes en la vía pública y daños a la propiedad y vehículos a su paso”. Los de inteligencia dan aviso al comisario inspector Gustavo Fernández, jefe de la zona 1, que manda un móvil a detenerlos. Aquí, un punto sin explicar en el expediente. La patrulla que los detiene recibe un llamado por el ccu pidiendo apoyo para “pasarle revista a cuatro nn en Fernández Crespo y Miguelete”. El funcionario declarará ante la jueza que “un compañero en moto comunicó por radio que los nn se encontraban en Tristán Narvaja y Cerro Largo, concurrimos al lugar y los detuvimos en la esquina. A nosotros nos dijeron que los venía persiguiendo un móvil de inteligencia por los destrozos en la marcha”. Pasadas las diez y media de la noche, se le comunicará a la jueza penal de turno, Julia Staricco, quien dictaminará que sean llevados a la sede al día siguiente, junto con los partes y los oficiales involucrados en el procedimiento.
Un detalle, el comisario de la 3° que remite la información, Waldisney Dutra, se encarga de dejar constancia en su comunicación con la magistrada que “próximo a la hora 0.30 se hizo presente en esta seccional la señora Irma Leites solicitando información y pretendiendo interiorizarse de los hechos acaecidos, preocupándose por la situación de los autores, trayéndoles comida y abrigo”.
PERSECUCIÓN. “Fui asignado al servicio por la manifestación y marcha por lo de Líber Arce, estuve desde el comienzo con mi compañero, íbamos en el interior de la marcha hasta que en determinado momento notamos una conducta violenta, pintadas y cánticos contra el Estado, pintaban con aerosol en comercios o muros que pasaban y tiraban bombas de color amarillo, no recuerdo en qué puntos (…) era un grupo de 20 personas que estaban detrás de una pancarta de anarquistas todos con rostro tapado, con mochilas y vestidos de negro.” Así comienza la declaración de John Giménez, muy similar a la de su compañero Marcelo Mieres, dos de los infiltrados de inteligencia en la manifestación. El grupo de agentes era más numeroso: “otros compañeros siguieron a otros aunque no lograron detenciones” y estaba a cargo del subcomisario Carlos Rodríguez, el que fue hasta la puerta rota del banco, ya mencionado.
—La marcha dobla en Río Negro y toma Avenida del Libertador hasta el Palacio Legislativo, ahí yo me adelanto al grupo porque si no ellos a uno lo fichan o lo identifican. Fui más adelante, cerca de la altura del Centro Militar, donde comenzaron a tirarles piedras a los efectivos policiales que estaban detrás del vallado, y retrocedieron porque la Policía tiró creo que balas de estruendo y se asustaron (…) yo continúo con ellos de cerca entre los manifestantes hasta que siento un golpe como que se rompe un vidrio, y era este grupito destrozando la puerta del cajero –dice Giménez.
—Ahora bien, ¿las personas detenidas fueron partícipes de los hechos por usted detallados? –pregunta la jueza.
—Sí, porque estaban con el grupo y sigo a la gente del grupo.
—¿Por qué si hablamos de un grupo nos concentramos en esos dos?
—Porque el grupo se separa y yo y mi compañero optamos por seguir a uno, porque no podíamos seguir a todos.
—¿Usted puede asegurar que estas dos personas fueron quienes produjeron los daños?
—Ellos estaban en el grupo que rompieron.
—¿Concretamente vio a estas personas como quienes rompieron o hicieron grafitis?
—No puedo individualizar bien cuáles porque estaban encapuchados y todos vestidos de la misma manera.
Así responde Giménez a las preguntas de la jueza. Mieres tiene un relato casi calcado.
—¿Usted en el trayecto de la marcha estuvo cerca de ellos?
—Sí, en todo momento estuve cerca del grupo, durante toda la marcha.
—En el momento, con respecto al auto, ¿qué características tenía y qué se le hizo al auto?
—Concretamente no vi lo que se le hizo al vehículo, no sé si fue ese grupo. Sentí una rotura de un vidrio y no me acerqué a ver el auto.
La defensa aclara entonces que el auto no tenía ningún vidrio roto. El testimonio de estos agentes es la pieza clave del procesamiento. Los detenidos niegan su participación en los hechos.
—¿Por qué participó de la marcha?
—Entiendo que esta marcha es en conmemoración del asesinato de un joven estudiante a manos de la Policía –responde el primero–. Como persona consciente repudio el asesinato de cualquier persona a manos de cualquier institución.
—¿Usted es partícipe del grupo Plenaria Memoria y Justicia?
—No soy partícipe del grupo, pero sí participé de la marcha.
—¿Pertenece usted al movimiento anarquista?
—Me considero anarquista, pero no pertenezco al movimiento anarquista.
El otro detenido es aun más tajante en sus declaraciones.
—¿Cómo explica que hubiera en la marcha funcionarios policiales que declararon que usted y el otro detenido fueron los autores de los daños dentro de un grupo de 20 personas?
—Esto es persecución ideológica. Yo estuve en la marcha, habitualmente me visto de negro pero no cometí ninguno de los hechos que usted me pregunta. Sin perjuicio de mis ideales y de las distintas formas de protesta, no se nos puede juzgar o estigmatizar por nuestra vestimenta y consignas.
—¿Usted participó con el grupo de las 20 personas que llevaban la cara tapada?
—Sí, yo iba con la cara tapada, tenía una cosa negra, me cuidaba de la Policía. Hay una persecución a nivel mundial a las prácticas anarquistas.
—¿Qué práctica anarquista desarrollaba usted?
—Es el hecho de una marcha de estudiantes, conmemorábamos la muerte de un estudiante.
—¿Por qué si cientos de personas pueden participar a cara descubierta, usted plantea la necesidad de ir con la cara cubierta?
—Por la persecución ideológica.
—¿Es usted líder conocido de algún sector dentro del movimiento anarquista?
—No, yo incluso no reconozco líderes.
—¿Qué persecución ha sufrido usted o su grupo?
—La persecución es que los servicios de inteligencia nos siguen y tienen fichas de nosotros por tener un pensamiento antagónico a lo que es el poder.
Giménez, sin saberlo, le dará la razón en su testimonio.
—¿Había visto a estas personas con anterioridad?
—Yo particularmente no, pero sé que hay registros fotográficos del más alto, vinculados a otras marchas y movimientos del grupo anarquista.
INVESTIGACIÓN. Los dos agentes que prestaron declaración, ambos jóvenes, rondando los treinta años, forman parte del Departamento IV de la dnii. Está a cargo del subcomisario Raúl Pírez Camargo, interlocutor de la jueza Staricco (véase recuadro). Según se mencionó al comienzo, el oficial del doe Fernando Ocampo también participó. El expediente judicial cuenta con un informe de esta repartición, firmado por Ocampo, en el que se detalla lo sucedido en otras dos marchas: una realizada el 27 de junio y otra el 25 de julio. En dos páginas de informe, Ocampo se encarga de mencionar cuatro veces a Irma Leites, agregando incluso el presumario que tenía entonces, por los hechos sucedidos en la Suprema Corte de Justicia, por los que luego fue también procesada.
Según pudo saber Brecha, el operativo del 14 de agosto fue el estreno del Departamento IV en estas lides, de las que antes se encargaba el doe. Staricco dio lugar al pedido de procesamiento hecho por la fiscal Adriana Costa, entendiendo que: “durante la marcha se pudo identificar a los indagados como las personas que participaban en dicho evento, produciendo los daños referidos. Personal policial que hizo el seguimiento detalló el accionar de los mismos y cuando se separaron de la manifestación, lograron su detención”, y procesó sin prisión a los detenidos por reiterados delitos de daño especialmente agravado.
Además del trabajo de los agentes en la marcha, el departamento IV continuó las investigaciones y fue agregando material a esta misma causa. John Giménez y Raúl Pírez fueron los encargados de interrogar a los 12 detenidos antes de la marcha del Filtro, en la Jefatura de Policía de Montevideo. El expediente confirma lo anunciado por Brecha respecto a la falta de órdenes de detención previamente emitidas por la jueza. Los interrogatorios confirman que el elemento común a todos los detenidos es haber pasado por La Solidaria, ubicada en la calle Fernández Crespo. No todos los detenidos habían participado de la marcha del 14 de agosto, aun cuando ese es el motivo que se esgrime para su detención. Además de no haber sido conducidos a juez, los detenidos denunciaron amenazas y torturas por parte de los funcionarios que los mantuvieron cautivos (véase Brecha, 30-VIII-13). El Ministerio del Interior aún no se ha expedido formalmente en cuanto a esas denuncias, y tampoco respondió el pedido de información hecho por la inddhh. Así consta en el informe elaborado por el instituto y reseñado por este semanario (véase Brecha, 29-XI-13).
En el informe elaborado por Pírez para la jueza, fechado el 28 de julio, se incluye información sobre las detenciones del 24 agosto, así como las del 30, en que se detuvo nuevamente a dos de las muchachas del 24. Además de las copias de los interrogatorios, se incluyen recortes de los principales matutinos, así como dos textos del blog “El muerto que habla”. Lo particular de estos recortes es que están catalogados. Como categoría se les endilga “grupos antisistémicos”, y “anarquistas” como subcategoría. En el mismo informe se relatan a la jueza las posibilidades de uso de lo incautado a los detenidos: guantes para “confeccionar artesanalmente bombas de pintura”, una maceta para “romper baldosas y arrojarlas contra las fuerzas de seguridad o vidrios de locales objetivos”, tijeras o trinchetas para “cortar precintos de las vallas de seguridad” y pinturas y aerosoles para “causar daños a la propiedad mediante pintadas o grafitis, propaganda afín a una causa o ideología”. Basado en esto, se sostiene que “se estima con alta probabilidad que existía previa planificación de acciones violentas por parte de grupos anarquistas vinculados a Plenaria Memoria y Justicia”.
Cuando a uno de los detenidos del 14 la jueza le preguntó si deseaba agregar algo más, el “más alto” dijo: “En la comisaría, hablando de Irma Leites, me dijeron que le dijera a la vieja de mierda que se dejara de joder. Sé quién es pero no la conozco, lo asocio recién ahora”.
El expediente termina con los interrogatorios a todos los integrantes de la Republicana y de la Policía actuantes el 14, a quienes no se le hizo una sola pregunta sobre el desproporcionado uso de la fuerza desplegado sobre los manifestantes. Todas y cada una de las transcripciones de sus declaraciones están acompañadas de una citación.