La feminización de lo religioso sigue vigente y su expresión no escapa al rezago del país: las cárceles. La Unidad 5, habitada por mujeres, es el centro penitenciario que recibe más iglesias. Las y los predicadores –que con el presupuesto de sus congregaciones refaccionan áreas de la cárcel, entregan kits higiénicos, ropa y comida, o abordan el consumo problemático de drogas– muestran un camino de egreso posible: los hogares Beraca y Remar.
Un ejército de
mujeres vestidas de negro rodea a una de ellas.“Yo destruí mi vida por
una mala decisión. Mejor me mato. Merezco estar acá, pero quisiera sacar el
odio de mi alma. ¡No doy más!”, grita la acorralada mientras cae al suelo y se
hace un ovillo. Como si las nubes oscuras se corrieran y dejaran que los rayos
de sol prevalecieran, se acerca otr...
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