Erika Hilton en Uruguay: Transformar desde adentro - Semanario Brecha
Erika Hilton en Uruguay

Transformar desde adentro

La concejala paulista, la más votada en las últimas elecciones brasileñas, emprende una lucha clave contra el odio racial y el crecimiento del conservadurismo. En los últimos días visitó Montevideo.

Erika Hilton en el ayuntamiento de San Pablo, en noviembre de 2020 Afp, Nelson Almeida

Erika Hilton vino a Montevideo a fines de noviembre para presentar bien de cerca el diseño del «hackeo estratégico» que se está haciendo en la política de Brasil. Nacida en una familia matriarcal, proveniente de la periferia pobre de San Pablo, vivió hasta los 14 años con su madre, quien la echó de su casa por la influencia de la iglesia evangélica y las prácticas transfóbicas de su entorno. En plena etapa adolescente conoció la explotación sexual infantil. Finalmente, a los 19 años, su madre le abrió la puerta. Así, pudo hacerles frente a los estigmas y comenzar su proceso de resiliencia. Se formó en pedagogía y gerontología, y, siguiendo el ejemplo histórico de Rosa Parks, comenzó su lucha peleando por el lugar de las personas trans en el transporte público. Luego se afilió al Partido Socialismo y Libertad (PSOL), y su activismo y su carisma discursivo fueron delineando su liderazgo político.

Hilton cuenta que tuvo que cargar todos los días con un nombre que no era el suyo, soportar la violencia de los pasajeros del ómnibus y la de sus compañeros de clase, y acompañar la muerte de sus compañeras transgénero. En todo ese proceso fue tomando conciencia de que la lucha por la igualdad y la diversidad necesitaba su voz, su manera de hacer política, su potencia, su enojo, sus ganas, su representativa búsqueda de justicia. El año pasado se convirtió en la primera concejala transgénero de San Pablo y en la candidata más votada de todo Brasil durante las elecciones municipales de noviembre.

PRÁCTICAS DE TERROR

Durante su visita de cuatro días a Uruguay, Hilton reflexionó sobre los desafíos políticos que enfrentan las comunidades en contexto de crisis: quiénes cuidan a las que cuidan, cómo organizar la resistencia en sistemas políticos conservadores, cuáles son las mayores dificultades de la organización sindical en su proceso hacia la diversidad.

Hilton dice cosas que incomodan. Conoce las batallas de ser negra y trans en la periferia de su país. Señalando las fallas del sistema que la excluye, sigue los pasos de miles de mujeres que intentan mejorar la calidad de vida comunitaria, en Brasil y en el mundo. Muy a conciencia, emparenta su lucha con la de la concejala carioca asesinada en 2018, también integrante del PSOL, Marielle Franco.

Lo que más le preocupa a la concejala paulista es la oleada de asesinatos de personas trans y la violencia contra ellas que recorre Brasil. En 2019, Quelly da Silva fue mutilada por un hombre que, luego de tener relaciones con ella, le arrancó el corazón y se lo llevó a su casa; antes, puso sobre el cuerpo la imagen de un santo. El asesino declaró que Quelly era un demonio. El caso puso en evidencia el extremismo y la transfobia de ciertos grupos evangelistas. Otro caso emblemático es el asesinato de Dandara dos Santos, perpetrado en 2017. Su linchamiento fue filmado y subido a las redes para lograr un efecto de adoctrinamiento. Si la violencia y la deshumanización ya eran habituales antes de la pandemia, tras ella los asesinatos de personas trans aumentaron. De acuerdo a la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (ANTRA), en 2020 estos crímenes subieron un 41 por ciento –un total de 175 asesinatos– y el 78 por ciento de las víctimas fueron afro. Solo en el primer semestre de 2021 se asesinó, en Brasil, a 80 personas trans o travestis.

De acuerdo a las integrantes de ANTRA, estos crímenes se caracterizan por la saña, el uso excesivo de la fuerza y el vandalismo en los cuerpos de las víctimas. Esta violencia, al decir de Hilton, recuerda las prácticas de terror de la época de la esclavitud, en la que la familia del ahorcado o linchado debía presenciar el acto junto con el pueblo, en la plaza pública o la hacienda del patrón.

POR UNA VIDA DIGNA

Otro eje del discurso de Hilton es el sistema de cuidados, en el que la mujer doméstica afrodescendiente que trabaja en la ciudad tiene el rol de sostén social y familiar, lo que reproduce, generación tras generación, la cadena de la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades educativas. Quienes cuidan son las mujeres afro, pero el sistema no cuida de ellas, señala Hilton. Según el Instituto de Investigación Económica Aplicada, en 2018 las mujeres negras eran el 62,9 por ciento del total de las personas que tenían como ocupación remunerada el servicio doméstico. Al mismo tiempo, de acuerdo a la última encuesta nacional del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, la mayor tasa de tareas domésticas en el domicilio propio o en el de un familiar se da entre las mujeres negras: un 94,1 por ciento de ellas se encargó de estas labores no remuneradas.

El estado de situación es grave: trans y travestis corren riesgo de vida, han aumentado la pobreza y la pobreza extrema en todo el país (según el Centro de Investigación en Macroeconomía de las Desigualdades de la Universidad de San Pablo, el peor aumento durante la pandemia ocurrió en las comunidades afro) y han aumentado también los ataques y los asesinatos contra las poblaciones indígenas (de acuerdo al Consejo Indígena Misionero, el año pasado los asesinatos de indígenas brasileños crecieron un 61 por ciento). Desde una perspectiva interseccional, la suma de estas variables dificulta cada vez más la posibilidad de vivir una vida digna.

En ese contexto, Hilton defiende el concepto de hackeo, tomado de la informática: transformar desde adentro los prejuicios y los estereotipos, con el compromiso de fisurar, día a día, el sistema educativo y político conservador. En sus palabras, se trata de una transformación que implica un sistema de salud integrado y una educación pública nueva. Llama, además, a forjar una alianza latinoamericana con bancadas representativas en términos de raza, clase y género que concrete períodos de trabajo conjunto e intervenciones colectivas urgentes.

Al final de su visita, Hilton fue distinguida como visitante ilustre de Montevideo, lo que motivó un vínculo ético y político con la ciudad. Su presencia promovió un diálogo distinto, con cuerpos diversos, trayectorias múltiples y el total convencimiento de que otro mundo es posible. Su energía y su potencia hicieron sentir a los diversos auditorios que las voces de la periferia, la negritud y la diversidad sexual son capaces de transformar nuestras comunidades para lograr una vida mejor para todos y todas.

Encuentros

Antes que Hilton, la militante, filósofa y escritora estadounidense Angela Davis; la diputada paulista Erica Malunguinho, y la vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell, visitaron Uruguay para marcar la agenda y fortalecer los lazos con la comunidad local. Las responsables de esos encuentros fueron las integrantes del colectivo Mizangas-Mujeres Afrodescendientes, cuyas acciones tienen como eje la lucha afro y feminista. En el caso de Hilton, el encuentro se hizo posible junto con la Unidad de Extensión de Facultad de Ciencias Sociales y la Intendencia de Montevideo (IM), con el objetivo de que su visita tuviera carácter de política pública y contara, a su vez, con el respaldo de la sociedad civil. Tres integrantes del movimiento afro lideran, desde la IM, estos procesos políticos articulados: Elizabeth Suárez, responsable de la Secretaría Étnico-racial; Delfina Martínez, del área Diversidad de Políticas Sociales, y Jeannine Verá, de la asesoría de Desarrollo Municipal y Participación.

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