a semana pasada, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pronunció ante el parlamento regional en Estrasburgo su esperado discurso anual sobre el estado de la Unión. Vestida comme il faut para la ocasión, en amarillo y azul, los colores de la bandera ucraniana –es de regla entre los funcionarios y los dirigentes políticos del continente que algún signo marque, siempre, su ucranianismo–, la conservadora alemana habló con la entonación propia de quien quiere marcar la «gravedad de la hora». «Por vez primera desde su creación, este parlamento celebra el debate sobre el estado de nuestra Unión mientras la guerra asola territorio europeo», comenzó diciendo.
A continuación evocó los logros de los 27 miembros desde que hace ya siete meses las tropas rusas entraron a Ucrania...
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