Dos años antes de finalizar la dictadura cívico-militar que asoló a Uruguay, la aparición de la revista El Dedo, en 1982, conmovió profundamente la mirada sobre los acontecimientos nacionales, en especial la de los jóvenes de entonces. Mucho más que un suceso editorial, El Dedo fue un fenómeno social y visual: revulsivo, intenso y desacralizador. Respondía a una necesidad surgida del fondo de los corazones de varias generaciones de un país harto de vivir con miedo, harto del bajón y de sentirse indefenso ante el autoritarismo.
Ese dedo iconoclasta y vengador, regordete y simpático, ese dedo entrometido, era el dedo de Ombú, es decir, era un dibujo suyo inspirado en su propio dedo índice. Y era también una especie de autorretrato de la actitud señaladora, de esa acusación certera como un di...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate