“Desgraciados los pueblos que necesitan héroes” * - Semanario Brecha

“Desgraciados los pueblos que necesitan héroes” *

Vivian Trías y los servicios de inteligencia checos.

Trías y Raúl Sendic entre los cañeros (sin fecha) / Foto: gentileza Partido Socialista

La publicación de un documento atribuido a Vivian Trías donde se analiza el golpe de Estado argentino para la inteligencia checa ha producido sorpresas, sacudones y heridas. Hay, en primer término, una discusión que reportar sobre la calidad de la información que se maneja, pero –independientemente de esto– había que intentar saber qué le iba en juego a una tradición llamada izquierda.

 “No tengo ni idea de lo que pueda pasar. Este gobierno militar puede caminar para cualquier lado. Hay quienes dicen que Videla –hombre respetado, moderado, con prestigio profesional y con una excelente actuación en la Conferencia de Ejércitos de Montevideo– puede ser el Lonardi del 76”, escribió Zelmar Michelini a Carlos Quijano el 1 de abril de 1976.1 El senador frenteamplista ya estaba exiliado en Buenos Aires y el director de Marcha lo estaba en México.

El general Eduardo Lonardi había encabezado en 1955 la llamada Revolución Libertadora que depuso al gobierno de Juan Domingo Perón. No llegó a gobernar dos meses y fue sucedido por su par Pedro Aramburu, cuyo encarnizamiento antiperonista haría que Lonardi fuese recordado como un moderado.

Ocho días antes de esta carta Videla había derrocado a la presidenta María Estela Martínez de Perón. Pero antes de aquel 24 de marzo ya habían desaparecido en Argentina los uruguayos Darío Goñi Martínez, Washington Barrios Fernández, Natalio Abdala Dergan, José Luis Barboza Irrazábal, Eduardo del Fabro de Bernardis, Juan Micheff Jara,Wiston Mazzuchi Frantchez y Nebio Ariel Melo Cuesta.

Antes del zarpazo “los presos políticos sumaban más de cinco mil y había unos mil desaparecidos”, han escrito los biógrafos de Gerardo Gatti, quien entonces también estaba exiliado en la capital argentina, y el dato del golpe “se insertaba sin demasiado sobresalto social, en una secuela cuya regla parecía ser la interrupción de los mandatos presidenciales constitucionales por golpes militares”, recuerdan. La viuda de Gatti les contó que cuando ella le comentó el hecho a su marido, el fundador del Pvp se limitó a responder: “No es con nosotros”. Dos meses después también sería “desaparecido”.2

El escritor Ernesto Sábato, quien entre 1983 y 1984 presidió la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas cuyo célebre informe Nunca más abrió el camino al enjuiciamiento de las juntas militares, se reunió con Videla un mes después del golpe, recordó a Brecha el historiador Aldo Marchesi. “Fue una suerte de almuerzo por la cultura, del que también participó Borges, donde Sábato expresó su tranquilidad por el golpe, realzó a Videla y planteó la idea de ‘a ver si ahora el Estado empezaba a invertir realmente en cultura’.”

“Por otro lado tenías al Partido Comunista argentino, que por muchos años estuvo planteando la existencia de sectores militares en los que había una mezcla de ideas nacionalistas y democráticas”, añadió el historiador. “En la Argentina de 1976 ese tipo de lecturas no eran exóticas”, sintetizó Marchesi.

El sábado pasado el también historiador Fernando López D’Alesandro publicó un documento atribuido a Vivian Trías, líder e ideólogo de los socialistas uruguayos de las décadas del 60 y 70 del siglo XX. En el texto se hace un análisis del golpe, y data –según López D’Alesandro dijo a Brecha– de mediados de abril del 76, unas semanas después del golpe. Aclaración necesaria porque el documento subido por La Diaria aparecía sin fecha y tampoco la tenía la nota de López D’Alesandro que lo acompaña.

De Videla se dice allí que “se caracteriza por su profesionalismo, austeridad y moderación. Marca el equilibrio y expresa, al parecer muy bien, a la mayoría de las fuerzas armadas. Es hombre de sólido prestigio y muy conocido por su capacidad técnica, pues por 31 años ha sido profesor de sucesivas generaciones de oficiales”.

Antes del golpe, habría escrito Trías, “Argentina vivía al borde del caos (…). De modo que un gobierno que pone fin a esa incertidumbre y que no se propone cambios sustanciales en las estructuras, debe ser recibido alborozadamente por la clase alta y gran parte de la clase media. Y así ha sido”.

Sin embargo “la propia clase obrera, absolutamente desencantada y hastiada de sus líderes y su tremendo fracaso, no ha recibido el golpe en actitud de enconada oposición, como ocurrió con la caída de Perón (en el 55), ni mucho menos”.

¿Qué había pasado para Trías el 24 de marzo? El golpe aparecía como “una pausa en un país tremendamente convulsionado. Una pausa ordenadora para rever problemas, soluciones y perspectivas” y “esto es válido para todos los sectores y es positivo, dada la ausencia de otras alternativas mejores”.

El autor decía que no había dudas del “total respaldo” de los estadounidenses a los golpistas, pero aducía tener información de que la embajada había condicionado su apoyo a la primacía de los militares más moderados sobre los ultras que propugnaban un “pinochetazo”. Claramente, no todo estaba dicho: “es evidente que el sector ultra permanece al acecho y que seguramente no quedará inactivo y propugnará imponer sus puntos de vista”, escribía el analista.

Parece de orden que un documento así requería ser acompañado de algunos elementos como los que encabezan esta nota para que el lector entendiese hasta dónde era posible o no prever en esa inminencia el espanto que advendría una vez consumado el atropello a las instituciones. “Yo hice una nota de difusión. No un ensayo académico. Quiero subrayarlo. Voy a hacer un ensayo académico, denme tiempo”, replicó a Brecha López D’Alesandro.

DE PRAGA A LAS PIEDRAS. Pero los aciertos o desaciertos en el análisis de la coyuntura argentina de otoño de 1976 no fueron en absoluto el único motivo por el que la publicación de La Diaria tuvo un impacto enorme, especialmente en aquellos que siguen reconociendo el magisterio de Trías, en aquellos que lo acompañaron en el empeño de construir una “izquierda nacional” planteada como una alternativa al modelo soviético y a la socialdemocracia acuñada en Europa occidental.

La “ingenuidad” política de Trías había sido ya aludida por sus defensores más consecuentes, como puede comprobarse en el prólogo de José Díaz a las obras de aquél, publicadas por la Cámara de Representantes. “Muchos lo quisimos y no sólo en sus aciertos, lo que hubiera sido fácil, sino también en sus ingenuidades y errores”, decía allí Eduardo Galeano, citado por Díaz.3

El punto es que esos papeles parecían ser la confirmación de una sospecha que estaba sobre la mesa desde octubre del año pasado, cuando El Observador divulgó que Trías había colaborado con el servicio secreto de la Checoslovaquia comunista. En realidad la noticia había sido publicada ya en agosto por el blog Stbnobrasil.com, creado por el brasileño Mauro “Abranches” Kraenski, quien se presenta como traductor, guía turístico e investigador independiente. Kraenski habría sido guía en el museo estatal polaco de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, trabajó para la televisión de ese país, y junto al checo Valentin Petrilák, publicó el año pasado en Brasil el libro 1964 : o elo perdido. O Brasil nos arquivos do serviço secreto comunista.4 Por su parte, Petrilák se presenta como traductor, investigador independiente, columnista y autor de varios textos para la prensa.

López D’Alesandro, autor de una Historia de la izquierda uruguaya hasta 1923, que ya ha tenido varias ediciones, afiliado al Partido Socialista Uruguayo desde su adolescencia hasta 2015 (actualmente milita en Banderas de Liber), vio en la noticia la posibilidad de confirmar una sospecha que le había sido planteada hace más de una década y que la vincula explícitamente a su propio derrotero político, por lo que buscó un canal de comunicación con Kraenski y Petrilák, lo obtuvo y recibió de ellos el enorme archivo del que extrajo los papeles publicados.

Pero López D’Alesandro no fue el único interesado en profundizar en la cuestión. La comunidad académica vinculada al Grupo de Estudios del Pasado Reciente también se puso en movimiento. A través de una historiadora inglesa Aldo Marchesi trabó relación con Michal Zourek, historiador checo del Centro de Estudios Ibero-Americanos de la Universidad Carolina, de Praga, y autor de Checoslovaquia y el Cono Sur (1945-1989). Relaciones políticas, económicas y culturales durante la Guerra Fría, y coautor de Las relaciones entre Checoslovaquia y América Latina en los archivos de la República Checa (1945-1989).5

El vínculo derivó en un trabajo conjunto sobre el archivo del servicio de inteligencia checoslovaco (conocido por su sigla Stb), en el que también viene participando el historiador especializado en asuntos de inteligencia Roberto García Ferreira.6 Marchesi y García Ferreira coincidieron con López D’Alesandro en señalar que la cantidad de material en juego es enorme (10 mil documentos) y presenta como dificultad fundamental el idioma (sólo 300 estarían en castellano).

El archivo del Stb es el único en su tipo que “se abrió sin ningún criterio de privacidad, en el contexto de una visión extremadamente negativa sobre el período anterior”, observó Marchesi. Las reglas de acceso a otros repositorios dificultan en este sentido inscribir la participación de Trías en un mapa más amplio de la intervención de los servicios en América Latina. “La Cia tiene como principio básico que no informa sobre personas vinculadas a la agencia”, graficó. El sonado caso de la pertenencia de Benito Nardone a la Cia se fundamenta en memorias escritas por ex agentes de la institución estadounidense. “Los secretos que se van conociendo son los de los regímenes que fracasaron en su intento de preservarlos”, apuntó al semanario la historiadora Vania Markarian.

López D’Alesandro, Marchesi y García Ferreira consideran un hecho que Trías colaboró con el Stb entre 1964 y 1977, y que recibía una paga por el servicio. “Yo creía que no había espiado –confesó López a Brecha–. Fue lo que dije en la televisión el año pasado, que era informante y analista. Pero espió. Tenía un informante en las Fuerzas Armadas y él le pasaba esos datos a los checos. Hay archivos de operaciones que se acuerdan, que se hacen acá, incluso con planos. Tengo un documento donde hace el perfil de Carlos Machado y de Eduardo Galeano. A este último lo describe como joven pero muy maduro, y dice ‘Me siguió en el giro al marxismo-leninismo que yo le di al partido’. Eso es una señal a sus jefes: ‘Miren lo que yo logré…’”, opinó el investigador.

Las impresiones de Marchesi no son las mismas, aunque aclara que “no hemos encontrado y creo que nunca vamos a encontrar algo como un contrato de trabajo”. Para este historiador se trata de agendas políticas que se encuentran, y “hasta principios de los sesenta, que es lo que hemos rastreado más, la agenda parece marcarla Trías y esto es bastante interesante. Zurek encontró algún documento donde se dice: ‘Trías tiene discrepancias con nosotros sobre temas centrales, como el carácter de la Unión Soviética, sin embargo podemos trabajar en varios asuntos conjuntamente’”.

García Ferreira, por su parte, señala divertido que los oficiales checos en contacto con Trías se atribuyen ante sus jefes el mérito de que éste realice actividades antimperialistas, como si ellos hubiesen sido sus inspiradores y el antimperialismo uruguayo (tres décadas anterior a la existencia de la propia Checoslovaquia) una medalla que se pudieran colgar. “La oficina checa en Uruguay era una oficina chica y los tipos tenían que justificar su labor. Trías tuvo mucho que ver con la fundación del Club Juventud de Las Piedras. Cuando dan cuenta de la fundación escriben exultantes que Trías había juntado más de tres mil personas. Claro que no ponen que era porque había un partido de fútbol, pero los tipos tenían que justificarse”, graficó.

En definitiva, si acaso es posible y pertinente responder a la pregunta ¿quién era el títere de quién?, será necesario tomar en cuenta que –contra todos los observadores sensatos de su época– los agentes checos creyeron en el éxito de la Unión Popular, la alianza con el ex herrerista Enrique Erro que Trías pergeñó para disputar las elecciones de 1962.

“Constan en estados impresos en fanfold”, anotó López D’Alesandro, sobre los pagos recibidos por Trías. El investigador descartó ir más allá alegando que su motivación en esto ha sido establecer que “se terminó un tiempo, que hay un mundo determinado y una ideología determinada que se acabaron, que hay que terminarla porque no da para más, porque además de que no da para más hizo daño”.

Marchesi sin embargo pudo aportar que, según lo que hasta ahora ha podido ver, “el dinero se usa o para la biblioteca de Trías o para actividades de divulgación. Su empleo en el financiamiento del diario Época parece haber tenido un papel importante”.

DE ÉPOCA A ÚLTIMA HORA. “Fijate que en el 68, sin embargo, condenó la invasión soviética a Checoslovaquia”, comentó al pasar Gerardo Caetano a este periodista, al cruzarnos un instante en los pasillos del Instituto de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Sociales.

La cita era con el profesor de historia Jaime Yaffé, doctorado en ciencias políticas con una investigación sobre la lealtad democrática de las izquierdas en los tiempos de la Guerra Fría, que tuvo como uno de sus insumos básicos la recorrida en paralelo de la evolución del pensamiento de Vivian Trías y de Rodney Arismendi. La idea era explorar la posible incidencia del vínculo descubierto en el pensamiento político de Trías.

“Acercamiento a las posiciones soviéticas yo no visualicé”, comenzó aclarando. “Lo que observé fue que el Partido Socialista en torno a los años 69 y 70 da un giro muy fuerte en su visión de la política nacional y (tiene) un acercamiento muy fuerte al Partido Comunista. Entre el 63, cuando procesan la derrota electoral del 62, y el 67 en que son ilegalizados, lo que le pasa al Partido Socialista puede ser descrito como un proceso de radicalización creciente que lo ubica cada vez más en una postura crítica del Partido Comunista y de la Unión Soviética para América Latina, y probablemente muy cerca del Mln. Por más que el Partido Socialista nunca practicó la lucha armada, lo que estaban diciendo especialmente entre el 65 y el 67 era que el único camino para la revolución era la lucha armada. Eso puede explicar esa situación ambivalente en que muchos militantes socialistas participan de la creación del Mln pero no son expulsados hasta enero de 1967, que es cuando aparentemente les exigen o acuerdan con ellos que renuncien. Después que son ilegalizados, desde enero del 67 a enero del 71, que es cuando vuelven a la legalidad, se da un proceso de revisión crítica. Es muy fuerte la crítica al foquismo que se observa en los documentos de los años 71 y 72, y al mismo tiempo el acercamiento al Partido Comunista. Al punto que en el año 72 fundan un diario conjuntamente. El Partido Socialista pasó de Época, un diario hecho con los sectores de la izquierda radical críticos al comunismo y simpatizantes de la lucha armada, a Última hora, un vespertino con un comité editorial conjunto, muy pro frentamplista, muy en la línea de la lucha de masas y la acumulación de fuerzas, muy expectante de los militares progresistas, es decir, una línea absolutamente pegada al Partido Comunista. Lo que no observé en los socialistas fue un acercamiento a la Unión Soviética, un descenso de las críticas al socialismo real, pero sí este realineamiento de las posiciones políticas en el escenario nacional, que es lo que realmente estaba en el foco de mi investigación. Esta sociedad se rompe en 1973 con el tema de los infiltrados, es decir, cuando el Partido Socialista detecta integrantes de la dirección que estaban trabajando para el Partido Comunista. No sé qué grado de veracidad tenía la acusación, pero se expulsa a algunas personas y se sanciona a otras. Es muy extraño que el Partido Comunista nunca lo haya desmentido públicamente”, relató.

Muchos de los militantes de entonces consideraban que las diferencias que separaban a la “izquierda nacional” de los comunistas uruguayos iban más allá de la oportunidad de desplegar formas de lucha que unos y otros consideraban admisibles. Piedra de toque de esas divergencias parecía ser el rol de la burguesía nacional. El discurso de Trías era que la burguesía nacional uruguaya había sido cooptada por el imperialismo y carecía por eso de la capacidad de liderar la “fase nacional liberadora” que el país y el continente tenían pendientes, cosa que hacía necesario que la etapa fuera conducida por la “vanguardia de la clase obrera”, que venía siendo el Partido Socialista. Los comunistas, según esa visión, permanecían en la creencia de que restaban cumplirse tareas de la revolución “democrático-burguesa” bajo la dirección de la burguesía nacional, y de esa noción provendría su criticado reformismo. “Pero en realidad los comunistas decían lo mismo, que en la primera etapa de la revolución, que ellos llamaban ‘democrática popular’, el proceso debía estar en manos de la vanguardia obrera para asegurarse de que se derivara de esa primera fase a la segunda, que sería propiamente socialista. ¿Por qué? Porque no había una burguesía nacional capaz de liderar el proceso. Estaban diciendo lo mismo. Era una discusión de palabras que yo creo que generaban los socialistas nada más que para reforzar su diferenciación con los comunistas”, sostuvo Yaffé.

La historiadora Vania Markarian insistiría más tarde en ubicar la peripecia de Trías y los socialistas uruguayos en “el fin del tercerismo”, en el ocaso de aquella tradición tan fuerte en Uruguay, donde “el tercerismo era Marcha, era la Feuu”, y fue perdiendo pie al tiempo que Cuba, su faro, iba asumiendo una posición crecientemente prosoviética.

Algún viejo militante recordará la angustiosa espera de la definición de Fidel Castro acerca de la invasión soviética a Checoslovaquia. Finalmente Fidel apoyó a los rusos, y el tercerismo entró en su ocaso por razones que, como declaró Marchesi a Brecha, “no se trataron de una operación de inteligencia”.

ODRES VIEJOS. Según Vania Markarian, el debate acerca de la inserción de Trías en la inteligencia checoslovaca puede producir sus beneficios. La historiadora, que nos ha recordado –frente a tanta explicación “ideologicista”– cuánto de específicamente juvenil tuvo lo que llamamos 68, propuso a Brecha que “algunas de las polémicas de los sesenta que nosotros venimos analizando, en particular en este caso la del tercerismo, pero también esta idea de una ‘vieja’ y una ‘nueva’ izquierda que heredamos del lenguaje de los nativos, a la luz de este tipo de revelaciones de los archivos, merecen cierta revisación”.

Para ella, “al colaborar Trías con los checos, lo hiciera como lo hiciera, esta cosa equidistante de los dos poderes, tan crítica del campo del socialismo real que era el tercerismo, queda muy cuestionada. Y esto también nos muestra que los poderes del campo socialista eran diversos. Aunque por cierto todo esto está sujeto a que no terminamos de conocer el archivo del que estamos hablando, pero aparentemente a los checos no les interesaban las mismas personas que a los soviéticos. Es decir que hubo una diversidad de intereses y redes. Que el mundo no se dividía en dos, los buenos y los malos, los puros y los impuros, la izquierda y la derecha, la Unión Soviética y Estados Unidos. Que hubo unas redes más complejas donde Trías u otros no eran títeres. Lo que tendríamos que terminar de entender es por qué los checos se contactaron con él y por qué él consideró conveniente ese contacto. No creo que se trate de botellas de whisky, sino más bien de agendas que van coincidiendo y que tienen que ver con el fin de esa tradición de la que viene Trías”, sostuvo.

En definitiva, para la historiadora, “si esto sirviera para sacar la idea de pureza político-ideológica como un elemento de la discusión sería positivo”. Al cabo, como aseguró en El pozo el más denodado cultor de la pureza que ha pisado esta banda, acá nada puede hacerse, ni dejarse engañar, pues en el fondo sólo se trata de un gaucho, dos gauchos, treinta y tres gauchos. Y de nada menos.

 

*    Bertolt Brecht, Galileo Galilei; 1939.

  1. “Cartas de Michelini” en Cuadernos de Marcha, tercera época, número 1. Montevideo, junio de 1985, pág 21 y siguientes.
  2. Ivonne Trías y Universindo Rodríguez, Gerardo Gatti. Revolucionario, Montevideo, Trilce, 2012, págs 274-275.
  3. Vivian Trías, Obras, tomo 1, Los caudillos, las clases sociales y el imperio. Montevideo, Ebo, pág 20.
  4. Editora Vide, 2017.
  5. Editorial Karolina, Praga, 2014 y 2016, respectivamente. Disponibles en castellano.
  6. Autor, por ejemplo, de La Cia y los medios en Uruguay. El caso Árbenz (Montevideo, Amuleto, 2007), y coautor de Espionaje y política. Guerra Fría, inteligencia policial y anticomunismo en el sur de América Latina, 1947-1961. Ediciones B, Montevideo, 2013.

 

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Voluntad de saber

[caption id="attachment_50786" align="aligncenter" width="1172"] Trías, 1958 / Foto: gentileza Partido Socialista[/caption]

Si bien el 17 de octubre del año pasado la secretaría general del Partido Socialista se había negado a “hacerse eco de versiones de prensa basadas en documentación dudosa”, este lunes el Comité Ejecutivo de la organización anunció la creación de una comisión integrada por historiadores profesionales a efectos de estudiar la veracidad de la relación entre Vivian Trías y el Stb checoeslovaco.

En declaraciones a Telemundo en la misma jornada, la senadora Mónica Xavier manifestó su disposición a realizar un proceso autocrítico si la investigación historiográfica arroja elementos que justifiquen su necesidad.

Por su parte, antes de la publicación de La Diaria, la Fundación Vivian Trías ya había realizado al menos dos reuniones con el historiador checo Michal Zoruek y sus colegas uruguayos del Grupo de Estudios del Pasado Reciente, quienes dieron cuenta de sus avances en la investigación.

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