Se suele decir que, aunque un artista muera, seguirá viviendo en su obra, y la industria musical sabe de esto. ¿Cuántos artistas tienen una discografía póstuma mucho más amplia que la que editaron en vida? Muchas veces son cosas realmente interesantes, pero, seamos sinceros, la gran mayoría son totalmente prescindibles, pues a veces son grabaciones que ni siquiera están terminadas. Esto sucede, sobre todo, con materiales en vivo, por algo bastante obvio: los músicos dan muchos conciertos, y si cada uno se grabara, bien podría ser otro disco –los invito a revisar la eterna discografía de Grateful Dead para ver un ejemplo realmente extremo–. Esta es la lógica de los sellos discográficos que tienen los derechos de artistas que ya están bajo tierra, que exprimen el jugo hasta donde se pueda.
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