La nocividad de la gestión ambiental costera de la Intendencia de Maldonado (IDM) no deja de sorprender. Con el pretexto de fomentar inversiones y generar trabajo en el sector turístico, Antía ha promovido o avalado fiestas estivales sobre las dunas, excepciones edilicias a orillas del arroyo Maldonado, una pista privada de aterrizaje y una zona franca junto a uno de los humedales más importantes del país, la entrega a privados de predios sobre la costa atlántica, plantaciones de especies exóticas e invasivas en los médanos y hasta la colocación de geotubos para impedir el derrumbe de residencias de personalidades amigas. El más reciente y sonado caso ambiental es la construcción de una rambla costanera en la playa Brava de Punta Colorada, que el juez Alejandro Recarey ordenó detener, en e...
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