Cuando Andrés Calamaro cantó que Bob Dylan «es un hombre muy discreto y no dice nada», tal vez no lo hizo pensando en el paneo que se volvería meme casi 40 años después. En aquella captura de 1985, rodeado de estrellas, vemos a un Dylan extraviado que no abriría la boca ni con una orden judicial frente a sus narices. El documental La gran noche del pop (The Greatest Night in Pop), reciente estreno de Netflix, echa luz sobre lo que pasó en aquella sesión histórica en la que, entre otras cosas, Dylan fue casi estatua.
Buena parte de la leyenda es conocida y ya había sido editada en la era de las videocaseteras. Harry Belafonte, prohombre estadounidense, figura capital de la segunda mitad del siglo XX (como cantante y actor, pero también como activista), se anotició en las navidades de 1984 d...
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