El nuevo teatro para niños y niñas que se está viendo en las salas montevideanas es una extraña y luminosa sorpresa. Un teatro que no busca subestimar a su platea y redobla el riesgo al incorporar en sus contenidos reflexiones sobre problemáticas actuales. Un teatro que se anima a hacer homenajes y resignificaciones de nuestra música popular, a poner el ojo sobre nuestro pasado reciente, a incorporar herramientas del carnaval, el audiovisual y la música sin que la variedad de estímulos resulte excesiva. Un teatro que propicia el encuentro.
La talentosa dupla conformada por la diseñadora Paula Villalba y el músico y murguista Pablo Pinocho Routin es responsable de la dirección y el texto de La rimbombante travesía del ropero disparate, que ya con la originalidad de su título llama la atención del espectador. El montaje cuida al detalle los elementos plásticos y presenta a cuatro actores que llevan un ropaje con claras reminiscencias carnavaleras. Pueden ser antiguos bufones, artistas de circo itinerante o seres procedentes de la imaginación de un niño. Llegan en su casa-vehículo, un ropero misterioso del que salen para montar un escenario colorido y narrar historias fantásticas. La puesta, que se apoya en lo musical solo por momentos, está dirigida a niños de temprana edad y atrapa por el humor y los estímulos visuales, con una excelente conexión lograda por los actores con el público (Romina Kuyunjian, Eliana Routin, Lucía Santamaría, Camilo Routin). La obra apela a captar la atención y sostenerla mediante la palabra, y relata historias que se apoyan en la transformación de objetos de la vida cotidiana, en situaciones de humor físico y, sobre todo, en la imaginación de la divertida platea, que completa el relato. Se destaca la utilización de ingeniosos juegos de palabras y la realización del hermoso vestuario y las pelucas (a cargo de Lucía Silva) que componen a estos seres mágicos.
El espíritu burlón es la última producción de la Compañía Granja de Piratas y se basa en la música de Eduardo Mateo. El equipo busca hacerle un homenaje al popular cantautor y compone un espectáculo para compartir en familia, que atraviesa las generaciones. El elenco, conformado por Mariana Escobar, Nico Varela y Rodrigo Spagnuolo, compone sus roles (un padre, una hija y su madre, un jefe, un relojero llamado Señor del Tiempo) mientras interpreta canciones y ejecuta variados instrumentos en vivo. Para quienes conocen la música de Mateo, la puesta se vuelve un deleite: es hermoso volver a escuchar aquellas canciones de todos los tiempos. El espectáculo es disfrutable tanto para los niños como para los adultos, ya que evoca la memoria emotiva y resignifica aquellas melodías. La puesta las incorpora con inteligencia y acierto para ir creando un relato entre los personajes que surgen de las canciones «Jacinta» y «Kin Tin Tan», la voz narradora en «De mi pueblo». También hay referencias a «Espíritu burlón». Lo lúdico y lo poético, que atravesaban la creación de Mateo, se recuperan para crear una historia sensible sobre el paso del tiempo y la persecución de los propios sueños. La puesta se dirige a niños desde los 3 años y propone un delicado ritmo propio, mientras se apoya en elementos visuales con proyecciones de ficción e imágenes a cargo de la artista plástica Virgina Patrone.
La resistencia de las luciérnagas es la segunda parte de la saga lumínica que comenzó con la reconocida puesta de Una luz en la ventana, escrita y dirigida por Vanessa Cánepa. Recomendada para niños a partir de los 6 años, incorpora en su anécdota, de forma muy inteligente, elementos que hacen referencia a la dictadura. La directora comenzó en este camino atravesada por su maternidad, pues desde ese rol buscó la forma de conversar sobre temas dolorosos (como la muerte) con su propio hijo. Encontró en el teatro el lenguaje indicado para transmitir ideas en torno a la pérdida y lo plasmó en su primera obra para público infantil. Así, en Una luz en la ventana, dos nietos viajan por el tiempo a través de las memorias de su abuelo. La saga se conformará por cinco entregas que darán a conocer un árbol genealógico completo, buscando hacer foco en la memoria. El último eslabón son Alicia y Pedro, los nietos de aquella primera entrega.
La resistencia de las luciérnagas trabaja sobre reminiscencias e impresiones acerca de la dictadura, aunque Cánepa aclara que todos los integrantes del equipo han nacido en democracia. El montaje recrea una casa en el bosque, con una hermosa escenografía y un importante universo sonoro bellamente logrado por Leonardo Martínez y María Eugenia Pirotto. Los sonidos acompañan las emociones de los personajes Mincho y Virginia, que se encuentran en una búsqueda a través de un misterioso mapa y cartas con acertijos. Finalmente, descubren el origen de la biblioteca que era el eje de aquella primera entrega. Agustín Martínez y Paula Rodhe componen a estos jóvenes que se cuestionan, se hacen preguntas e incorporan lúdicamente a su platea, que también posee el mapa de la búsqueda: un programa de mano que contextualiza a los adultos en la época en la que ocurre la obra, 1978. Juntos logran una sólida conexión que desliza momentos de ternura y humor aun en los momentos de dificultades, mientras trabajan acertadamente con la palabra y la corporalidad.
En la sala La Gringa pudo verse Villa Sombra, dirigida por Eliana Recchia y basada en un texto escrito por Verónica Perrotta y Pablo Albertoni hace ya 20 años. La obra mantiene su vigencia y nos habla, mediante el humor y las canciones, de una fábrica de sombras llamada Bajo el Arbolito, cuyos empleados hacen sus tareas bajo las órdenes de un jefe exigente y misterioso, mientras la sombra absoluta amenaza con imponerse. La puesta se apoya en el humor y la invitación al juego, mientras fomenta la imaginación. Y no pierde de vista a su público, ya que el programa de mano es un proyector de sombras hecho de materiales reciclados, que invita a jugar ya desde el momento en que los niños pisan el teatro. A su vez, cuenta con un ritmo narrativo muy dinámico, que se acelera a través de las canciones, compuestas por Recchia y los músicos Gonzalo Brown y Nicolás Ibarburu.
Furiosa formó parte del Festival Rodamundo y es una puesta dirigida al público adolescente. Escrita y dirigida por Luciana Lagisquet, se inspira en los textos de William Shakespeare para problematizarlos y, desde allí, proponer una lectura con perspectiva de género que cuestiona los clásicos y obliga a los adolescentes a mirarlos desde una nueva óptica. La directora viene trabajando hace muchos años con la compañía Teapot Plays in English, poniendo en escena adaptaciones contemporáneas de los textos de Shakespeare. En este caso, el montaje es en castellano y la anécdota muestra a una compañía de teatro que pone en escena la obra La fierecilla domada. El numeroso elenco (Larrama, Artigalás, Botana, Bosch, Amaral, Barreiro, Gallardo, Fernández) compone a estos actores en sus roles durante el ensayo y deja entrever luchas jerárquicas que tienen que ver con la condición de género y la denuncia de situaciones de injusticia. A su vez, al escenificar La fierecilla domada, los actores y las actrices cuestionan los contenidos de aquella obra, que deja a los personajes femeninos en roles sumisos y empobrecidos, alejados de las búsquedas y las reivindicaciones del hoy. La puesta invita a la reflexión, pero no deja de lado el humor, muy bien logrado por todo el elenco.