El hombre de la maleta

Venancio Acosta
19 octubre, 2018

- Tiempo de lectura: 12 min

Por convicción, por necesidad o por contingencia, Augusto “Chacho” Andrés debió encarnar varios personajes a lo largo de sus 82 años. Fue un señor burgués que firmaba cheques en Madrid y cronista solitario en el barrio Marconi en medio de una refriega; Robin Hood en Montevideo, perseguido en Buenos Aires, refugiado en Francia. Y más. En el camino, se quedó sin partido, sin organización y sin revólver. Pero conservó experiencias mucho más valiosas y una vitalidad ajena a su cuerpo. Y del anarquismo: lo necesario.

Pedro Core siempre esperaba a gente importante. No cualquiera franqueaba la puerta de su despacho, en el segundo piso de la Bolsa de Comercio de Montevideo. Ese día el rematador público había agendado la visita de un estanciero que pretendía hacerse de unos terrenitos en Carrasco. Una escena ordinaria. Dijo eso a los policías que lo habían sorprendido el día anterior, inquietos por una denuncia que alertaba sobre movimientos extraños alrededor del edificio. Preguntado acerca de la figura del tal estanciero, la información que Core supo brindar –o la ausencia de ella– fue suficiente.

Era el 29 de diciembre de 1970. La esquina de Rincón y Misiones reflejaba el júbilo de la city a la hora del almuerzo, saturada de cafés y restaurantes en un ajetreo continuo bajo el sol tórrido. Gentes de o...