Hay que subir el primer tramo de una escalera de mármol, tocar timbre y luego subir el segundo tramo. Al llegar al descanso y subir un tercer tramo más corto, pregunté por la sala. Una mujer me indicó el lugar y me dijo que, justo en ese momento, también estaba la autora. No esperaba encontrar a Nancy Urrutia, ni la larga e interesante conversación con ella, que me hizo comprender mejor las fotografías que estaban frente a mis ojos y la trayectoria de esta mujer increíble.
En 2019, la profesora de Historia Marisol López contactó a Urrutia. Estaba buscando a la autora de una fotografía icónica, tomada en el acto por el natalicio de Artigas que se realizó el 19 de junio de 1986, en la que puede verse a Luisa Cuesta entregando una carta al vicepresidente Enrique Tarigo. En esa carta, distintos actores políticos y sociales reclamaban por verdad y justicia. Los colectivos se apostaron frente al palco oficial, en la puerta de la iglesia, y, una vez finalizado el desfile militar, hicieron una contramarcha en la que, entre muchas otras pancartas, se destacaba una que decía: «Culpables son quienes torturaron y mataron / Culpables son quienes dieron las órdenes / Culpables son quienes los cobijan y amparan». Todo quedó registrado por el ojo atento de Urrutia, ubicada en la calle, entre el palco oficial y el público.
Ese primer contacto quedó en nada, pero cuatro años después Marisol López y Pablo Pérez Queiruga, director del Centro Cultural Casa de Artigas, en Sauce, volvieron a contactar a Urrutia para montar una versión reducida de la muestra que se expone en Montevideo. Así, las fotos de Urrutia removieron los recuerdos de las personas que se reconocieron en ellas. Esa misma emoción, me cuenta Nancy, la invadió cuando comenzó a revisar sus negativos. También recuerda que su bautismo de fuego como periodista gráfica se produjo el 27 de noviembre de 1983, cuando cubrió el acto del obelisco, el del río humano que reclamó el regreso de la democracia. Ese día, aprendió que tenía que controlar sus emociones para poder encuadrar.
Algunas de las fotos que sacó en ese acto fueron publicadas en la revista Avanzada,de Acción Sindical Uruguaya. También fue periodista gráfica de Brecha durante 11 años, además de trabajar en otros medios y tener su propio estudio, en el que hacía desde fotos sociales hasta fotos carnet. Fue una mujer autodidacta, que trabajó en un mundo de hombres siempre dispuestos a menospreciar el valor de su trabajo. Me habló de ética y responsabilidad en el cuidado de las personas y los colectivos retratados y en el periodismo como forma de colaborar con la lucha por los derechos humanos.
UNA FOTO ICÓNICA
La exposición es contundente. Uno puede hacerse una idea de lo que es un desfile militar, incluso de la violencia implícita y explícita que pudo significar en aquel contexto. Una de las fotos muestra a los representantes de la Armada Nacional, la Fuerza Aérea y el Ejército parados en jeeps lustrosos, imponiendo su presencia casi como estatuas. En otra se puede ver a militares empuñando ametralladoras. También a los niños y las niñas que, con sus túnicas y moñas, desfilan siguiendo los pasos de los militares. Uno se pregunta por la continuidad entre los actos de la dictadura y ese otro acto, el de 1986. Y también por los actos de hoy, en los que la infancia todavía se ve expuesta a una idea de patria militarizada, que es capaz de hacerlos cantar «libertad o con gloria morir».
La foto que capta toda mi atención es la de Luisa Cuesta. Muchas veces se utilizan las expresiones «la imagen habla por sí misma» o «una imagen vale más que mil palabras», pero no es cierto: nada habla por sí solo. Y no se trata de incluir un comentario descriptivo, porque cuando se describe se elige qué describir y, sobre todo, cómo describir: se destacan determinados aspectos, se descartan otros. En definitiva, sacar una foto o analizarla con palabras es un acto de interpretación del que es imposible zafar.
En esa foto icónica, que fue tapa de Brecha el 27 de junio de 1986, Luisa Cuesta está acompañada por Amalia González y María Esther Gatti de Isla. Las tres llevan las fotos de sus familiares desaparecidos. Cuesta tiene en su mano una carta que extiende hacia Enrique Tarigo. El vicepresidente, desde arriba, estira su mano izquierda, pero todavía le queda el gesto de brazos cruzados. Parece que necesita sostener el brazo que recibe el peso de la carta. La foto, tomada desde abajo del palco oficial, capta el momento y también el espíritu de la lucha. Desde arriba, los políticos miran con seriedad (¿y sorpresa?) a estas mujeres, madres, abuelas, luchando por saber la verdad, enfrentando a un poder político y militar que se expone con exuberancia frente al pueblo. Miramos la foto con Urrutia: «Es muy triste que, 37 años después, sigamos en la misma».
El texto de la carta
Sr. Presidente de la República
Presente
De nuestra mayor consideración
El 18 de mayo de 1986, representantes de las instituciones sociales y organizaciones políticas de la ciudad de Las Piedras, empeñadas en la vigencia plena de los derechos humanos, se dirigen a usted a fin de transmitirle a través de una carta la problemática que nos preocupa e inquieta a todos por igual. Al no haber recibido respuesta alguna sobre el contenido de la misma es que, las instituciones sociales y organizaciones políticas de Sauce, hacemos llegar a usted nuestro reclamo una vez más a fin de esclarecer la situación de los 3 ciudadanos desaparecidos en la ciudad de Las Piedras.
Atentos a que la verdad y la justicia son pilares fundamentales en una verdadera democracia, exigimos el esclarecimiento de las desapariciones de los tres ciudadanos canarios: Pablo Errandonea, Omar Paíta, Fernando Díaz de Cárdenas. Sus casos se suman a los de casi doscientos uruguayos más,
desaparecidos dentro y fuera del país, en lo que fue la sangrienta represión antipopular de la dictadura militar. Estos hechos son verdaderos atentados contra la dignidad de todos los uruguayos, y sin embargo, pese a que han sido presentados innumerables testimonios probatorios ante la justicia penal ordinaria, única que reconocemos, ésta está trabada en su actuación, y los autores de los delitos permanecen impunes.
No podemos admitir que quienes poseen responsabilidad política estén dispuestos a lanzar un manto de olvido sobre los derechos humanos. Pensamos que el hacerlo es suicida, alimenta a los criminales a repetir sus desmanes. Creemos que la paz y la democracia no pueden edificarse en el olvido, primero es imprescindible que la justicia actúe. Por eso los aquí firmantes, representando el sentir de la mayoría de la población, le transmitimos nuestro clamor porque se juzgue y castigue a todos los culpables de las violaciones a los derechos humanos.
Partido Nacional – Frente Amplio – PIT-CNT – SERPAJ – Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos – Grupo de Derechos Humanos de Pando y Sauce