Enalteciendo la condición humana - Semanario Brecha

Enalteciendo la condición humana

70 años de la Comedia Nacional.

Elenco fundacional de la Comedia Nacional / Foto: Gentileza Ciddae, Teatro Solís

En 2017 se cumplieron siete décadas de la fundación de la Comedia Nacional, una institución artístico-cultural única en Latinoamérica. A manera de homenaje, señalamos algunas acciones y momentos clave que contribuyeron a forjarla.

El surgimiento de la Comedia Nacional, en la pujante Montevideo del año 1947, podemos situarlo en el contexto de bonanza económica de la posguerra, pero debemos destacar que a esa base de recursos abundantes se le sumaron necesariamente la visión y el impulso de distintos actores sociales que creían en la importancia del Estado como dinamizador de la identidad cultural, y en el ejercicio y la tribuna del arte como elementos favorables a la formación de los ciudadanos para la convivencia democrática.

Entre esos impulsores estaba el apoyo político del neobatllismo, que retoma la política de su inspirador, Batlle y Ordóñez, quien entre varias medidas a favor de las artes apoyó la creación de orquestas, bibliotecas, museos como el de Bellas Artes y una Escuela Experimental de Arte Dramático. Desde esa raigambre se destaca la figura de Justino Zavala Muniz (1898-1968), quien además de su actividad política, era periodista y dramaturgo. Y fue el creador de la Comedia Nacional.

Otro elemento a resaltar es la presencia de la actriz Margarita Xirgu (1888-1969), parte de la diáspora del exilio español republicano, derrotado por Franco.

Y por último señalemos que el teatro Solís, vinculado a la Comedia Nacional hasta el día de hoy, había sido comprado por la Intendencia, en 1937, a empresarios privados, lo cual habilitaba a tener un elenco estable en el principal escenario montevideano.

Entonces el apoyo económico, la amplia visión de política cultural democratizadora, un escenario acorde, personalidades de talento a favor del arte y su función educadora, hicieron posible generar esta actividad estatal de avanzada, que en Europa recién comenzaba con la reconstrucción de la posguerra; en Francia con el Teatro Nacional Popular y en Italia con el Piccolo Teatro de Milán.

En la composición del elenco, por el cual pasaron muchas figuras destacables, como los ya míticos China Zorrilla y Taco Larreta –este último como director artístico–, desde sus inicios estuvieron Alberto Candeau y Enrique Guarnero, actores versátiles y populares que también descollaron en el radioteatro, que era un género de gran repercusión. Luego vino una generación que creció a la vera de esos fundadores, como la siempre vigente Estela Medina o los recordados Delfi Galbiatti y Eduardo Schinca, como director principalmente. Queda el singular Levón como actor de mayor trayectoria en el elenco. Y de las nuevas generaciones podemos señalar, por su sostenido y creciente desempeño actoral, a Jimena Pérez y Diego Arbelo.

En la historia épica de las actuaciones queda, luminosa, la de Candeau, que luego de leer la proclama en el Obelisco volvió a su papel en la obra El vestidor, cuyo protagonista es un actor inglés durante los bombardeos a Londres. En el escenario, la voz de Candeau desafiando a los aviones al grito de “¡Fascistas!” quedó para la memoria como ejemplo del compromiso de los artistas con la libertad. Ese momento le costó a Candeau ser suspendido del elenco.

CLÁSICOS Y AUTORES NACIONALES. En cuanto a los contenidos y líneas estéticas de su programación, desde el retorno a la democracia sobrevuela como criterio para la elección de su repertorio el delicado equilibrio entre los clásicos del teatro universal para acercarlos a nuevos públicos, las obras de dramaturgos contemporáneos a veces experimentales, y los autores nacionales. Recordemos que la actividad de la Comedia Nacional se inició un 2 de octubre de 1947 con El león ciego, de Ernesto Herrera, dramaturgo contemporáneo de Florencio Sánchez, un drama sobre nuestras guerras civiles que está a la altura de Barranca abajo. La obra de “Herrerita”, como le decían, fue representada en otras dos ocasiones por el elenco oficial a lo largo de sus 70 años, siendo el texto con más versiones en su larga lista de estrenos.

Entre los autores nacionales representados en su historia, el que tuvo mayor suceso de público fue Juan Carlos Patrón, abogado además de dramaturgo, con su obra el Procesado 1040. La pieza trata la situación de un vecino que, por una discusión con otro vecino a raíz de una enredadera, termina preso compartiendo la celda con un delincuente juvenil. Lo interesante de esta obra –y que muestra la repercusión que tenía el teatro en tiempos anteriores– es que se generaron debates en el propio Solís, en los que participó activamente la doctora Adela Reta y desde los cuales salieron modificaciones a las leyes, acerca de las condiciones de reclusión de infractores primerizos y juveniles. Tema sobre el que hasta hoy se sigue polemizando.

De modo que en el repertorio de la Comedia ha estado presente desde siempre el autor nacional, desde los otrora exitosos y hoy olvidados, como Juan Carlos Patrón, hasta los más recientes, como el joven pero consolidado autor Santiago Sanguinetti (1985), de quien la Comedia representó Ararat y El gato de Schrödinger.

Entre los clásicos –siempre atractiva pero dificil misión para su puesta en escena– señalemos la versión que realizó el director Omar Grasso a partir de obras de Esquilo y Eurípides, titulada Los asesinos. Y de nuestro único clásico, Florencio Sánchez, hubo una versión lograda de En familia dirigida por Dumas Lerena.

De autores contemporáneos –cuya representación no es a menudo una empresa posible para los elencos independientes, por los riesgos y costos– la Comedia ha presentado y dado a conocer ejemplos brillantes y complejos, como por ejemplo el alemán Heiner Müller con La misión, dirigida por Alberto Rivero, un director muy frecuente en el elenco oficial, o Kaspar, del austríaco Peter Handke, dirigida por la maestra teatral Nelly Goitiño. Asimismo estuvieron otros autores ya consagrados, como Jean Genet, y la versión de El balcón por Eduardo Schinca. También la excelente versión de la novela de Klauss Mann Mephisto, dirigida por Aderbal Freire.

Entre las obras que fueron un éxito de público en los últimos tiempos cabe destacar El viento entre los álamos, del francés Sybleiras. La obra propició un duelo actoral entre tres de nuestros mejores actores: Jorge Bolani, Julio Calcagno y Pepe Vázquez, dirigidos por el hoy director artístico del elenco oficial, Mario Ferreira.

POLÍTICAS CULTURALES. En este aniversario redondo, que coincide con el comienzo de la discusión entre todos los partidos políticos de una ley de apoyo al teatro independiente, es interesante recordar algunas de las palabras que se dijeron en el Senado cuando Zavala Muniz –colorado– presentó la iniciativa de creación de la Comedia. Con ánimo de que se concordara en materia de políticas culturales por encima de los partidos, Eduardo Haedo, del Partido Nacional, decía: “Es obra de gobierno afirmar en el pueblo la convicción de que su obra no es sólo edificar escuelas, sino que es eso pero también estimular estas vigorosas manifestaciones del pensamiento creador que enaltecen la condición humana”.

Desde sus inicios se levantaron críticas al proyecto de la Comedia Nacional, ya fuera por la erogación que significaba para las arcas públicas, por la forma de elegir el repertorio y sus integrantes, por la competencia con los teatros independientes, por la contradicción que implicaba para los actores ser artistas y funcionarios al mismo tiempo, o por la relación de mayor o menor autonomía que debía tener con respecto al Departamento de Cultura y sus lineamientos. Estos cuestionamientos reaparecen cada tanto de manera fundamentada o caprichosa a lo largo de su historia. Pero ya Zavala Muniz alertaba, ante las críticas que se hacían desde la prensa en 1950: “nuestro trabajo y nuestra conducta al frente de los teatros municipales se podrá juzgar dentro de treinta años”. Hoy, a 70 años de su fundación, luego de fortalecerse en las últimas décadas con la renovación del elenco, con la condición de residente dentro de la programación del teatro Solís y la sala Verdi, con la participación del elenco en la toma de decisiones y con entradas accesibles, la Comedia Nacional se encuentra consolidada en el panorama artístico y es parte indisoluble del patrimonio cultural de la nación. Su continuidad, más allá de erráticas, personalistas o circunstanciales políticas culturales, nos muestra un modelo a profundizar de democratización de los bienes culturales.

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