En el cuarto año de gobierno, la reforma educativa trastabilla. No solo porque de forma reiterada, en cada rendición de cuentas –y esta última no está siendo la excepción–, los fondos asignados para su aplicación han sido menores a los esperados, sino porque los resultados educativos tampoco han demostrado significativos avances. Aun así, en algunos aspectos del entramado educativo, las autoridades han logrado plasmar su impronta con mayor suerte. Es el caso de la formación docente, un área en la que, con el impulso del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y la Ley de Urgente Consideración (LUC), el gobierno logró imponer varios cambios y centralizar la forma de acreditación universitaria.
En ese campo, recientemente la reforma ha avanzado un nuevo casillero al concretar la firma de dos...
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