Terminaba la década de los sesenta, Los Beatles ya habían asombrado al mundo con el barroquismo del increíble Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band y se venía el que sería llamado rock sinfónico, de la mano de Pink Floyd, Emerson Lake and Palmer, King Crimson, Yes y otras bandas por el estilo. En medio de aquella música densa y de instrumentaciones sobrecargadas, emergió en 1968 un grupo absolutamente atípico, que intentaba volver a las raíces del rock primigenio, utilizando apenas dos guitarras, el bajo y la batería, mezclando rockabilly con elementos de country y algo de blues.
Yo fui uno de aquellos pibes que renegó de la música de Creedence Clearwater Revival por considerarla comercial, hasta que de pronto descubrí su inmensa energía, su divina transparencia y su vitalidad, y me enamoré de ella con una pasión que dura hasta hoy.
Por sobre todas las cosas, Creedence fue John Fogerty en su edad y su momento más brillante. El tipo componía los temas –era una máquina de escribir éxitos–, tocaba la guitarra solista con tanto salvajismo como precisión y encima cantaba con una de las más grandes voces que ha dado el rock a lo largo de su historia. Los otros tres, su hermano Tom Fogerty en segunda guitarra, Stu Cook en bajo y Doug “Cosmo” Clifford en batería eran muy buenos, pero como acompañantes del talento fuera de serie que los lideraba.
La banda arrancó llamándose The Golliwogs, para luego pasar al clásico nombre de Creedence Clearwater Revival a partir de su primer álbum, de 1968, editado en Fantasy Records. Hasta 1972 grabarían siempre en el mismo sello siete álbumes maravillosos, de los cuales cuatro serían auténticas obras maestras que contienen el grueso de sus temas más emblemáticos: “Bayou Country” (1969), “Green River” (1969), “Willy and the Poor Boys” (1979) y “Cosmo’s Factory” (1970).
La vigencia de Creedence llega hasta hoy a partir, sobre todo, de aquellos cuatro álbumes clásicos, y escapa a la simple evocación de los programas de old hits o a la Noche de la Nostalgia.
Seguramente por eso el sello local Montevideo Music Group, tras conseguir las licencias correspondientes, ha editado –y vende a muy buen precio– un álbum1 de tres CD que, como buen fanático, sólo puedo tildar de impresionante. Aquí están todos los éxitos, es decir, los abundantes discos simples que llegaron al número 1 en su época y que también formaron parte de los álbumes, y un montón de esos “típicos temas de álbum” que no fueron tan famosos, pero que resultan ideales para redondear una visión de conjunto de lo que fue la trayectoria de esta enorme banda.
El fanático –o el interesado– que busque los éxitos encontrará aquí “Proud Mary”, “Green River”, “Down on the Corner”, “Cotton Fields”, “Have you Ever Seen the Rain”, “Who’ll Stop the Rain”, “Bad Moon Rising”, “Lodi” o “Born on the Bayou”, entre otros sucesos masivos.
Pero también joyas como “Bootleg”, “It Came Out of the Sky”, “Good Golly Miss Molly”, “I Put a Spell on You”, “I Heard it Through the Grapevine” o “Cross-Tie Walker”.
No falta nada. Están los siete discos resumidos en tres compactos que no tienen desperdicio.
En recientes recitales editados en Dvd o exhibidos en la tevé cable, así como en sus más recientes discos solistas, comprobamos que el veteranísimo John Fogerty (73 años) sigue cantando y tocando igual que siempre. Pero si de recorrer su período más glorioso se trata, es preciso sumergirse en compilados de Creedence tan excepcionales como éste, titulado con absoluta justicia Definitive Collection.
El único inconveniente es la nostalgia que se siente al comprobar que hoy encendemos la radio y estas canciones ya no son las vibrantes novedades que alguna vez fueron. Larga vida a Creedence y largo placer al oído con estos tres discos que, una vez que arrancan, invitan a la audición completa.
- Definitive Collection. Creedence Clearwater Revival, Mmg, 2017.