La banda sonora de un campo en llamas - Semanario Brecha
De 3Pecados a Alucinaciones en Familia

La banda sonora de un campo en llamas

Diez años pasaron desde la aparición de Diciembra, álbum icónico de 3Pecados, banda conformada entonces por Pau O’Bianchi, Pablo Torres y Diego Martínez. Pieza fundamental de la mística musical de la ciudad, su salida marcó el fin de una formación y dio lugar, sin saberlo, al comienzo de otra. Alucinaciones en Familia surge en 2013 y con dos discos contundentes, y es hoy una de las bandas clave de la escena independiente local. Del concierto de este sábado en La Trastienda, de la comunión con el público, de la emoción y la locura de hacer música en Uruguay conversamos con los actuales integrantes de la banda, al final de un ensayo en su sede, el Club Narvaja.  

DIFUSIÓN

Alucinaciones en Diciembra: así es como se anuncia el concierto en La Trastienda. Por un lado, se trata del cierre de la celebración por los diez años de la edición de Diciembra, que empezó el año pasado con la reedición del álbum en vinilo.1 Por otro lado, es la confirmación de la vitalidad de Alucinaciones en Familia, que sale de la pandemia con la edición física de sus dos discos –Alucinaciones en familia (2015) y Alucinaciones en familia II (2019)–, un nuevo disco en proceso de posproducción y un público cada vez más numeroso después de una serie de fechas efervescentes en Montevideo y en Buenos Aires. Las entradas se agotaron dos semanas antes del evento, prueba de la expectativa generada por la convocatoria. Así, entretejiendo imágenes y amalgamando universos sonoros, el concierto revisita el pasado, afirmándose en el presente. Según Pau, «siempre se coqueteó con la idea de tocar el Diciembra entero en algún momento», sobre todo desde que comenzaron a integrar algunos de sus temas en los vivos. Además, dice, «el hecho de que el concierto haya quedado el 3 de diciembre lo potenció todo simbólicamente». Pablo agrega: «Para mí era un sueño tocar esos temas con todos ellos. En 3Pecados éramos tres, por lo que esta es la oportunidad de agregarle en el vivo más cosas a las canciones». Desde el inicio de los ensayos, se encuentran haciendo un trabajo minucioso de orquestación para redistribuir las diferentes capas que contiene la grabación original, realizada por Juan Branaa, entre los siete músicos que integran actualmente la banda.

—¿Cómo trabajaron las versiones de Diciembra para tocar en vivo?

Darío Barrios —Es una reinterpretación del disco.

Matías Chouhy —Cada uno fue inventando un poco su lugar en las canciones. Por ejemplo, es un disco que no tiene bajos, entonces Darío está haciendo los bajos desde cero…

Leandro Dansilio —También fue un trabajo de repartirnos lo que había: las teclas se dividieron en dos, las guitarras también, siempre tomando como base el disco.

Sebastián Pina —Juan [Branaa] nos pasó las pistas del Diciembra y ahí identificamos bien las capas: hay varias teclas en cada canción, varias guitarras; entonces estamos tratando de reproducir un poco eso en las versiones.

Diego Zapata —Reproducir en vivo esa superposición de la grabación.

—¿Qué hay de 3Pecados en Alucinaciones… y qué hay de nuevo?

Pau O’Bianchi —Hay gente que nos seguía ya desde 3Pecados y hay también una nueva generación que no tiene ni idea de 3Pecados. Eso es una locura, pero, al mismo tiempo, está bueno. Siempre hablamos con Pablo sobre que está bueno tocar para los amigos y las amigas, pero ni que hablar que conmueve cuando le podés mover el piso a alguien que no conocés.

Pablo Torres —Para mí, es muy importante seguir haciendo discos nuevos y no estar siempre pensando en Diciembra. Eso es lo más lindo que tiene esto, que lo hace vigente: seguir haciendo canciones nuevas, más allá de que hay una continuidad musical entre el Diciembra y los dos discos de Alucinaciones. Por eso también tiene sentido tocarlo ahora.

L. D. —Disco a disco hay una continuidad, pero no es la repetición de una fórmula. Siempre hay un paso más allá, el interés de profundizar en algo.

P. T. —Hay algo también de nuestro propio crecimiento que se refleja en esa sucesión de discos.

Algo de este proceso se traduce en el afiche del evento, que remite al óleo Las espigadoras, del pintor Jean-François Millet (1857), recuperado por Agnès Varda para el afiche de su película Los espigadores y la espigadora (2000). En esta nueva versión, casi como un palimpsesto, la cosechadora, en primer plano, no junta espigas de trigo, sino que recoge con una mano el último repollo de un campo en llamas, mientras que, con la otra, sostiene a una bebé, uniendo en un solo gesto las carátulas de Diciembra (el repollo) y de Alucinaciones en familia I (la bebé).

P. O. —La idea del afiche fue de Anonimx e Insignificante, que es quien hace todos nuestros afiches, videos, tapas, etcétera. Quien lo bajó a tierra y lo dibujó con mucho talento fue Gabriel Ameijenda. Anonimx… se imaginó una madre desesperada recolectando lo último de la cosecha con su hija en sus brazos, mientras se ve el acercamiento de un apocalipsis, postal más que aterradora pero también encantadora. Se jugó con la idea de cómo sería la imagen extendida de la tapa del Diciembra, cómo sería todo su alrededor, representando también nuestro actual presente con Alucinaciones en Familia. Quería un poco retratar simbólicamente el pasado, el presente y el futuro (algo supuestamente más apocalíptico). De la madre aún no sabemos tanto, pero la idea es que esa imagen sea tomada por otrxs artistas y le sigan agregando cosas.

SECTA DE LAS DOS LUNAS

Una característica de la banda es el diálogo que paulatinamente han ido entablando con su público en los conciertos en vivo. Hay algo de rito, un poco de catarsis y mucha comunión. Eso que en los inicios pudo ser un código generacional ahora parece contagiar a nuevos públicos que se acercan a sus presentaciones. Esta platea, con un aura heredada de cierto fervor eléctrico del pogo noventero, se encuentra, sin embargo, resignificada, transformando aquel golpe en un lugar de encuentro, lo que permite la emergencia de un espacio de afinidades y de emociones compartidas.

—¿Hay una idea previa del concierto en vivo o es algo librado a la espontaneidad?

P. O. —Los vivos se fueron moldeando paso a paso, de acuerdo con nuestros gustos y nuestras necesidades. Además, empezamos a tocar más tiempo: pasamos de 30 minutos a una hora y cuarto.

D. Z. —Antes de salir a tocar, pasamos una etapa en la que estuvimos mucho encerrados. Y eso, de alguna manera, nos fortaleció. Estar horas ensayando entre nosotros nos permitió ir buscando esos matices en las canciones e ir puliendo esas dinámicas que después se materializan en el vivo.

—Es notoria una comunión escénica entre ustedes que se prolonga en el diálogo estrecho que tienen con el público. ¿Qué explica este fenómeno?

M. Ch. —Lo que pasa es que Paulino escribe visceral y nos llega de una a las entrañas.

L. D. —Hay, además, un efecto contagio entre nosotros y el público. Es decir, sucede en el público, pero también nos pasa a nosotros: cuando estás tocando, te emocionás, y eso se percibe.

D. Z. —Y siempre estuvo la emoción en juego en la banda, siempre fue algo superimportante: nos preguntamos y hablamos de cómo estamos, si estamos bien, si estamos mal. Compartimos mucho eso… Calculo que algo de eso está en la música, y está en el vivo, y algo de eso también se transmite.

M. Ch. —Somos una banda que necesitamos el feedback de la gente, mucho, necesitamos pila ese intercambio.

D. Z. —Y los toques en vivo, de alguna manera, siempre nos terminan reencontrando entre nosotros. A veces puede estar la energía un poco rara, pero empezamos a ensayar y ya hay algo que pasa, empieza a volver el alma al cuerpo, y después tocamos y estamos felices.

—¿Qué sucede con el público en otros lados, por ejemplo, en Buenos Aires?

P. T. —Es un público divino, te canta todas las canciones. En el último toque en Buenos Aires, me volvió loco escuchar a mucha gente cantando e incluso llorando…

S. P. —El de Argentina es un público heredado de 3Pecados; desde la primera vez que fuimos a Argentina, fue mucha gente. Heredamos ese público y se sumó otro. Esta última vez se notó. Tocamos unos temas de 3Pecados y había gente que estaba emocionada llorando y otra que estaba callada, que no sabía de dónde habían salido esos temas. Hay como una mezcla de públicos.

M. Ch. —Eso nos está pasando acá también. En Montevideo es muy endogámico el circuito –los toques, las bandas, los géneros–, conocemos a todo el mundo, pero últimamente nos pasa que viene mucha gente que no conocemos y canta las canciones…

D. Z. —Este año, cuando volvimos a tocar con gente parada, el primero después de la pandemia, en Espacio Comisura, fue la primera vez que sentí eso de que toda la gente esté cantando todos los temas.

BARCOS EN EL CUARTO…

En un contexto de producción como el uruguayo, donde las posibilidades de vivir enteramente de la música son escasas y las expectativas de «consagración» o de «éxito» promovidas por la industria musical son más bien relativas, las vocaciones musicales, así como la propia noción de profesionalización, se construyen generalmente a través de otros parámetros. Uno de esos es ese singular pacto afectivo que se establece a la hora de iniciar procesos creativos, más aún cuando son colectivos, que se identifica a menudo en la música y también en otras disciplinas en el campo local. ¿Cuál es la motivación de emprender proyectos artísticos que exigen, sin ser rentables económicamente ni asegurar reconocimiento, una alta dedicación? ¿Qué asegura la durabilidad de un colectivo en estas condiciones? «Magia», dice Darío, pero también un cuidado constante de las energías grupales; «hay que administrar esa intensidad y esa emoción», agrega Sebastián. Para Pau, hacer canciones es su forma de comunicarse: «Siempre me costó mucho hablar; cantar, sin embargo, fue una liberación o una ayuda para comunicarme con las palabras». «Es una necesidad –afirma Matías–. Además, nos hicimos amigos, nos queremos y somos nuestra familia. Hacemos cenas después de los ensayos, nos quedamos tomando una, hablando, escuchando música, prendiendo fuego en la vereda… somos amigos, eso nos une.» Leandro agrega: «Creo que eso tiene que ver con lo que hablábamos antes, de la emoción. Ese momento común es lo que hace que valga la pena pasar ese momento juntos y compartirlo con otras personas que no conocemos. Creo que es ese el faro».

Respecto al futuro de la banda, después del 3 de diciembre, un próximo disco está previsto para el primer semestre de 2023 y será su tercer material de estudio. Las canciones fueron todas escritas por Pau durante la pandemia y, con base en esa estructura inicial, se fueron trabajando los demás instrumentos en diferentes capas, una vez más en el estudio de Branaa. «Con respecto a la música, pasa de manera muy caótica, no tengo una metodología, he compuesto letras de varias formas, algunas de un tirón, otras que me llevaron años de búsqueda encontrando frase por frase, a veces planeado, la mayoría accidentalmente. No me siento escritor, menos poeta, me da algo de vergüenza cuando alguien me lo dice… En definitiva, como casi siempre digo: no es talento, es la enfermedad cantando.» En este sentido, concluye Pau, «hay que estar un poco enfermo, tenés que estar medio loco para hacer música en Uruguay, tenés que ser medio obsesivo, dejar pila de cosas de lado para hacerlo e ir a contracorriente de un montón de gente que piensa que hacer música no es nada y, para nosotros, es todo».

1. Proyecto conjunto de Little Butterfly Records y Paulino Records, con el apoyo de Juan Brites.

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