Después de abandonar al Frente Amplio (FA) tras las elecciones de 2019 y jubilarse como médico general en marzo pasado, el exdiputado Darío Pérez parecía destinado a regar las plantas de la chacra donde vive, en las afueras de San Carlos, alejado de la política hasta el fin de sus días. Al menos eso intentó transmitir hasta que, en junio, oficializó su integración al Partido Nacional (PN) y se sumó a las huestes del intendente Enrique Antía, caudillo de extracción wilsonista al que supo calificar de corrupto más de una vez. La decisión de Pérez no sorprendió. Hacía ya dos años que el exdiputado, aparentemente cansado del «maltrato» en filas de la coalición de izquierdas, guiñaba un ojo al partido «de hombres libres» en el que militó en su juventud y del que, para muchos frenteamplistas, nu...
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