La investigadora cubana Ileana Diéguez habla de formas de teatro liminal en la escena contemporánea. Son expresiones teatrales que transitan en la frontera, difíciles de catalogar, pues mezclan varios lenguajes y, como tales, generan un extrañamiento de las propuestas teatrales habituales y tienen un alto potencial transformador. Leonor Courtoisie se para en esa línea liminal para crear Casi sin pedir permiso, que presenta como un documental teatral en el que potencia la capacidad del teatro como experiencia. A modo de biodrama, la autora recibe a su público en la puerta de su casa (sitio donde se desarrolla el montaje, lugar de encuentro que se pacta con el espectador el día previo). Como buena anfitriona, aguarda a las seis personas que serán parte de la vivencia teatral instalando en la actuación un tono coloquial, la primera regla de juego: esto no parece una representación y lo liminal comienza a visualizarse entre lo real y la ficción.
El sitio elegido para desarrollar una especie de pacto entre actriz y espectadores tiene un fuerte componente simbólico: es la casa que habita la autora junto con su madre y su hermano. Los espacios parecen haberse detenido en el tiempo, sensación que se reafirma tras conocer el dato de que esa casa perteneció a la abuela. La ambientación mantiene los elementos y los objetos cargados de pasado, de recuerdos, de emociones. En la sala de estar un antiguo piano da la bienvenida, mientras lo derruido comienza a mezclarse en los discursos de la actriz: “Acá todo se rompe, cuidado”. Lo que se percibe como consecuencia es el paso del tiempo.
El juego teatral propuesto por Courtoisie es compartir su experiencia como dramaturga tratando de reelaborar Macbeth, de Shakespeare, con la ayuda de su familia. De allí en más, el recorrido por la casa materna se acompaña con diálogos mediante un intercambio en redes sociales y cartas escritas a mano, fotos familiares, espacios y objetos que van aportando materiales para construir su propia trama shakesperiana.
Courtoisie maneja con inteligencia y sensibilidad las herramientas expresivas que el teatro aporta y hacen de este lenguaje algo único e incomparable. En ese sentido, compone, junto con los espectadores que la acompañan, una vivencia escénica en la que el encuentro entre seres es la potencia a rescatar, que promete repetirse a modo de pacto tácito en setiembre. Jorge Dubatti, investigador argentino, habla sobre la teatralidad social entendiendo que hoy en día el teatro trasciende la escena y se encuentra en todos lados. Reflexiona y expresa que si todo es teatro, nada es teatro, y reconoce que la especificidad del teatro es “teatrar”, porque el teatro sabe y dice. Ese saber que sólo aporta el teatro es el que toma la autora para componer esta pieza, en la que su casa y su historia se vuelven fuertemente teatrales a través de su forma de narrar y encuadrar, guiando al espectador para hacer aparecer otra realidad posible. Una propuesta diferente a lo que se ve en las tablas, con una alta carga sensible y movilizadora, que juega en el límite entre la realidad y la ficción, con un compromiso vital y artístico de búsqueda que demuestra que el teatro es, además de una forma de vida, una experiencia colectiva que transforma. Para quien se anime a vivirla, el encuentro se pacta escribiendo al mail laseriefamiliar@gmail.com. Quedan pocas funciones.