La renovación de los elencos y la forma innovadora o new age de hacer política han sido cartas fuertes en la irrupción discursiva del candidato nacionalista Luis Lacalle Pou, el “ícono pop” de la política uruguaya. Pero un mapeo del aparato partidario que le dio sustento coloca en primer plano a los viejos caciques herreristas, el reciclaje de prácticas y agrupaciones de antaño, la cooptación de punteros aliancistas, y la permanencia de las dinastías políticas locales.
“Nadie echa vino nuevo en odres viejos”, reza un pasaje bíblico. Pero cuando hay que ajustar los nuevos liderazgos a los viejos aparatos partidarios no queda alternativa que la herejía. Es que a juzgar por el relato oficial, Luis Lacalle Pou ganó terreno entre los blancos por su juventud y su forma positiva de entender la política. A pocos escapa, sin embargo, que la hábil influencia directriz de su padre –que seguiría operando desde las sombras– ha sido determinante para montar a su hijo en los odres del viejo aparato herrerista, alrededor del cual han quedado como satélites otros socios políticos de menor talla.
Unidad Nacional (Una), el paraguas que Luis Alberto Lacalle armó para ganar las internas y disputar la Presidencia en 2009 (cuyo corazón latía en el Herrerismo) fue desmontada en 2013 a favor de Todos. Este fue el nuevo caparazón político que Lacalle Pou edificó primero en base a las adhesiones que recogió Aire Fresco (la agrupación canaria por la que fue electo diputado junto a Álvaro Delgado y Amín Niffouri en las pasadas elecciones) y fundamentalmente luego de que lo respaldara el aparato herrerista.
El reciclaje de ambas estructuras maquilló muy bien el traspaso de mando dinástico y decidió la suerte de todos aquellos dirigentes que buscan cobijo en un nuevo formato, o de los que no se ajustaron a la nueva maquinaria política de la familia Lacalle. La partida de defunción de la Una, firmada en el verano de 2013, provocó la estampida de Correntada Wilsonista (de Francisco Gallinal) y de la diputada Ana Lía Piñeyrúa –que aspiraba a ser candidata presidencial– hacia las huestes de Jorge Larrañaga.
En contrapartida, el nuevo ensamblaje político mantuvo al sector de Más País, del diputado rochense José Carlos Cardoso, y arrimó a la lista 40 del diputado Javier García –enfrentado a la posición contraria a la baja de la edad de imputabilidad de Larrañaga– y a la agrupación de Beatriz Argimón. Antes, Aire Fresco había recibido la adhesión de varios dirigentes del Interior: Nelson Rodríguez (electo por Correntada Wilsonista en Maldonado), Daniel Mañana (electo por Alianza en Río Negro) y los diputados herreristas Gerardo Amarilla (Rivera) y Antonio Chiesa (Tacuarembó). Y, sobre todo, la novel estructura canaria contó desde muy temprano con el espaldarazo del intendente de Florida, Carlos Enciso.
Todos acabó por blindar su nueva maquinaria electoral cuando alistó a figuras mediáticas (Graciela Bianchi), académicas (Pablo da Silveira) e históricas (Carlos Julio Pereyra y su exiguo Movimiento Nacional de Rocha), así como a los dos precandidatos residuales que demoraron hasta último momento su adhesión: Jorge Saravia y Sergio Abreu. Con ese nuevo caballo de Troya bien tuneado, el hijo del ex presidente reforzó el relato del fin de las fronteras internas en filas blancas, y su círculo se esforzó por minimizar el peso del Herrerismo. El resultado de la interna fue la sorpresiva victoria de Lacalle Pou con el 54,3 por ciento de los votos nacionalistas, volviendo a colocar a Jorge Larrañaga como escolta en la fórmula presidencial.
Un vistazo a vuelo de pájaro de los principales punteros de la familia Lacalle pone en evidencia que más allá del arco iris variopinto con el que ha sido presentado Todos, son los referentes del viejo aparato herrerista, o sus reciclajes, quienes han montado el nuevo escenario del candidato. De hecho, un informe elaborado por la asesoría del Herrerismo –que circuló entre los barones del sector a principios de 2013– analizó departamento por departamento cómo los caciques blancos del Interior podrían alinearse detrás de Lacalle Pou y derrotar nuevamente a las milicias de Jorge Larrañaga. Y tal como lo habían previsto, la zona metropolitana y toda la franja de departamentos del centro del país (de Canelones a Rivera) fueron las de mayor peso electoral de Lacalle Pou; aunque decisiva fue la diferencia de votos que logró en los dos baluartes electorales de más peso: Montevideo y Canelones. Por el contrario, el corredor del litoral con Argentina (de Artigas a Colonia) así como los dos bastiones fronterizos con Brasil (Cerro Largo y Treinta y Tres) los ganó Jorge Larrañaga.
ZONA METROPOLITANA. En Montevideo el aparato herrerista fue determinante para que Lacalle Pou aventajara por 37 mil votos a Jorge Larrañaga en las internas. La movilización de la lista 71, donde revisten los senadores Luis Alberto Heber y Gustavo Penadés, así como los diputados Gustavo Borsari y Jaime Trobo, fue vital. Hicieron lo suyo también, aunque en menor medida, su propia lista, la 404, y el Espacio 40 de Javier García.
En Canelones el buen desempeño electoral en las internas fue mérito de la estructura que montó el propio Lacalle Pou –heredada, en parte, de su madre, Julia Pou– luego de que el ex senador Julio Lara se quedara con la lista 71. El lacallismo canario logró aventajar a los dirigentes aliancistas por la fortaleza que tienen en el nordeste del departamento, en los circuitos rurales y en buena parte del pequeño y mediano empresariado de Pando y de Las Piedras. De hecho, Lacalle Pou se ha valido de dos punteros canarios con fuertes vínculos empresariales: el comerciante de Las Piedras Amín Niffouri, electo diputado por Aire Fresco, y el edil Sebastián Andújar, hijo del ex intendente José Andújar (1990-1995), dirigente blanco que estuvo involucrado durante su gestión en denuncias de corrupción ligadas a la licitación de cementerios privados y a la concesión de televisoras por cable que recibió por un dedazo de Lacalle Herrera. En San José, histórico bastión blanco, Lacalle Pou también heredó todo el aparato herrerista (veáse recuadro).
Los punteros del nuevo lacallismo en Colonia y Maldonado también provienen del empresariado local y se han fortalecido al calor de la vieja guardia herrerista. El diputado Ricardo Planchón –hijo de un legislador herrerista electo durante tres períodos– es el principal aliado de Lacalle Pou en Colonia. Una confitería de Planchón, sin embargo, fue clausurada en marzo por la dgi luego de que ésta constatara el uso de un software para evadir impuestos. En Maldonado, el empresario inmobiliario Rodrigo Blás, edil y candidato a la Intendencia por Unión y Cambio (paraguas político que lidera el Herrerismo fernandino), también está siendo investigado por la dgi por presunta defraudación tributaria (véase Brecha, 26-III-14). Blas encabeza la vieja agrupación herrerista (la lista 23) del ex diputado Ambrosio Rodríguez, íntimo amigo de Luis Alberto Lacalle (el ex presidente encabezó esta lista en las internas de junio), que impulsó la creación de Unión y Cambio al incorporar a la lista 21 del diputado Nelson Rodríguez (electo por Correntada Wilsonista y antiguo aliado del ex intendente Enrique Antía), la lista 20 de ex senador José Hualde, hijastro del ex intendente Domingo Burgueño (principal caudillo fernandino en los noventa y consejero de Estado durante la dictadura), y la agrupación de Luis Borsari, hermano del diputado montevideano y presidente de la Cámara Uruguaya de Turismo. Martín Laventure, el alcalde de Punta del Este, también apoya al lacallismo, pero a pesar de las negociaciones no se ha incorporado a Unión y Cambio. En las últimas semanas se unió a las filas herreristas el ex diputado Federico Casaretto, principal puntero de Larrañaga en Maldonado y ahora primer suplente de Nelson Rodríguez a Diputados (la absorción de Casaretto por el Herrerismo pondrá a prueba el liderazgo de Antía, según explicó a Brecha el politólogo fernandino José Peyrera). En Rocha, por otra parte, los aliados principales de la familia Lacalle son el diputado José Carlos Cardoso y últimamente el histórico dirigente Carlos Julio Pereyra, del Movimiento Nacional de Rocha.
CENTRO DEL PAÍS. En Flores, tanto el diputado Ricardo Berois –actualmente en Más País– como el intendente Armando Castaingdebat provienen del riñón herrerista. El liderazgo del diputado Carmelo Vidalín en Durazno ha sido tan gravitante como aplanador en las últimas décadas. Discípulo del ex intendente Raúl Iturria –ministro de Defensa de Luis Alberto Lacalle–, ocupó dos veces el sillón comunal e irá por el tercer mandato en las elecciones de 2015. Si bien fundó su propio sector (Soplan Vientos Nuevos), ha sido un estrecho aliado de la familia Lacalle, al igual que su delfín: el actual intendente Benjamín Irazábal, que buscará ser electo diputado. También acarreó votos a favor de Lacalle en las internas el edil Domingo Rielli (aunque acumuló en otras listas a favor de Larrañaga). Rielli fue intendente en 2010 cuando Vidalín asumió la diputación, y pertenece a la familia que ostenta un “protooligopolio” en el departamento al controlar dos radios am, una fm y el canal abierto digital (véase Brecha, 3-II-14).
En Tacuarembó, bastión de Larrañaga y tierras del senador Eber da Rosa, sorprendió que Lacalle Pou le ganara a los dirigentes aliancistas, aunque por un estrecho margen. Allí operan dos punteros herreristas de larga data: el ex intendente Sergio Chiesa y su primo, el diputado Antonio Chiesa. También es fuerte Alfredo de Mattos, prestigioso cirujano y ex preso político tupamaro, que encabezará la lista a Diputados.
En Florida, donde gobierna el intendente Carlos Enciso, la diferencia a favor de Lacalle Pou fue apabullante: le ganó 82 a 18 por ciento al aliancismo en las internas. Aunque Enciso revistó un tiempo en Correntada Wilsonista, con gran destreza fue cooptando todo el aparato herrerista del departamento mientras ocupaba diversos cargos junto al ex intendente José Arocena. Enciso fue el primer intendente en apoyar a Lacalle Pou a fines de 2012. Con una fuerte estrategia publicitaria y despegado de referentes nacionales, el jefe comunal se despojó del viejo equipo arocenista, incluyó en su gestión a figuras del Frente Amplio y del Partido Colorado, e intentó distanciarse del clientelismo político y la desprolijidad financiera que le criticaba la oposición a la anterior gestión nacionalista. Pero en el tramo final de su gestión al jefe comunal le explotó una sorpresiva bomba: deberá enfrentar la denuncia penal que presentó el diputado frenteamplista Carlos Rodríguez (mpp) por presuntas irregularidades en el empadronamiento de autos cero quilómetro en ese departamento. Además de aplanar al ex diputado herrerista Arturo Heber, ha mantenido fuertes discrepancias con el diputado Juan José Arocena, hijo del ex intendente, quien ocupó la banca cuando Enciso asumió la Intendencia en 2010.
OTROS PUNTEROS. En Rivera el principal adalid de Lacalle Pou es el diputado Gerardo Amarilla, incansable opositor a la nueva agenda de derechos, quien rastrilló más de 5 mil votos en las internas ante la escasez de dirigentes de peso de Larrañaga. En Artigas, despunta el diputado Rodolfo Caram, iniciado en filas wilsonistas pero acoplado al Herrerismo desde 2003. En Treinta y Tres el lacallismo cuenta con el apoyo del diputado Mario Silvera –tras enfrentarse con Jorge Larrañaga–, y en Cerro Largo con dos punteros de la vieja guardia herrerista (fuertemente enfrentados al intendente Sergio Botana): el diputado Pedro Saravia y el ex intendente Ambrosio Barreiro. En el litoral, corredor donde predominan los dirigentes aliancistas, el lacallismo tiene ahora el apoyo del diputado de Río Negro Daniel Mañana. El trasiego de dirigentes de un sector a otro, así como la supervivencia del aparato herrerista, prueban que es posible echar vino nuevo en odres viejos, aunque habrá que ver con qué resultados.