Este es un intento del carnaval de acercarse a los tiempos que vivimos, de abrirse al mundo y al mercado, pero creemos necesario afinar el lápiz y poner el énfasis en propuestas concretas que nos coloquen a la vanguardia de las industrias culturales de la región. Estamos de acuerdo con que haya nuevos sistemas de evaluación que apunten a una gestión de calidad que nos permita un ajuste en la festividad. Pero debemos avanzar todavía más para lograr posicionarnos como la fiesta popular que somos.
Es necesario que entre la primera y la segunda rueda se haga un recorte, un shock de austeridad, que se evite el despilfarro de estribillos y la mala utilización de aplausos, porque el público está cansado de aportar sus aplausos, de brindar recursos que terminan siendo asistencialismo para conjuntos que no están preparados para mantener un nivel de competitividad en el mercado y se convierten en una carga. ¿Para qué queremos cuatro murgas que hagan un cuplé sobre un mismo tema?
Es importante aclarar que aquellos conjuntos que no pasen a la segunda rueda no se verán afectados. Si bien no podrán subirse de nuevo al escenario, su actuación será subida a Youtube. La gente podrá verlos dos veces si así lo desea. De esta manera, se achican los costos; el producto es el mismo, pero sin la necesidad de incurrir en gastos superfluos. Tomaremos la primera rueda como una incubadora de proyectos.
También proponemos incentivos para abandonar el carnaval, orientados a las agrupaciones que no cumplen con la productividad que estos tiempos requieren. Es necesario fomentar el desarrollo de una cultura emprendedora que genere nuevas inversiones y permita la sustentabilidad de este proyecto público‑privado, que, gracias al fomento de la televisación, el público cada vez disfruta más en privado.
En los conjuntos debutantes (startups o emergentes) se priorizarán los espectáculos creados sobre una base innovadora y con capacidad de rápido crecimiento e inserción. En materia laboral, no se estimulará la afiliación a sindicatos: qué sentido tiene que alguien con trayectoria en el mercado tenga las mismas condiciones que alguien que recién empieza y, profundizando un poco más, qué sentido tiene que un escobero se junte con una cantante de revista o que una mama vieja se siente en la misma mesa que un actor principal de parodistas. Ninguno. Cada conjunto tiene sus particularidades; por ende, se fomentará un marco en el que la negociación salarial se genere de forma particular, empresa por empresa.
Pero no queremos que estas propuestas se implementen de forma acartonada; por eso, a la hora de contratar gente que realice cualquier tipo de trabajo en carnaval, no existirán contratos ni garantías, siempre se pondrá por delante la informalidad alegre y contagiosa que genera el clima adecuado para mantener la esencia del carnaval.
“Pues si es grande el haber, podrá el barrio tener un lindo carnaval…” Con el foco puesto en mejorar la calidad, proponemos agregar un nuevo rubro en el momento de realizar la prueba de admisión. Un rubro que hemos denominado “grado inversor”, en el que el jurado funcionará como calificadora de riesgo y evaluará la situación financiera de cada agrupación para garantizar las condiciones de un espectáculo fiable y estable. Un rubro que les permita a los auspiciantes tener seguridad y confianza a la hora de invertir.
Se valorará el esfuerzo de cada agrupación por atraer espónsores de calidad y será mejor considerado aquel conjunto que cuente con auspiciantes garantes de cuatro cambios de vestuario durante el show. El jurado de grado inversor valorará el respeto de las exigencias que el espónsor imponga al conjunto por sobre la resistencia que el conjunto intente oponer. Estudiando la lista de auspiciantes, se podrá determinar si el conjunto está capacitado para mantener la estabilidad económica en caso de entrar al carnaval.
Haciendo jugar la tecnología a nuestro favor, se sumará al director escénico de cada conjunto la figura de otro director: el director de cámara. Estará, como ahora, detrás del escenario del Teatro de Verano viendo, en distintos monitores, las imágenes del show para elegir qué plano mostrar. Pero además podrá intercalar, por ejemplo, imágenes de la película verdadera que un conjunto esté parodiando o fotos reales de personajes citados, y, en el caso de una murga, tendrá la posibilidad de poner en la pantalla una imagen de Neil Armstrong para acompañar un recitado dedicado a la Luna. Pero la vedette de este sistema será la incorporación de risas grabadas en la transmisión televisiva. Esto ayudará a comunicarse con el público, como herramienta para indicarle con certeza cuándo y de qué debe reírse. Minimicemos el margen de riesgo de cualquier tipo de reacción espontánea y participativa que se salga del libreto. Porque, para participar y cuestionar, ya están los programas de preguntas y respuestas.