A lo largo del último año, ha trascendido
la preocupación de la Academia por el alcance televisivo de esta edición del
Oscar, debido al desinterés que pudiera provocar una ceremonia que dura horas,
sobre todo en un público que, en muchos casos, se ha alejado del cine para
volcarse paulatinamente al consumo de series. Una baja en las audiencias supone
un correlativo descenso en la publicidad, por lo que la administración del
evento puso presurosamente sobre el tapete varias medidas en un intento de
“amenizar” la ceremonia. La primera de ellas fue añadir a las premiaciones la
categoría “mejor película popular”, una sección paralela como intento de
acercar todos esos blockbusters que alimentan la industria, pero que no
son considerados parte del cine “culto”: películas como Avengers, Bumblebe...
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