El conflicto diplomático entre Chile e Israel: En su laberinto - Semanario Brecha
El conflicto diplomático entre Chile e Israel

En su laberinto

La decisión del gobierno de excluir a empresas israelíes de la feria aeroespacial más relevante de América Latina provocó el repudio de las organizaciones sionistas locales, mientras que las agrupaciones propalestinas piden romper relaciones con Israel. Tanto a la interna de la comunidad palestina de Chile como en su colectividad judía existen posiciones disímiles.

Evento organizado por la comunidad palestina en Chile, en apoyo a las víctimas del genocidio en Gaza, en la ciudad de Santiago. AFP, GUILLERMO SALGADO

«En la escala de prioridades, los derechos humanos son el primer eslabón.» Con esas palabras, el 6 de marzo, la ministra del Interior chilena, Carolina Tohá, salió a explicar la decisión tomada en la víspera por el gobierno del presidente Gabriel Boric de excluir a las empresas israelíes de la Feria Internacional del Aire y del Espacio (FIDAE), la principal feria de exhibición aeroespacial y de defensa de América Latina y una de las más importantes del mundo, que se llevará a cabo entre el 9 y el 14 de abril.

Tras la declaración de Tohá, Boric informó que la medida había sido consultada con el comité político y con el canciller Alberto van Klaveren. Antes de calzarse la banda presidencial, Boric, en su rol de dirigente estudiantil y luego como diputado, se irguió como un fervoroso adherente a la causa palestina y más de una vez deploró las incursiones militares israelíes en territorio palestino.

La marginación de empresas israelíes del evento aeronáutico provocó el repudio generalizado de las comunidades judías sionistas en Chile y del embajador israelí Gil Artzyeli, con quien Boric ya había tenido un par de cruces poco amistosos. El representante diplomático acusó falta de diálogo con el gobierno desde el 7 de octubre de 2023, el día de la ofensiva del grupo yihadista Hamás a las posiciones israelíes. No obstante, el mandatario chileno desestimó que haya habido una solicitud de conversación formal, tal como insinuó Artzyeli. «Chile actúa de forma coherente en función de principios y el respeto a los derechos humanos, que claramente están siendo violados en este momento en Gaza», declaró Boric el 11 de marzo.

En tanto, la Comunidad Judía de Chile (CJCH, una organización paraguas también conocida como Comité Representativo de las Entidades Judías de Chile), a través de un comunicado, condenó la exclusión de empresas israelíes de la FIDAE y culpó al gobierno por tomar «absurdas decisiones» que desconocen los vínculos históricos con un «país amigo» y un «exitoso socio comercial». Asimismo, la CJCH consideró que «el antisemitismo se ha instalado de forma apabullante, en un país que considerábamos la copia feliz del Edén», parafraseando la letra del himno nacional chileno.

¿ROMPER RELACIONES CON ISRAEL?

La determinación del gobierno de Boric fue bien acogida por la Coordinadora por Palestina, un colectivo formado el 19 de octubre y compuesto por unas 70 agrupaciones de larga trayectoria en la colaboración con la causa palestina, además de representantes de movimientos sociales, como la Coordinadora 8M. Pablo Abufom, vocero de la Coordinadora por Palestina y miembro del espacio político Solidaridad, cree que la expulsión de Israel de la FIDAE «va en la dirección correcta», pero es «insuficiente» ante la envergadura de lo que él califica como un «genocidio en curso» contra la población palestina en Gaza.

«Nos encontramos en una fase crítica en que Israel está llevando a cabo los planes últimos de colonizar el conjunto de la tierra palestina y establecer un Estado etnonacionalista judío expulsando a toda la población palestina, ya sea exterminándola o desplazándola de manera forzada. Creemos que el Estado de Chile debe tomar una posición consistente en línea con su compromiso por los derechos humanos, y esto significa fundamentalmente Cortar todo tipo de relación con el Estado de Israel: a nivel diplomático, político, pero también en términos comerciales», comenta a Brecha Abufom, para quien una decisión adicional consistente del gobierno de Boric sería «expulsar al embajador de Israel y dejar claro que un Estado genocida no merece ser parte de la comunidad internacional».

De ese mismo talante es la posición de un grupo divergente y minoritario dentro de la comunidad judía en Chile, que no integra la CJCH: la agrupación Judíxs Antisionistas contra la Ocupación y el Apartheid. Tania Melnick, vocera de dicho colectivo de judíos que respaldan la postura palestina, señala a este medio que apartar a las compañías israelíes de la FIDAE es un «gesto muy importante», pero la acción «persigue solo un objetivo comunicacional y no implica tomar los riesgos que significa romper relaciones con Israel».

La petición de suprimir las relaciones con Israel no solo es la bandera de estos activistas pro-Palestina. El diputado y presidente del partido oficialista Convergencia Social, Diego Ibáñez, abogó a comienzos de mes por esta opción y se colmó de críticas de la oposición y de miembros de la propia alianza de gobierno, que calificaron sus palabras como poco prudentes. En cualquier caso, el canciller Van Klaveren ya descartó de plano esta alternativa. «No estamos considerando para nada una ruptura de relaciones», declaró el 11 de marzo en CNN Chile.

El secretario de Estudios de la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales (UDP), Pablo Álvarez, asegura a Brecha que romper relaciones con Israel es inviable, por cuanto «históricamente los países latinoamericanos han tenido que enfrentarse a este tipo de conflictos a través de las vías multilaterales. Ninguna solución unilateral es una salida posible. Si se rompen las relaciones con Israel, sería una decisión unilateral, y este gobierno viene peleando por el multilateralismo».

Adicionalmente, «Chile tiene relaciones comerciales y diplomáticas bien profundas con Israel, de manera que no es tan fácil. Quienes abogan por romper relaciones unilateralmente no toman en consideración todas las variables, y las variables económicas son relevantes», agrega Álvarez, magíster en Estudios Internacionales cuya línea de investigación aborda la historia contemporánea de Oriente Medio y sus relaciones con América Latina. En 2019 la CJCH celebró 70 años de relaciones entre ambos Estados. Sin embargo, el intercambio comercial entre Chile e Israel representa un monto muy residual comparado con los de grandes socios comerciales del país andino. Según datos de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, durante 2022 el comercio bilateral entre Chile e Israel se cifró en 247 millones de dólares, mientras que en el mismo año el intercambio comercial entre Chile y su principal socio comercial, China, fue de 57.279 millones de dólares.

«Para nuestro país las relaciones con Israel son tremendamente importantes. Chile reconoció la independencia de Israel en 1949, porque Israel es la única democracia de Medio Oriente que comparte valores comunes con Occidente», comenta a este semanario el diputado Miguel Ángel Calisto, quien oficia como presidente del Grupo Interparlamentario Binacional Chileno-Israelí, uno de los 72 grupos interparlamentarios binacionales de Chile con diferentes países. El chileno-israelí está integrado por 47 diputados chilenos, entre cuyas filas hay un espectro de representantes que va desde la izquierda hasta la extrema derecha. La misión del grupo es reforzar los lazos de amistad entre ambos Estados.

Calisto, miembro de Demócratas –un nuevo partido autoidentificado con el centro que se ha comportado en la práctica como de derecha–, cree que «hemos visto una reacción muy poco prudente del gobierno del presidente Boric, aun entendiendo sus argumentos. Pero hay que entender que las relaciones con Israel son del Estado de Chile, no del presidente de la república. La exclusión de la FIDAE es una decisión irresponsable: es la primera vez que se interrumpe la participación de Israel en este evento. El aporte de Israel es importante en esta feria por los avances en tecnología y en seguridad, de los que nosotros podríamos aprender». Brecha intentó sin éxito contactar también a la CJCH para conocer más en detalle su posición al respecto.

En las antípodas de la posición de Calisto se inscribe la de Abufom, para quien una hipotética ruptura de relaciones constituiría una postura «corajuda» del gobierno, toda vez que Israel –cita el vocero de la Coordinadora por Palestina– provee a Chile de soluciones tecnológicas para la gestión hídrica, un tema particularmente sensible para una nación trasandina azotada por una megasequía desde 2010, y, al margen de ello, Israel exporta armamento militar, sistemas de vigilancia y tecnología de alta gama tanto para la defensa nacional como para reprimir las manifestaciones populares, como se vio reflejado durante la revuelta social de 2019.

«Son temas tremendamente gravitantes para Chile, pero creemos que esa relación histórica llegó a su momento límite hoy. No podemos olvidar que ese mismo material de armamento, enfrentamiento y tecnología militar probado para oprimir al pueblo palestino se ha usado contra el pueblo mapuche en el Wallmapu», recuerda Abufom, quien prevé que Chile podría dar una señal potente al resto de la región, máxime entre gobiernos afines ideológicamente, como el de Brasil y el de Colombia. Tanto Lula da Silva como Gustavo Petro han emitido duros comentarios hacia el régimen de Benjamin Netanyahu.

Por su parte, Álvarez, académico y analista internacional de la UDP, percibe que «Israel ya es un país un poco aislado internacionalmente. No le conviene perder relaciones con países del tercer mundo, con el Sur global».

UN MUNDO DE CONTRADICCIONES

Si bien las relaciones diplomáticas de Chile con Palestina no son tan antiguas como con Israel, existen algunos hitos destacados. En 1998, Chile se convirtió en el primer país latinoamericano en abrir una Oficina de Representación ante la Autoridad Nacional Palestina, en la ciudad de Ramallah. En 2011, en tanto, Chile, bajo el gobierno del fallecido expresidente Sebastián Piñera, reconoció al Estado de Palestina, mientras que en 2012 la nación andina se involucró en el copatrocinio a la resolución de la Asamblea General de la ONU que dio a Palestina la categoría de Estado observador no miembro de ese organismo multilateral.

El hecho de que un exmandatario de derecha como Piñera firmara el reconocimiento del Estado palestino y que otro de izquierda como Boric prohibiera la participación de Israel en una feria aeronáutica de relevancia mundial desnudan el elemento de complejidad que representa la comunidad palestina en Chile. Con cerca de 500 mil personas, la colonia palestina en el país andino es la más numerosa del planeta fuera de Oriente Medio.

«No todos los palestinos tienen las mismas posiciones políticas. Particularmente en Chile, en la comunidad palestina hay personas con exceso de poder político y económico que han tomado una posición pro-Palestina, pero, al mismo tiempo, son proimperialistas, pro Estados Unidos, pro Unión Europea, actores que juegan un rol estructural para que Israel pueda seguir haciendo lo que hace», diagnostica Abufom, quien aduce la misma contradicción en otros procesos históricos homologables a los que sufre Palestina, tales como la pervivencia de una relación colonial y asimétrica con los pueblos indígenas de Latinoamérica. «O sea, muchos palestinos son anticoloniales en Palestina y no en el resto del mundo», fustiga.

Así, entre los dirigentes políticos que adhieren a la causa palestina se encuentran senadores de derecha nostálgicos del pinochetismo, como Iván Moreira, hasta diputados oficialistas, como el citado Diego Ibáñez. «Si bien hay una postura común sobre el conflicto –añade Abufom–, hay diferencias tácticas clave: hay un sector que habita en los sectores del barrio alto de Chile y que tiene una manera de concebir el espacio más cercana al lobby, a las declaraciones, a las acciones culturales, y otro sector asociado a sectores populares, a movimientos sociales, a la lucha contra la dictadura y que tiene una visión del espacio que implica presión a través de movilizaciones callejeras.»

Para Tania Melnick, de Judíxs Antisionistas, «las derechas y las izquierdas observan la causa palestina desde distintas perspectivas. Las izquierdas lo hacen desde los movimientos de liberación nacional de los pueblos oprimidos, desde el derecho a la rebelión, a la resistencia, como parte de los derechos humanos; las derechas, en cambio, la ven desde otros lugares vinculados a un tema de nacionalismo que les toca sus intereses y su cercanía de sangre». De manera que, en opinión de Álvarez, «no es tan simple decir que Palestina está a la izquierda y que Israel está a la derecha».

De hecho, uno de los puntos que más le interesa aclarar a Melnick, quien se hace llamar La Judía Palestina en su cuenta de la red social X, en la que dice que recibe ataques diarios de comunidades judías sionistas, es que el judaísmo nada tiene que ver con el sionismo y que se puede ser judío y de izquierda, contrariamente a lo expresado en enero por el alcalde de la comuna de Recoleta y ex precandidato presidencial del Partido Comunista, Daniel Jadue, quien es descendiente palestino. En el seno de ese partido ha habido públicas desavenencias entre el alcalde Jadue y la diputada de origen judío Carmen Hertz, un baluarte en la lucha por verdad y justicia para las víctimas de la dictadura de Pinochet. «Para mí es una contradicción ser de izquierda y asumirse judío», había declarado Jadue, aludiendo a una supuesta conducta ambigua de Hertz relativa a la ocupación israelí.

Melnick, quien dice que vive  su judaísmo solo como tradición etnocultural, ya que no profesa ninguna religión, ha recibido el apoyo de la comunidad palestina chilena, que pide el cese al fuego y a la masacre que ha dejado más de 30 mil palestinos asesinados en Gaza, en su mayoría niños y mujeres, lo que se suma a la hambruna que esa región está sufriendo producto del bloqueo a la ayuda humanitaria orquestado por las fuerzas israelíes. «La comunidad palestina considera que nuestro aporte es importante para mostrar la lucha contra el Estado de Israel, que se autodefine como Estado judío, que actúa en nuestro nombre y que promete un hogar para todos los judíos del mundo. Todos esos son mitos de la retórica sionista que tenemos por misión deconstruir», dice Melnick.

La activista no tiene duda acerca del carácter genocida de las acciones de Israel contra el pueblo palestino. «La situación ahora es intolerable para cualquier ser humano. Es una causa que debiera tener la mayor transversalidad posible. Israel ha contravenido el derecho internacional, ha cometido crímenes de guerra contra la niñez y contra las mujeres en tanto fuerza reproductora.»

Melnick y Álvarez coinciden en que las organizaciones judías sionistas equivocan el camino al tildar de antisemitas a quienes condenan las políticas agresivas de Israel. «Criticar al Estado de Israel por las violaciones a los derechos humanos que está cometiendo en Palestina no significa antisemitismo. Es un absurdo», opina el secretario de Estudios de Historia de la UDP, mientras que Melnick conoce de cerca, por razones obvias, la educación recibida por las comunidades judías en Chile tanto a nivel familiar como escolar y entiende que las acusaciones de antisemitismo que provienen de varios de sus voceros son infundadas. «Son personas que viven repitiendo las ideas sionistas, que viven un lavado de cerebro brutal con un discurso de deshumanización de los palestinos. Lamentablemente, viven en la permanente retraumatización del Holocausto, y por eso puedo entender desde dónde se mueven», cierra la integrante de Judíxs Antisionistas contra la Ocupación y el Apartheid.

Artículos relacionados

Edición 1987 Suscriptores
Con la politóloga Michelle Hafemann, sobre el proceso constitucional chileno

«Ninguno de los dos proyectos interpretó las necesidades de la gente»

El Cybersyn de Salvador Allende y un pódcast de Evgeny Morozov

Una revolución cibernética

Con Rolando Álvarez, historiador chileno, a 50 años del 11 de setiembre

«En la batalla por la memoria, las medias tintas no sirven»