En primero de escuela se le entregaba al alumno una planilla con el abecedario, y de yapa las cuatro caligrafías que debía aprender: imprenta mayúscula, imprenta minúscula, cursiva minúscula y cursiva mayúscula. Cuando la maestra explicaba el proceso, los niños tragaban saliva, aflojaban sus moñas y se disponían a someterse a un suplicio –bueno, a hacer los deberes en casa– hasta que les saliera. Si tenían suerte, el ejercicio iba acompañado de algún dibujo o canción para facilitar la memoria.
Pero en agosto del año que viene, Finlandia, el país ejemplo en educación por excelencia, dejará de enseñar a escribir en cursiva en las escuelas, dando paso a la enseñanza de la mecanografía. Ahora, para el mundo pedagógico, el asunto se convirtió en algo serio.
El Instituto de Educación de Finlandia explica que tomó esta decisión porque de la cursiva sólo se hace uso en la escuela. Además de que para los niños es difícil de aprender, es más rápido asimilar la imprenta, y en estos tiempos que corren el uso del teclado es mucho más importante.
En declaraciones al diario español ABC el pasado diciembre, Minna Harmanen, responsable del instituto, aseguró que no se está desterrando la letra a mano de la enseñanza, sino que va a ser solamente la cursiva. La mecanografía les será mucho más útil a los niños en el mundo laboral. Según dice, utilizar lápiz y papel sigue siendo muy importante para el niño en cuanto a su desarrollo motriz, su memoria y demás facultades. “Si se utiliza la caligrafía cursiva sólo en los primeros años escolares, ¿por qué aprenderla?” La mayoría de los adolescentes finlandeses –como los del resto del mundo– escriben en imprenta.
No es una discusión nueva. Estados Unidos dejó de impartir la enseñanza de la cursiva hace mucho tiempo, y se señala su desaparición de las aulas a partir de la década del 70. Las principales razones que destacan algunos docentes estadounidenses en defensa de retomar la enseñanza de la cursiva son que los alumnos puedan leer y contestar las cartas que manda la abuela y estudiar la Constitución. Only in America.
Dicen algunos especialistas que la cursiva fomenta el desarrollo cognitivo y psicomotriz, que al estar unidas las letras permiten mayor velocidad a la hora de tomar apuntes, ya que facilita que el pensamiento se adelante y no haya que levantar el lápiz del papel. Pero otros aseguran que lo mismo ocurre con la letra imprenta, y que actividades como hacer manualidades o dibujar cumplen la misma función. No hay evidencia científica de peso que asegure que la cursiva es superior a la imprenta en cuanto a potenciar al niño. Lo importante, señalan, es escribir a mano.
La cursiva es tradición, dicen. Al niño se le sienta durante horas hasta que aprende esas florituras al principio ilegibles y que constituirán por un tiempo un calvario. Todos fuimos niños, y varios podemos recordar la sorpresa ante el hallazgo de que nuestra letra en imprenta era más linda que la cursiva. Cuando nos dejaban libres para elegir cómo escribir, no dudábamos. Quizá la tradición real esté en que la caligrafía se deforme a antojo del usuario a medida que crece. Algunos hasta la llevan orgullosamente al último peldaño de la escala de abstracción jeroglífica: la letra de médico. Harmanen señala que la cursiva “es una tradición, pero ¿qué tradiciones no están cambiando?”.