El Mundial de Rusia fue un clarísimo reflejo del fútbol actual, en el que la paridad domina y los detalles definen. En ese contexto, Francia resultó el campeón más lógico. No fue demasiado brillante, pero manejó todas las facetas del juego con la suficiente eficacia para sacar ventaja sobre cada uno de sus oponentes.
Fue sumamente inteligente para adaptarse a las necesidades de cada partido, tuvo una envidiable contundencia y supo resistir en los momentos en los que fue sometido. Pese a la juventud de varios de sus jugadores, formó un colectivo maduro, en el que cada componente, por más talentoso que fuera, supo sacrificarse en favor del bien común. Fue un bloque fuerte y esforzado, que contó con un excelente arquero y, claro, con algunas sonrisas de la diosa fortuna, que siempre son neces...
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