Las clases se suspendieron el mismo día que se confirmó el primer caso positivo de covid-19 en el país. Desde el 13 de marzo, lo que era una excepción pasó a ser la regla: la situación sanitaria empujó al sistema educativo a la nube virtual casi en forma íntegra. La presencialidad (núcleo del hecho educativo) y la obligatoriedad (emblema nacional de la enseñanza) simplemente fueron borradas de un plumazo. Con dificultad, la parálisis comenzó a revertirse recién a fines de junio. Actualmente, cuando el andamiaje de la educación pública todavía insiste en recobrar su aspecto normal, los distintos subsistemas comienzan a discutir un aspecto central del asunto: qué pasará con la promoción 2020, a tres meses de finalizar el año.
Aún resta por sopesar en profundidad cuál ha sido el impacto de lo...
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