Sin grandes capitales atrás, los medios cooperativos y comunitarios son parte de un discurso contrahegemónico que busca dar voz a quienes no parecen tener ese derecho en estas sociedades.
En su libro Los guardianes de la libertad (Manufacturing consent) de 1988, Edward Herman y Noam Chomsky analizaron las condiciones a partir de las cuales se construye el consentimiento y el consenso masivo de la población hacia los intereses económicos privados (esto es, las empresas). Para que los medios de comunicación tuvieran éxito en cuidar estos intereses, en guardar esta “libertad”, los autores establecieron que debían darse las siguientes condiciones: que exista una concentración de la propiedad privada de los medios, su financiamiento mediante la publicidad, una dependencia de la información suministrada por el gobierno o las grandes empresas y el disciplinamiento sobre los profesionales de la información. Los medios uruguayos genuinamente cooperativos, alternativos o comunitarios de los que trata esta nota tienen en común alterar una o varias de estas condiciones.
Una primera gran división en estos medios es entre los que viven de su trabajo organizados en forma cooperativa y aquellos que realizan su labor periodística de modo militante. Las consecuencias de esta diferencia en la información que producen es un tema de gran interés, aunque aquí nos centraremos más en aquello que los une. Dentro del grupo de las cooperativas se encuentran principalmente La Diaria y Brecha. Si bien el semanario Brecha fue fundado en 1985, no fue hasta 2012 que se cooperativizó, impulso que cristalizó una “propiedad común” que ya existía desde antes. El largo camino hacia la formalización cooperativa se repite en el caso de La Diaria, que si bien se inició como proyecto en el año 2003, ya con una fuerte colectivización y gestión propias, fue recién a mediados del 2010 que se instituyó como cooperativa. El funcionamiento a través de asambleas como órgano máximo de decisión es lo que les permite a los trabajadores y las trabajadoras de estos medios defender eventuales iniciativas que no necesariamente dan ganancia a cada paso o que obedezcan las leyes del mercado, y esta forma de organización es una condición sine qua non para una comunicación independiente.
Entre los medios de comunicación alternativos y comunitarios que se llevan adelante de manera militante hay de todo: radios comunitarias, revistas, portales web, canales de contenido audiovisual. Uno de los más recientes es La Senda, un proyecto que conjuga una revista impresa, una página web1 y un centro social en Montevideo, y que integra esas tres plataformas con el muralismo, el documentalismo y los contenidos audiovisuales. Martín Hranilovic, integrante de su equipo editorial, explica que su intención al crear este espacio es recoger debates y preocupaciones de las luchas del campo popular, dinamizarlos y al mismo tiempo amplificar la voz de los que no tienen voz. Si bien recogen valores solidarios heredados del cooperativismo, aclaran que no apuntan a hacer de su trabajo periodístico una fuente de trabajo. El primer número de la revista salió en mayo y la página web ya está en línea desde noviembre del año pasado. “Aunque suene extremadamente amplio, nuestra base es el quiebre con el estado capitalista actual. Los medios tradicionales ocupan un lugar de poder desde el cual envían mensajes que responden a la necesidad del capital o de sus representantes. Son, además, medios de comunicación masivos que cuentan con grandes cantidades de dinero, impensables para un proyecto popular, y cuentan con personas dedicadas profesionalmente y en exclusivo a diseñar cómo comunicar ese mensaje que pretenden trasmitir. Desde esa perspectiva, las luchas populares no pueden más que ser tergiversadas, cuando no criminalizadas. De ahí surge la necesidad de un espacio como este, junto con sindicatos, organizaciones barriales, estudiantiles, y otros medios alternativos como Reactiva, Hemisferio Izquierdo, Zur Pueblo de Voces y radios comunitarias como La Klasista FM o Alternativa FM. Lugares desde donde los habitantes pueden plantear sus realidades sin censura. Porque a fin de cuentas se trata de comunicar cómo la clase trabajadora percibe la realidad y cómo puede pensar el futuro. Rescatar la posibilidad de un futuro distinto.” El próximo número de la revista saldrá en setiembre, aunque también piensan lanzar pronto un informativo en formato podcast o audiovisual.
Hay de los que recién empiezan, como La Senda, pero también de los que ya hace tiempo que vienen ejercitando la comunicación alternativa. El portal Reactiva,2 lanzado en 2017, es heredero directo de FM El Quijote, una radio comunitaria fundada en el 2000 y la primera en su tipo en lograr trasmitir las 24 horas. Una vida intensa y la censura ejercida por el gobierno de Jorge Batlle durante la crisis llevan a su allanamiento el sábado 3 de agosto de 2002 por parte de efectivos policiales. Luego de sortear los intentos de criminalizarlos por hablar a través de un micrófono, ex integrantes de El Quijote fundan al año siguiente Radioactiva, proyecto que a fines de 2007 se muda a una histórica casa de los jefes del ferrocarril en el barrio Peñarol, incendiada apenas tres días antes. Con el esfuerzo militante de sus integrantes la casa es reacondicionada, y Radioactiva continúa con sus trasmisiones hasta integrarse dos años atrás al actual portal web de noticias Reactiva. Ismael Samandú, militante desde la época de El Quijote, compartió con Brecha varias reflexiones sobre el quehacer de los medios alternativos en Uruguay y su experiencia: “Nosotros sabemos que atraemos a un público que no necesita ser concientizado, pero al cual, sin embargo, le pedimos algo más. Sabemos que quienes se acercan a nuestros contenidos son personas de izquierda que buscan un cambio y les pedimos que tengan más autocrítica con sus propias actitudes y su propia vida. La batalla no es solamente política (‘yo soy esto’ o ‘milito en tal lugar’); todo eso de las banderas puede estar bien, pero si después tus actitudes socavan lo que decís, es difícil construir. Y lo otro que les pedimos es que se organicen y que militen”. En cuanto a la forma de llevar adelante la comunicación, “en los últimos años hemos vuelto a una crítica fuerte a las grandes empresas de comunicación. Ya no pensamos en hacer de contrapeso al poder de los grandes medios, directamente queremos que no estén. Que los medios que estén sean como los nuestros. No queremos que Reactiva sea el gran medio comunitario, porque justamente entender el mensaje alternativo es entender que no puede ser un mensaje masivo. Un medio masivo genera un mensaje masivo, y el precio de eso es que todos tenemos una misma opinión sobre los temas, que acarrea una pasividad para con la información”.
La lista de medios alternativos uruguayos continúa con Radio Pedal, Colectivo Catalejo, Mediared y tantos otros, pero este tipo de medios no trabajan solo con un alcance nacional. Portales web como Resumen Latinoamericano3 producen noticias con una marcada línea editorial de izquierda para Argentina, Venezuela, Colombia, Brasil, Cuba, Bolivia, Chile, México y también Uruguay. Además del formato escrito, tienen un canal de televisión propio y también un programa de radio que es retrasmitido en gran cantidad de emisoras a lo largo del continente. Por otra parte, con un despliegue ya intercontinental, La Izquierda Diario4 tiene una sección dedicada exclusivamente a Uruguay. Pertenece a una red internacional de diarios, con varias divisiones en América del Sur, pero también en México, Estados Unidos, España, Francia y Alemania. Una breve mención merece en el viejo continente la tradición de medios alternativos históricos como Red Pepper en Inglaterra o Taz en Alemania; un árbol que todavía sigue dando frutos, como la muy reciente revista Médor en Bélgica.
El caso de Argentina es un capítulo aparte, con una fuerza cooperativista y alternativa muy importante en los medios a través de la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (Fadiccra) o la Red Nacional de Medios Alternativos (Rnma), cada una con decenas de medios asociados que demuestran que la mentada crisis de la prensa es tanto un riesgo como una oportunidad de cambio.