Ha traducido varios textos teatrales, como Crímenes del corazón, de Beth Henley, y Tom Pain, de Will Eno. En 2017, cuando nació su hija, comenzó un vínculo con la dramaturgia y hoy es autora de una pentalogía distópica, con tres textos estrenados. El primer estreno, en 2018, fue el de No ver, no oír, no hablar, dirigido por Diego Arbelo, en el Teatro Circular. El segundo, el de Valor facial, estrenado en plena pandemia. Ahora, del 3 al 8 de mayo, se estrena Toda mi vida me gustaron las matemáticas, dirigido por Fernando Vannet, en la sala Zavala Muniz. En este caso, también ha incursionado en el rol de productora.
—Tu formación es más actoral. ¿Cómo te encontraste con el camino de la dramaturgia?
—Lo que inició el camino fue el hecho de ser madre. Creo que hay una conexión muy profunda, qu...
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