Lo sobrenatural se inmiscuye constantemente en las novelas policiales de John Connolly (Irlanda, 1968), aunque no por eso dejan de ser relatos policiales. Como él mismo lo explica, no es que el asesino sea un fantasma, sino que hay oscuras formulaciones del mal que van más allá de la razón.
En este libro, el irlandés que vive y ubica generalmente sus tramas en Maine, Estados Unidos, se zambulle directamente en lo sobrenatural y en el terror, y con alguna excepción, vuelve a Gran Bretaña. Sus fuentes son variadas. Además de leyendas –existentes o inventadas– propias de lugares solitarios e inhóspitos (“Rajahuesos”), o referidas a tiempos lejanos y más o menos míticos (“El Rey Hueco”), o con ancla en relatos bíblicos (“Lázaro”), hay elaboraciones propias de distinto aliento. Desde un relato ...
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