En una actitud típicamente juvenil, Rolando Arbesún tuiteó las razones de su renuncia: “Parar las fugas era un imperativo moral con la ciudadanía; mi renuncia, un imperativo moral con mi conciencia”. Con extraña unanimidad, los medios conservadores lamentaron la decisión del gerente del Sistema de Ejecución de Medidas a Jóvenes en Infracción (Semeji).
Durante su breve gestión, iniciada el 27 de agosto pasado (y casi tan breve como la de su antecesor, Jorge Jouroff), Arbesún consiguió reducir drásticamente la cantidad de fugas, al punto que dejaron de ser noticia. Pero ese rotundo éxito, demandado por los medios y la sociedad, no le permitió superar el promedio de vida útil de buena parte de los altos cargos de la institución, que ha visto desfilar desde 2005 una larga lista de nombres, mostrando que la inestabilidad de los equipos dirigentes del inau es ya un hecho estructural del sistema.
HISTORIA DE AGITE. La gestión de Arbesún, quien declinó hacer declaraciones a Brecha, coincidió con la campaña de recolección de firmas de la Comisión por la Seguridad para Vivir en Paz, que pretende plebiscitar la baja de la edad de imputabilidad penal a los 16 años. La coincidencia no es menor, porque a su gestión se le demandó reducir las fugas que ya forman parte de la sensación térmica de inseguridad azuzada por los medios.
Por lo visto, la estabilidad no depende de la calidad de la gestión sino de un conjunto de variables que se resumirían en “un gobierno de los funcionarios”, según una fuente. En todo caso, al igual que las anteriores, la gestión de Arbesún se vio sacudida por diversas situaciones que terminaron por desestabilizar su cargo. Apenas un mes después de asumir, criticó públicamente la actitud de los funcionarios, a quienes reprochó su “desidia” en el trabajo y les advirtió que bajo su administración “se les acabó la joda” (El País, 7 de junio).
El sindicato de funcionarios del inau reaccionó de inmediato, convocó una asamblea y criticó la “exposición pública” de los problemas, aunque reconoció que hay sectores que abusan de la certificación médica para no acudir al trabajo o que no cumplen con responsabilidad sus funciones.
Muy pronto, a comienzos de octubre, cuando su gestión apenas tenía cinco meses, Arbesún tuvo fuertes enfrentamientos con el subgerente del Semeji, Raúl González, y con el director de la Colonia Berro, Diego Barboza. El conflicto entre jerarcas tuvo también un trasfondo sindical: Arbesún se sintió “puenteado” cuando los funcionarios amenazaron ocupar el Hogar Puertas y las autoridades del inau enviaron a Barboza y González, dos subordinados suyos, a negociar con el sindicato.
Las razones fueron sencillas. Arbesún es percibido como demasiado “autoritario” incluso por los funcionarios del inau, con los que tuvo choques frecuentes. En efecto, trabajadores del organismo, que pidieron no ser identificados, señalaron que la principal característica de su gestión fue la “exacerbación de la seguridad”. Para los traslados, por ejemplo, se aplica “un protocolo de seguridad similar al del fbi estadounidense, que impone grilletes en todos los traslados, incluso cuando los jóvenes van a las piscinas; y labores de inteligencia y de infiltración y un riguroso control de las visitas”.
En la Colonia Berro se instaló un triple perímetro de seguridad donde tiempo atrás había uno solo. Incluso en los hogares abiertos se pretendió instalar un perímetro. Según la misma fuente, “cuando se creó un grupo de familiares de los adolescentes en el marco del Comité de los Derechos del Niño, Arbesún llamó a las madres una por una y les otorgó beneficios para el detenido a cambio de información para desintegrar el grupo”.
Pese a la batería de medidas, las fugas bajaron pero los motines y conflictos se mantuvieron y en algunos casos se multiplicaron, como en el hogar de mujeres, donde se produjeron varios motines en el mes de noviembre, con quema de colchones y ataques a funcionarios.
MIRAR ADELANTE. Un relevamiento realizado por el Serpaj un año atrás, cuando había 327 internos (hoy son 540, cien en hogares y 440 en la Colonia Berro), mostraba ya signos preocupantes. Sólo dos internos, el 0,6 por ciento, habían finalizado el bachillerato. El 19 por ciento no había terminado primaria y el 42 por ciento sólo había alcanzado ese nivel. Esto quiere decir que casi dos de cada tres internos no lograron ir más allá de la escuela, mientras los educadores que trabajan en el inau sostienen que predomina el analfabetismo funcional.
Sólo 5 por ciento de los jóvenes privados de libertad habían finalizado el ciclo básico secundario o la utu; 29 por ciento iniciaron esos estudios pero los abandonaron. Más del 70 por ciento ya había estado en centros del inau, la abrumadora mayoría por ser infractores. El 75 por ciento aseguró haber sido víctima de violencia policial, la mayor parte de ellos durante la detención. El 68 por ciento declaró no consumir drogas, 57 por ciento no estudia, 65 por ciento consume psicofármacos y 92 por ciento están más de ocho horas encerrados dentro de sus celdas-habitaciones. Peor aun: 47 por ciento, casi la mitad, estaban encerrados más de 16 horas por día. ¿Cómo es posible mantener adolescentes, naturalmente inquietos, encerrados durante tanto tiempo en espacios muy pequeños? La respuesta es simple: metiéndoles miedo o facilitándoles psicofármacos.
Un año después la situación empeoró drásticamente, en parte por el éxito de la gestión al haber reducido las fugas. El número de internos creció en más de 200, o sea 61 por ciento en un año, lo que lleva a situaciones de hacinamiento.
Por otro lado, las disputas internas se aceleraron al aprobarse el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa). El nuevo organismo que sustituirá al Semeji fue votado por el Parlamento por unanimidad el 23 de junio y poco después se nombró al ex director del Instituto Cuesta-Duarte, Ruben Villaverde, para presidirlo. El Sirpa es una de las apuestas más firmes del inau para resolver, a su vez, la cuestión de las fugas y la dedicación a tareas educativas (para que sea mayor). Para eso, algo clave será la selección del personal que ingresará al nuevo instituto a partir del 1 de enero, que será sin duda un punto de fricción mayor con los funcionarios actuales que naturalmente aspiran a seguir en un organismo que de alguna manera cogobiernan y en el cual se sienten a sus anchas. Por las características socioculturales de estos funcionarios (una parte ha sido reclutada entre los internos del mismo inau), será muy difícil que puedan adaptarse a otros organismos estatales.
Villaverde explicó a Brecha que la puesta en marcha del Sirpa depende de que la oposición designe al tercer integrante de la dirección del organismo. En cuanto a los dos temas clave, los nuevos funcionarios y las instalaciones, dijo que “básicamente ingresará el personal del Semeji y se agregarán nuevos funcionarios. El porcentaje será superior al 30 por ciento del total, porque el personal actual está muy recargado”.
Con ese elevado porcentaje de ingresos se espera modificar el perfil del funcionariado, ya que buena parte de éste procede del mismo inau, o sea son personas que ingresaron como menores infractores y luego permanecieron como trabajadores.
En cuanto a las instalaciones, el Ejecutivo destinó 15 millones de dólares para la construcción de nuevos edificios. “Se hizo un llamado al que se presentaron tres empresas, y en los próximos diez días el directorio fallará por alguno de los proyectos. Se deben reformar varios centros de la Colonia Berro y trasladar a los detenidos. Las nuevas instalaciones se van a construir en un espacio libre en la avenida General Flores”, dijo el director del Sirpa.
Se prevé que a lo largo del primer semestre del próximo año se haya avanzado lo suficiente en la creación de la infraestructura necesaria como para comenzar los traslados; hacia fines de ese año el organismo tendrá un panorama claro sobre la cantidad de internos que deberá asistir. De alguna manera, con este paso el inau espera empezar una nueva etapa en la que, según Villaverde, el anterior gerente del Semeji, Arbesún, ocupará un cargo como asesor del directorio para montar un observatorio sobre el funcionamiento del sistema.