A diferencia de sus obras anteriores, Adiós a los árboles de Coal Creek (2017) y Adiós a los marjales de Corea (2022), en Nadie muere en Montevideo la georreferenciación es local. Se trata de una épica urbana y fantástica; una perla más a los 300 años de la fundación de San Felipe y Santiago, porque nadie muere en el sexto monte de este a oeste de cartas portulanas/ nadie muere en Monte vide eu este/ o Monte Ovidio/ muere una línea de barcos blancos en el culo de una ciudad liliputiense. En este libro, Santiago Pereira, poeta e intermedial performer (Montevideo, 1983), propone una construcción poética en contrapunto con su trabajo sonoro desarrollado en este cuarto de siglo, individualmente y junto con Nicolás San Martín.1 Nadie muere… abre con una nota sobre el experimento de un naturalista italiano que comprobó que los murciélagos pueden ver con los oídos. A partir de esta constatación del método experimental, Pereira suelda una metáfora en la cual el paisaje sonoro levanta un hábitat lautreamóntico, escenificado visualmente a través de imágenes expresionistas que cimentan la ciudad: es la calle/ hilo de saliva que une a las arañas con los violines de la noche/ que al ras de su suelo trae un no sé qué dirigido por el viento: intocada curva de la música. Cada texto se titula con una «ecolocalización» que evoca la musicalidad de los rincones urbanos: eco pregunta con sus ondas sonoras: ¿qué forma tiene la eufonía del placebo? ¿cuál es el tono y el vibrato que ocultan las ciudades/ para demolernos los oídos?)), cerrando con doble paréntesis, como ícono de las señales digitales, la voz épica que produce el cuerpo textual. A ella se le suman emisiones corales que lo dotan de una perspectiva múltiple, impidiendo el individualismo persistente y monotonal de las poéticas del yo. La pluralidad de voces crea una proyección narrativa en la composición de la obra que no se resuelve como poema largo: sus ecolocalizaciones fracturan la progresión de una sinfonía paródica y bizarra. Junto con el narrador poético, comparecen las voces colectivas de los habitantes musicales. Se trata de bandadas de vivos y muertos que confluyen en esta Montevideo que también se vuelve un personaje grotesco y caro –en el que vivimos montendeudados– convocado desde la estética del gótico latinoamericano: nadie muere en Montevideo, no/ endeudados con Caronte/ sin poder costear una morada/ ni un arriendo/ ensanchamos grietas/ hacemos nidos/ en edificios que vivazmente hemos descuidado/ pero solo/ vivazmente. Nadie muere en Montevideo porque 300 años alcanzan para contar la historia que se transforma en leyenda pop cuando sus figuras constituyen identidad y una gárgola flautista sobre el Palacio Salvo/ de una estigiana 18 observa a una imagen casi transparente de una Marosa colgada de patas o a Nick Cave, que murió en el teatro de verano y en la feria de Tristán Narvaja/ paseó su sesera entre los jipis y los anarcos/ compró un desmorrugador con la cara de Andrade/ y un chivito condimentado con pelusa de plátano. Así se dan cita los artistas referentes del poemario y del autor: Di Giorgio tiene una sala velatoria marosiana/ con tres enanas hemofílicas sentadas sobre un ataúd, Darnauchans echa a volar/ en Darno delicado)), Julio Inverso se sienta en las mesas del Clash hecho vampiro de Falsas criaturas o Jaime Roos y Poe en Durazno y Convención hay una montaña de cadáveres/ una migración de cuervos/ y un busto de Edgar Allan Poe que dice/ «Prócer de la Patria». Entonces, nadie está del todo vivo ni del todo muerto en Montevideo, su musicalidad y su arquitectura, sus moradores y sus aventuras tienen en este libro la celebración de una manera inmortal, su popularidad y cultura: si nos encontramos a Montevideo/ ahora bestia exótica de un monster hunter/ la vamos a ver exiliada/ con un garfio incrustado en un muñón/ encorvada como el soporte de la jaula de un pájaro/ con una medida de whisky barato/ y los codos gastados de una campera de cuero.
- Varios trabajos del dúo Pereira-San Martín, como solista y con otros colectivos, se pueden escuchar en https://santiagoperreira.bandcamp.com/. ↩︎