Sin convivio no hay teatro. Empecemos desde este punto consensuado entre los teóricos. El convivio es la reunión de las almas en un mismo espacio y en un mismo tiempo donde sucede la magia teatral. Allí, artistas, técnicos y público, en acordada comunión, juegan a abandonar sus seres reales para permitir que la ficción, que lo abarcará todo, tenga lugar. Mientras dura el espectáculo, la subjetividad estará en primer plano contribuyendo al carácter efímero e irreproducible del teatro. En la proximidad de los cuerpos surgirán la historia contada, el drama en sentido amplio, las emociones, la organización de la mirada del otro. Visto así, el teatro no permite intermediarios tecnológicos, completarse a distancia, sentirse desde únicamente proyecciones, vivirse a través de redes sociales. Dirá ...
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