Desengáñese, Netaniahu no es un hombre de paz - Semanario Brecha

Desengáñese, Netaniahu no es un hombre de paz

Los palestinos en Gaza.

Los palestinos en Gaza pudieron soltar un suspiro de alivio la semana pasada, cuando las precarias conversaciones sobre un cese el fuego sobrevivieron al intercambio de bombardeos que duró dos días y que amenazó con desatar otro ataque militar más de gran escala por parte de Israel.

El martes de tarde de la semana pasada, tras el episodio de violencia más intenso en cuatro años, el primer ministro israelí, Biniamin Netaniahu, y Hamas, el movimiento islámico que gobierna Gaza, aprobaron una tregua de largo plazo mediada por Egipto.

A ambas partes les interesa evitar que estalle una explosión de ira popular en Gaza, ya que sus consecuencias serían difíciles de predecir o de contener.

El pequeñísimo enclave funciona con respiración asistida luego de sufrir durante la última década tres sostenidos ataques devastadores por parte de Israel, además de un bloqueo asfixiante. Miles de hogares están en ruinas, el agua a la que acceden los habitantes es casi imbebible, falta electricidad y el desempleo está por las nubes.

Y, como es habitual, el destino inmediato del enclave está en las manos de políticos israelíes que compiten por ser el belicista en jefe de su país, para así poder cosechar ventajas electorales.

Las elecciones se acercan a pasos agigantados, luego de que Avigdor Lieberman, el ministro israelí de Defensa, de línea dura, renunciara el miércoles de la semana pasada tras los enfrentamientos. Acusó a Netaniahu de “capitular frente al terror”, por haber aceptado la tregua.

Lieberman se llevó consigo a un puñado de legisladores, dejando a la coalición gobernante con una mayoría muy estrecha (un escaño parlamentario). Durante este fin de semana circularon rumores de que otro partido, el ultranacionalista La Casa Judía, estaba a punto de abandonar la coalición.

De hecho Netaniahu desató estas reacciones por actuar de manera poco cautelosa. Ya había allanado el camino para una tregua este mes, al aliviar el bloqueo, permitiendo que ingresara combustible a la Franja y 15 millones de dólares en efectivo desde Qatar para cubrir deudas salariales con los funcionarios públicos de Gaza.

Y justo en ese momento crítico Netaniahu autorizó una incursión encubierta del Ejército israelí en el seno de Gaza. Cuando los soldados fueron descubiertos estalló un tiroteo que dejó a siete palestinos y a un comandante israelí muerto.

Luego de ello ambos bandos aumentaron sus apuestas: Hamas disparó cientos de cohetes contra Israel, mientras que las fuerzas armadas israelíes bombardearon el enclave matando a más de una docena de palestinos.

Lieberman había expresado su indignación con la transferencia de dinero catarí a Gaza, afirmando que sería imposible saber de qué manera se gastaría. La tregua terminó siendo la gota que derramó el vaso.

Ahora los líderes de Hamas se jactan de haber creado un “terremoto político” con la renuncia de Lieberman. Las repercusiones de este hecho no serán fáciles de limitar a Israel.

Extrañamente, Netaniahu ahora aparenta ser la voz más moderada de su gabinete. Políticos de su bando exigen que Israel “restablezca su sistema de disuasión” –un eufemismo para decir que hay que arrasar con Gaza.

Naftali Bennet, el líder del partido de colonos La Casa Judía, rechazó la tregua como “inaceptable” y reclamó asumir la cartera vacante de Defensa.

También hubo críticas desde la llamada izquierda israelí. El líder del opositor Partido Laborista Avi Gabbay tildó a Netaniahu de “débil”, mientras que el ex primer ministro Ehud Barak dijo que se había “entregado a Hamas bajo fuego”.

Opiniones similares son compartidas por el público. Algunas encuestas indican que 74 por ciento de los israelíes está a favor de un enfoque más duro.

En la ciudad de Sderot, que se encuentra cerca de Gaza y que fue blanco de disparos de cohetes, la población salió a la calle con airadas protestas. Por primera vez se vieron pancartas con el eslogan “Bibi Go Home” (Bibi vete a tu casa) –usando el sobrenombre de Netaniahu– en zonas donde el partido del primer ministro tradicionalmente ha tenido más apoyo.

Frente a estos reproches, con unas elecciones a la vuelta de la esquina y con la amenaza de varias imputaciones por corrupción, podría serle difícil a Netaniahu resistir una escalada en Gaza.

Pero también tiene incentivos importantes para apaciguar la situación y asegurarse de que Hamas mantenga su poder.

Algunos analistas sugieren que la idea de que Netaniahu se haya transformado en un “hombre de paz” no puede estar más equivocada. Lo que distingue a Netaniahu de su gabinete no es su moderación, sino que piensa más a largo plazo que sus rivales de extrema derecha. Estima que los ataques incendiarios no son la mejor manera de alcanzar su principal meta política, que es socavar el proyecto nacional palestino. A esto se refería el miércoles de la semana pasada cuando les reprochó a sus críticos perder de vista “el panorama más amplio de la seguridad de Israel”.

En un plano práctico, Netaniahu ha escuchado a sus generales, quienes advierten que si Israel provoca una guerra con Hamas, podría quedar mal parado para sobrellevar sus secuelas en otros dos frentes: Líbano y Siria.

Pero Netaniahu tiene preocupaciones aun más importantes. Como observó el veterano analista militar israelí Ben Caspit: “La única cosa más peligrosa para Netaniahu que enfrascarse en una guerra es enfrascarse en la paz”.

El Ejército israelí ha respondido a meses de protestas masivas a lo largo del muro perimetral de Gaza –mayormente pacíficas– matando a más de 170 manifestantes palestinos e hiriendo a miles más.

Las protestas podrían transformarse en una rebelión. El Ejercito no está para nada preparado para la eventualidad de que los palestinos se precipiten sobre el muro que los mantiene presos. Su única respuesta sería masacrarlos en masa, o directamente reocupar Gaza.

Netaniahu prefiere favorecer a Hamas, para que este pueda contener las protestas, que enfrentar un revés internacional y exigencias de negociar con los palestinos.

Además, una tregua que mantuviera a Hamas en el poder en Gaza también permitiría que Majmud Abbas y su Autoridad Nacional Palestina, basada en Cisjordania, permanecieran excluidos.

Esta fue en parte la razón por la cual Netaniahu –yendo en contra de su instinto habitual– permitió la transferencia del dinero catarí, algo a lo que se oponía la Autoridad Nacional Palestina. No era solamente un estímulo para Hamas, sino una bofetada para Abbas.

Una Palestina desunida, dividida territorialmente e ideológicamente, no está en condiciones de ejercer presión sobre Netaniahu –ya sea a través de Europa o de las Naciones Unidas– para iniciar diálogos de paz o para conseguir su reconocimiento como Estado. Algo que resulta cada vez más urgente, dado que la Casa Blanca asegura que el plan de paz tan demorado del presidente Trump será revelado en el correr de los próximos dos meses.

Algunas filtraciones sugieren que Estados Unidos podría proponer que Gaza fuera una “entidad” separada, bajo supervisión egipcia y financiada por Qatar. La tregua debería entenderse como un primer paso hacia la creación de un seudo-Estado palestino en Gaza en estas condiciones.

Los palestinos allí se encuentran entre la espada y la pared. Entre dirigentes israelíes impulsivos y vengativos, como Liberman, que quiere ampliar la masacre en Gaza, y Netaniahu, que prefiere que los palestinos se mantengan callados y olvidados en su diminuta prisión.

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