Otra vez los armenios se enfrentan al exterminio. Hace un siglo, los otomanos los deportaron y masacraron en el genocidio armenio. Reducida a un pequeño Estado sin salida al mar del tamaño de Bélgica (equivalente a una sexta parte de Uruguay), Armenia ahora está inundada de bombas y disparos de su vecino oriental, Azerbaiyán. Con el apoyo occidental e israelí, Azerbaiyán está efectuando una limpieza étnica en el territorio armenio y dividiendo Armenia hasta que no quede nada.
A pesar del agresivo colonialismo de Azerbaiyán, Occidente tiende a restar importancia a la gravedad del conflicto, enmarcándolo como un mero malentendido entre dos países. En lugar de imponer sanciones a Azerbaiyán, ha aumentado la cooperación económica y militar con el país. Para complicar aún más las cosas, Occidente ahora también está intentando negociar la paz –a través de la mediación de la Unión Europea (UE)– entre ambos países. Sin embargo, es posible que estos esfuerzos simplemente estén sentando las bases para la destrucción de Armenia.
HISTORIA REPETIDA
Armenia y Azerbaiyán han estado luchando desde el colapso de la Unión Soviética. A medida que la Unión se desintegró, las repúblicas soviéticas se dividieron en Estados nación. Este nacionalismo condujo a la violencia contra las minorías étnicas. Tanto los armenios en Azerbaiyán como los azeríes en Armenia fueron objeto de una limpieza étnica.
Una de las minorías más grandes eran los armenios de Nagorno Karabaj (llamado Artsaj por Armenia), una región dentro del Estado de Azerbaiyán donde los armenios eran mayoría. Poco después de que Azerbaiyán se independizara, revocó la autonomía de Artsaj y comenzó un asedio a su capital. En respuesta, Artsaj declaró su independencia y luchó con Armenia contra Azerbaiyán. Cuando terminó la guerra en 1994, Artsaj y sus territorios circundantes quedaron bajo control armenio.
Dos décadas después, la suerte de Azerbaiyán ha cambiado. Poco después de que estallara la segunda guerra de Nagorno Karabaj en 2020, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ratificó una resolución que niega la ayuda militar de su país a Azerbaiyán. Poco después, Biden dio marcha atrás y volvió al viejo statu quo. De hecho, la puesta en práctica de esa resolución venía siendo puesta en suspenso anualmente, tanto por presidentes demócratas como republicanos, desde que se estableció por primera vez a principios de los años noventa. Situado a medio camino entre Europa y Afganistán, Azerbaiyán es un centro estratégico para el Ejército estadounidense. Más de un tercio del equipamiento no letal estadounidense destinado a la ocupación de Afganistán pasó por Azerbaiyán.
El descubrimiento de un yacimiento de gas en 1999 provocó un auge económico azerí. Entre 2004 y 2008, la economía de Azerbaiyán se quintuplicó. Occidente ayudó a explotar los combustibles fósiles del país, y British Petroleum se convirtió en su mayor inversor extranjero. En 2018, la Unión Europea invirtió 1.500 millones de euros para ayudar a construir un gasoducto desde Azerbaiyán hasta Europa. A medida que su economía crecía, también lo hacía su Ejército, que recibió apoyo de Israel, impulsado por su adversario común con los azeríes, Irán. En la década de 2010, alrededor de un tercio de las importaciones de armas de Azerbaiyán procedían de Israel, cifra que ha aumentado a dos tercios, según cifras recientes.
Armenia pronto se encontró aislada, situada entre sus enemigos Azerbaiyán al este y Turquía al oeste. Incapaz de reforzar su Ejército al mismo ritmo que Azerbaiyán, Armenia enfrentó desafíos para defenderse. No obstante, tenía una ventaja crucial de la que carecía Azerbaiyán: el apoyo de Rusia. Mientras Azerbaiyán se alineó con Occidente, Armenia era parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el equivalente ruso de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que obliga a todos los miembros a defender a cualquier miembro atacado.
En 2020, Azerbaiyán lanzó una ofensiva contra Artsaj. Al principio, Rusia no intervino, ya que el territorio era reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán. Sin embargo, cuando Azerbaiyán derribó un helicóptero militar ruso, Rusia emitió un ultimátum exigiendo el cese de las operaciones. En consecuencia, finalmente se firmó un alto el fuego y se desplegaron fuerzas de paz rusas en Artsaj.
ALIANZAS ENERGÉTICAS Y MILITARES
Todo cambió cuando Rusia invadió Ucrania. Mientras Rusia estaba distraída, Azerbaiyán lanzó una ofensiva militar. Mientras que las ofensivas anteriores fueron contra Artsaj, esta fue contra Armenia, que intentó pedir ayuda a la OTSC. Pero ninguno de los miembros, ni siquiera Rusia, respondió. El único elemento disuasorio de Armenia había desaparecido. En solo dos días, 200 armenios fueron asesinados. Azerbaiyán ocupó 140 quilómetros cuadrados del territorio de Armenia y se dedicó a secuestrar, torturar, violar y ejecutar a armenios en las regiones fronterizas.
Luego Azerbaiyán dirigió su atención directamente a Artsaj. En diciembre de 2022, Azerbaiyán bloqueó todos los alimentos, las medicinas, la electricidad y el agua que llegaban a la región. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, afirmó que los armenios en Artsaj «vendrán con la cabeza gacha» o «tendrán que buscar otro lugar donde vivir». Esta no fue una amenaza vana: Azerbaiyán ha bombardeado con anterioridad zonas civiles en Artsaj para expulsar a sus habitantes, un crimen denunciado por Human Rights Watch en 2020. Recientemente, Aliyev dijo que instalaría a 150 mil azeríes en la región. Aunque el 22 de febrero de este año la Corte Internacional de Justicia dictaminó que Azerbaiyán debe «tomar todas las medidas a su disposición para garantizar el movimiento sin obstáculos de personas, vehículos y carga», la situación en la zona siguió siendo extremadamente grave.
Lamentablemente, la política exterior occidental sigue siendo la misma. Si bien Occidente reclama un respeto estricto al derecho internacional frente a los movimientos de Rusia, solo muestra una leve preocupación por las acciones de Azerbaiyán. Cuando Azerbaiyán comenzó a bombardear Armenia, el Departamento de Estado de Estados Unidos se mostró preocupado por un «aumento de las tensiones» en la frontera. La UE afirmó que «las fuerzas de cualquiera de las partes deben retirarse a una distancia segura» y el líder de la delegación británica en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Neil Holland, exigió negociaciones sustantivas de «ambas partes», lo que implica una responsabilidad igual en el conflicto, a pesar de la agresión desproporcionada de Azerbaiyán.
Así como los ataques israelíes contra Palestina provocan poca respuesta de Occidente, la misma apatía sale a relucir cuando Azerbaiyán ataca a Armenia. Azerbaiyán es un socio clave para la seguridad energética de Europa y para la alianza militar de Occidente e Israel contra Irán. Por el contrario, Armenia no tiene reservas de combustibles fósiles y es uno de diez países que albergan una base militar rusa.
Armenia se encuentra ahora donde estaba Palestina en los años noventa. Cuando la Unión Soviética colapsó, los Estados árabes perdieron a su aliado más poderoso, y Palestina no tuvo más alternativa que trabajar con Estados Unidos. Lamentablemente, la alianza de ese país con Israel condujo a un acuerdo de paz entre palestinos e israelíes hecho con mala fe. En lugar de conceder el estatus de Estado a Palestina, los Acuerdos de Oslo concedieron a Israel el control de Cisjordania. Los palestinos luchan ahora por su supervivencia como pueblo bajo el apartheid israelí.
CON AMIGOS COMO ESTOS…
Con Rusia centrada en Ucrania, Armenia no tiene más opción que trabajar con Occidente para sobrevivir. La UE envió expertos para monitorear la frontera entre Armenia y Azerbaiyán, y se han celebrado conversaciones en Bruselas y Washington. Pero, detrás de estas propuestas, los verdaderos intereses de Occidente están del lado azerí. Los observadores en Armenia no cambiaron la política exterior de la UE. Su presencia parece más bien un truco publicitario para mejorar la imagen de Bruselas. El Consejo de Asuntos Exteriores del bloque europeo dijo que el propósito de la misión era «mantener la credibilidad de la UE como facilitadora del diálogo entre Armenia y Azerbaiyán». Mientras Armenia era atacada, la UE acordó duplicar, para 2027, las importaciones de gas desde Azerbaiyán.
Se ha dado poco apoyo a Armenia. La UE propuso enviar ayuda a Artsaj, pero esta idea fue rechazada con vehemencia y condenada rotundamente por Armenia y Artsaj. ¿Por qué? Porque la ayuda vendría desde Azerbaiyán, el mismo país que está matando de hambre a Artsaj. El Fondo Europeo de Apoyo a la Paz de la UE ha proporcionado ayuda militar a Georgia, Moldavia y Ucrania, pero ha rechazado las solicitudes hechas por Armenia.
Según las cifras más recientes, Estados Unidos proporcionó más de 100 millones de dólares en ayuda militar a Azerbaiyán en 2018 y 2019. El comercio estadounidense con Azerbaiyán asciende a 400 millones de dólares al año y sigue aumentando, mientras que el comercio con Armenia representa una cuarta parte de esa cifra y está disminuyendo. Estados Unidos parece restar importancia a las acciones de Azerbaiyán, y el secretario de Estado, Antony Blinken, ha sugerido que se están logrando avances, a pesar del bloqueo azerí de Artsaj, las violaciones del alto el fuego y las amenazas a los armenios. Incluso mientras Azerbaiyán se dedica a eliminar la presencia armenia en Artsaj, la embajadora de Estados Unidos en Armenia, Kristina Kvien, dice que cree que los armenios pueden vivir seguros bajo el Estado azerí.
La continua exigencia de que «ambas partes» cooperen se produce en un momento en que Armenia hace importantes concesiones. Después de 25 años de apoyar la independencia de Artsaj, en mayo el primer ministro armenio dijo estar dispuesto a reconocer y defender la integridad territorial de Azerbaiyán, Nagorno Karabaj incluido.
ESPERANZA PARA ARMENIA
La principal demanda de Armenia venía siendo muy simple: respeto por su soberanía y por los derechos del pueblo de Artsaj. Azerbaiyán no ha mostrado ninguna disposición a satisfacer estas demandas. Y la falta de acción de la comunidad internacional en respuesta a la agresión azerí solo la envalentona aún más. Parece que, cuanto más daño cause Azerbaiyán a Armenia y a los armenios, más concesiones podrá obtener de la comunidad internacional.
Tras la conquista por la fuerza de Artsaj, ahora la propia Armenia es el foco de los reclamos azeríes. Azerbaiyán exige que Armenia entregue el corredor Zangezur, una extensión de tierra que conectaría Azerbaiyán con su exclave hacia el oeste, Najicheván. Esta medida otorgaría a Azerbaiyán acceso al sur de Armenia y cortaría la conexión de Armenia con su aliado regional, Irán. A pesar de la oposición de Armenia, incluso Rusia, su aliado más cercano, ha expresado su apoyo al reclamo azerí.
Nadie vendrá a ayudar a Armenia. La salvación de los armenios y de Armenia parece residir en la presión desde abajo. Uno de los únicos Estados occidentales que denuncia enérgicamente la agresión azerí es Francia, donde se encuentra una de las diásporas armenias más grandes. La posición francesa no está motivada por la benevolencia de Emmanuel Macron, sino más bien por el miedo a cómo responderían los armenios en Francia si París apoyara a Azerbaiyán. El millón, aproximadamente, de armenios en Estados Unidos ya está ejerciendo presión sobre su gobierno, y algunos miembros del Congreso exigen el cese de la ayuda militar a Azerbaiyán.
(Publicado originalmente en Jacobin. Traducción de Brecha.)
El final de Artsaj
Richard Antaramian y Rafael Khachaturian
Después de al menos un mes de intenso despliegue militar –incluidas numerosas transferencias de armas desde Israel–, el 19 de setiembre Azerbaiyán lanzó una ofensiva masiva contra Nagorno Karabaj. El asalto y el brutal cerco de nueve meses que lo precedió fueron violaciones flagrantes de un alto el fuego mediado por Rusia y acordado por Armenia y Azerbaiyán en noviembre de 2020 que puso fin a 44 días de hostilidades.
En este momento, la población armenia del enclave, que ha tenido una presencia continua en la región durante más de dos milenios, está huyendo hacia los límites del Estado armenio, buscando refugio tanto de la crisis humanitaria diseñada por Azerbaiyán durante los últimos meses como de la casi certeza de violencia que les espera a manos de las fuerzas azeríes. Ya suman más de 65 mil los desplazados. Esta ronda de combates siguió un guion ya familiar: Azerbaiyán bombardeó infraestructura civil, atacó a soldados con el uso de drones y dejó evidencia de atrocidades contra civiles y personal militar por igual, evidencia publicada alegremente en las redes sociales. El resultado de este bombardeo ha sido la disolución de las estructuras políticas de Nagorno Karabaj y el desarme de su ejército de defensa, poniendo fin de hecho a la autoridad política armenia en Karabaj (o Artsaj, como la llaman los armenios), que ha existido de una forma u otra desde la antigüedad.
Este jueves, el presidente de la República de Artsaj, Samvel Shahramanián, ha decretado que la entidad, declarada independiente en 1991, dejará de existir el 1 de enero de 2024 dada la «grave situación en materia política y de seguridad» y «teniendo como prioridad garantizar la seguridad física y los intereses vitales de la población».
(Fragmento de un artículo publicado originalmente en Jacobin. Traducción de Brecha.)