—¿Por qué estudiar el anticomunismo a través de las caricaturas, los montajes, las fotos, los collages, las imágenes?
—En las humanidades y las ciencias sociales tenemos una formación muy libresca, muy basada en el documento escrito. Los historiadores somos analfabetos visuales. Y el problema es que vivimos en el siglo de la imagen: estamos bombardeados por imágenes. Las imágenes moldean nuestro sentido común, nuestra sensiblidad. No le hemos dado la importancia suficiente a entender cómo es que la gente se hace ideas sobre las cosas. Y me refiero especialmente a los sectores menos politizados, a cómo se van creando sentidos comunes en públicos amplios. Nosotros veníamos estudiando el anticomunismo, que es algo muy complejo, porque es una identidad política, un sentimiento, una práctica y ...
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