Boffano es, además, militante por los derechos humanos y docente universitario. Su trabajo de años acompañando a grupos cristianos de diversidad sexual y también a víctimas y sobrevivientes de abusos sexuales en Italia lo acerca a una realidad poco conocida en Uruguay y lo convierte en un agudo observador de la interna de una Iglesia que, en su opinión, sigue cultivando la cultura de la dominación y el ocultamiento.
—¿A qué se refería cuando, en su cuenta de Twitter, atribuyó el caso del cura de Minas a una «dinámica perversa» dentro de la Iglesia?
—Hay un sistema perverso que atraviesa prácticamente todas las organizaciones. Estamos hablando de una cultura de la dominación, que se desarrolló y extendió en varias Iglesias cristianas y otras en el nombre de un dios único, padre, macho y bla...
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