Hartos de las políticas de austeridad, el último fin de semana la mayoría de los irlandeses volcaron en las urnas su apoyo al Sinn Féin y a sus planes de fortalecimiento del sector público y mayores impuestos a los más ricos. Entre las más insistentes de sus promesas hay un ambicioso programa estatal de vivienda, que incluye el congelamiento de los alquileres.
La idea de que Occidente vive una marea
conservadora, que obliga a las fuerzas de izquierda a mantenerse a la
defensiva, volvió a ser cuestionada por la realidad. En Irlanda se quebró una
vieja hegemonía. Los dos partidos de centroderecha que gobernaban el país desde
hacía un siglo –Fianna Fáil y Fine Gael– fueron derrotados. En las elecciones
parlamentarias del sábado 8 de febrero, sobresalió el Sinn Féin, históricamente
ligado al E...
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