Aunque nunca lo había escuchado, confieso que no me sorprendió demasiado. La existencia misma de esa gran urbe –si no tan grande, cada vez más alta– en que se ha transformado Punta del Este es misteriosa y efímera. Se llena de gente unos pocos días al año, sobre todo a principios de enero, y luego se va vaciando cual cántaro arrojado. La pandemia colocó algunos habitantes más que persisten fuera de temporada para escapar de otras aglomeraciones y de ciudades más inhóspitas, pero la realidad de esa existencia estacionaria sigue siendo determinante. Por eso, no me sorprendió cuando un galerista me habló de la ultratemporada, es decir, del pico de la temporada dentro de la temporada veraniega, del momento y el lugar en que todo debe suceder.
Son diez días que concentran un sinfín de exposicio...
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