Breve y desordenado diccionario animalista - Semanario Brecha

Breve y desordenado diccionario animalista

El triste episodio de las ovejas expuestas en la plaza Independencia reveló, nuevamente, las contradicciones existentes en torno al vínculo que tenemos con los demás animales.

Los productores ganaderos probablemente estén confundidos. ¿Cómo es que a un cordero uno lo puede comprar y vender, transportar en pésimas condiciones, valorarlo por quilos, cambiarlo por dólares, marcarlo con un hierro caliente, apostarlo, regalarlo, engordarlo, colgarlo de las patas, degollarlo, desangrarlo, liquidarlo de un garrote en la cabeza, electrocutarlo, comerlo asado, pero no exponerlo agonizando en una plaza?

Curiosamente, la manifestación se pareció a los videos que difunden muchas organizaciones animalistas. Los efectos fueron similares: personas que no son animalistas sintieron compasión ante el sufrimiento de los ovinos, e indignación. Si los mataderos fueran de vidrio –ha repetido Paul McCartney– todos seríamos vegetarianos. Pero no es tan así, porque podemos conocer lo que sucede en los mataderos y actuar como si no lo supiéramos.

CARNISMO

Existe un conjunto de procesos que hacen que nuestro plato de comida oculte su origen de producción; que la oveja, su «beee», su ser alguien sintiente no aparezca en el algo inerte que estamos comiendo. La opacidad y el alejamiento de los mataderos, la deliberada promoción de la ignorancia del proceso cárnico a los niños y las niñas, la parcial sustitución nominal (cuerpo por carne, piel por cuero, ser vivo por res). Pero no todo es ocultamiento, también hay políticas afirmativas de la explotación animal, justificaciones morales. El carnismo es la ideología que convierte la carne en algo natural, normal y necesario (todas ilusiones culturales desmentidas o relativizadas). Esta ideología se apoya en un régimen político aún más amplio.

ESPECISMO

Que la mera pertenencia a la especie humana justifique derechos celosamente denegados a otras especies es una arbitrariedad tan torpe como aquella que se basa en la nación, el color de la piel o el sexo. Las ecofeministas animalistas han dado en la tecla al señalar que lo que existe es una lógica de la dominación que automatiza el sometimiento de una parte sobre la otra en todo dualismo, presentada, además, como un mandato divino o un derecho natural. Así, en las duplas hombre/mujer, cultura/naturaleza, humano/animal, blanco/negro, capacidad/discapacidad, mente/cuerpo, razón/emoción, hay una jerarquización de una de las partes que aparece como un fin en sí misma, pero en detrimento de la otra, que es reducida a un medio o una función (la mujer como útero para la reproducción, el animal como alimento, etcétera).

OVEJAS

El especismo (como el sexismo y el racismo) opera con espejos fantasmales. Quiero decir, afirma virtudes de las partes jerarquizadas construyendo carencias y negaciones a las partes dominadas. Así, el humano es el animal racional o político, y el animal es definido como aquello carente: de razón, de lenguaje, de política, de alma. Lo interesante es que esa denegación nunca es el fruto de una investigación. Descartes dijo que los animales no sufrían ni sentían placer y que los monos no tenían inteligencia, pero Linneo, que efectivamente estudió a los primates, sentenció que Descartes nunca había visto a un mono. Veamos el ejemplo de las ovejas. El saber popular las considera tontas y cobardes, sin personalidad, indistintas en su rebaño. Lori Marino, neurocientífica especializada en el estudio del comportamiento de los animales, y Debra Merskin, dedicada al estudio de las representaciones que se hacen de los animales, llevaron adelante una investigación para cotejar las concepciones vulgares que tenemos sobre las ovejas con la literatura científica que ha estudiado a los ovinos. En su paper señalan: «Contrariamente a las consideraciones populares que representan a las ovejas como seres poco inteligentes y carentes de individualidad o autonomía, estas tienen varias capacidades complejas, que incluyen: 1) una serie de funciones ejecutivas del lóbulo prefrontal consideradas a la par con los primates; 2) capacidad considerable para distinguir e identificar rostros de otras ovejas, así como humanos; 3) una gama de emociones que van de simples a complejas, incluyendo sesgos de juicio y formas de contagio emocional; 4) personalidades distintas; 5) fuertes vínculos y relaciones madre-descendencia que dan forma a las agrupaciones sociales más allá de la disponibilidad y distribución de alimentos».1

BIENESTARISMO

La reacción más o menos generalizada ante este episodio mostró una gran sensibilidad hacia el sufrimiento de los otros animales, algo que denota un paulatino cambio en nuestra sociedad. El animalismo practicado por las feministas siempre insiste con esto: las emociones son fundamentales en el marco de nuestras consideraciones morales (la masculinidad hegemónica se esfuerza por obstaculizar las emociones y la percepción del dolor ajeno). Ver a una oveja agonizando nos toca una fibra sensible, creemos que hay que actuar de alguna manera para que se detenga o se disminuya o se prevenga todo ese sufrimiento padecido. Pero la reacción muestra también sus límites. El bienestarismo animal es una corriente que busca reducir la crueldad y el sufrimiento lo más posible, evitando cualquier daño innecesario o gratuito. Y ese «lo más posible» y ese «innecesario» marcan la frontera: siempre y cuando sigamos garantizando la satisfacción de los intereses humanos. Agrandar las jaulas y no eliminarlas. Los Estados intentan avanzar en esta dirección, crean leyes llenas de artículos e instituciones plagadas de contradicciones originarias.

ABOLICIONISMO

Si el bienestar animal es visto como el conjunto de medidas a corto plazo, lo ulterior sería una etapa abolicionista, esto es, la eliminación de toda explotación animal, de toda práctica que los utilice para satisfacer intereses del humano. Dejar de concebirlos como nuestra propiedad para que sus vidas sean suyas. El fin de la contradicción entre la compasión por su sufrimiento y la apropiación de sus vidas.

AGENCIA MORAL

Los perros atacan a las ovejas y las hacen sufrir, pero no podemos juzgarlos porque no son agentes morales. Tampoco todos los humanos son agentes morales, porque no todos distinguen el bien y el mal, y por eso no pueden ser responsabilizados moralmente (por ejemplo, los niños chicos). Pero los perros y las ovejas, como los seres humanos (niños o adultos, animalistas o ganaderos), son todos pacientes morales. Como son seres sintientes y deseantes, sus vidas tienen valor inherente y, en consecuencia, todos los agentes morales debemos considerar sus intereses para que puedan vivir buenas vidas y no hacerles daño ni someterlos.

URUGUAY (FOR EXPORT)

Hace unos meses, el canal de Youtube de Presidencia subió un video titulado Tierra de caballos. En él, un locutor dice que «Uruguay se hizo a caballo y por eso un caballo libre forma parte de nuestro escudo nacional». Por supuesto, no se trata de que los caballos sean patriotas, sino de que eran utilizados como máquinas de guerra y de transporte. Es sintomático el concepto de libertad utilizado para hablar de unos animales literalmente domados, devenidos en otra cosa. La pieza, de hecho, es clarísima al respecto: «El caballo es transporte, deporte, aventura, equinoterapia, trabajo», dice el locutor.

En Uruguay está prohibido vender carne de caballo, pero es legal exportarla. Anualmente pasan por el matadero alrededor de 35 mil caballos. Esta situación resume perfectamente nuestra contradicción nacional. Sabemos que está mal hacer sufrir a las ovejas y a los caballos (y a todos quienes puedan sufrir), sin embargo, nuestros hábitos culinarios y nuestra economía se imponen. Pero los cambios ocurren, las dietas cambian, los productos que el mercado valora hoy pueden no ser redituables mañana, y la conveniencia de la transformación pasa de un deber moral a una necesidad ambiental.

1. «Intelligence, complexity, and individuality in sheep», Lori Marino, Debra Merskin, en Animal Sentience, 2019.

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