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Guilherme de Alencar Pinto
10 noviembre, 2017 4 minutos Cultura, Vueltas de Montevideo
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Home Borrador automático El ritual imaginado

El ritual imaginado
La Percutería, música corporal.

Por
Guilherme de Alencar Pinto , 10 noviembre, 2017

La Percutería

Como indica su nombre, el grupo La Percutería está integrado esencialmente por percusionistas (hay una guitarra eléctrica, pero es la única excepción). Liderado por el inquieto y emprendedor Luis Gutiérrez, el grupo trabaja la improvisación por señas (un asunto que Luis viene practicando en distintos talleres desde hace años).

Los dos grandes referentes internacionales de la improvisación por señas son estadounidenses: el método llamado Soundpainting, desarrollado por Walter Thompson, y el llamado Conduction, creado por Butch Morris. Thompson está más vinculado a la música erudita contemporánea y expresiones afines en danza y teatro, mientras que Morris procede más bien del jazz.

En Argentina, Santiago Vázquez adaptó la idea a un en-semble de percusión, La Bomba de Tiempo, que es la inspiración más directa para este trabajo. En comparación con los fundadores estadounidenses, estos grupos rioplatenses tienen un sonido menos “contemporáneo” (en el sentido de experimentación sonora) y más tirando a lo tribal, con gozadera rítmica y una fuerte herencia africana y afrolatina. La Percutería no tiene la precisión de tipo académico de La Bomba de Tiempo, pero funciona muy bien, tiene un lindo sonido, onda, vitalidad, entrega. El disco1 contiene una selección de lo que fueron unas cuatro horas de improvisación.

La improvisación por señas no es precisamente “improvisación grupal” en el sentido de que cada individuo tome todas las decisiones concernientes a todo lo que sale de su instrumento, como en el free jazz o en los grupos de improvisación libre del ámbito de la música erudita contemporánea. Aquí, a través de las señas o de algún acuerdo previo, el grupo se ciñe a ciertos parámetros básicos: el pulso, el compás, cierto tipo de llevadas. El director indica entradas, salidas, cortes, cambios abruptos, y supongo que también los momentos en que uno o más instrumentistas se largan a hacer algo más parecido a un solo improvisado. El director opera entonces casi como si fuera un DJ de música electrónica que va prendiendo o apagando pistas en función de su propio sentido del tiempo y de la oportunidad. Sólo que en este caso las “pistas” son gente de carne y hueso, de modo que siempre está en el aire la tensión, la excitación, de estar atentos a las instrucciones inesperadas, y el director interactúa, además, con los pequeños errores y con otros componentes no del todo controlados para ir construyendo su composición a tiempo real. Los momentos de improvisación individual aumentan lo impredecible del todo. Debe ser un proceso muy gozoso para los músicos; para los oyentes, realizado con la solvencia de La Percutería, seguro que lo es.

Los ocho fragmentos que integran este fonograma realizan en forma bastante efectiva los propósitos explícitos en la página web del grupo: “inventar un ritual, recrear un paisaje sonoro imaginario de un lugar sin nombre, donde los ritmos y las sonoridades de diferentes tambores se combinan en un trance que provoque la danza, la escucha, el canto o simplemente un estado mental”. Es como la música de un barrio del futuro, donde se cruzaron inmigrantes que apilan una clave de candombe con un ritmo nada candombero (“Efecto pipoca”), o lo mismo con un agogó de maracatú (“Baque marciano”), o donde se produce un entramado particularmente inesperado y recargado como el de “Y el tambor me dijo…”.

Toda la música del disco está en compases comunes, de cuatro o de tres pulsos, o de dos pulsos con subdivisión ternaria (usado a la africana, como base para una multiplicidad de divisiones con fundamento polirrítmico). Las armonías delineadas por la guitarra son simples. Es cautivante pensar en una expansión de este trabajo hacia compases menos comunes, o incluso incorporando una rítmica más libre, sin pulsación. Al parecer ya se vienen haciendo talleres en La Percutería hacia algunos de estos posibles nuevos caminos.

La edición es muy escueta, y es una pena que no incluya la nómina de los instrumentistas y la relación de los instrumentos empleados.

Este buen trabajo se va a estar presentando mañana sábado 11, a las 21 horas, en El Chamuyo (ex Guambia). La noche estará compartida con otro grupo buenísimo, Bande, que hace música corporal (es decir, voces y percusión sobre el cuerpo).

  1. La Percutería, edición de los intérpretes, sin número, sin año (2017).
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