La determinación de los salarios es un elemento central de la acumulación capitalista y por ende su análisis no puede remitirse a meros argumentos económicos. Los salarios son determinantes, tanto porque afectan la rentabilidad capitalista como porque constituyen una parte del consumo de mercancías. Esta doble condición es una de las contradicciones fundamentales del sistema. El impacto en el consumo de la reducción salarial fue determinante en el inicio de la crisis larga iniciada en 1929. Su afectación a la rentabilidad fue concluyente en la de 1968. He ahí la contradicción y por ello la relevancia del estudio de la economía política de los salarios.
¿Qué es lo que determina la evolución salarial? La economía neoclásica argumenta que la productividad y el desempeño económico son los determinantes fundamentales del salario. Sin embargo, la evidencia empírica no parece corroborar dicha afirmación cuando se compara la dinámica económica con la evolución del salario real. En el lapso que va de los años cuarenta del siglo pasado a hoy, tenemos cinco períodos de crecimiento económico: el que va de 1943 a 1957 es el que llamamos de “desarrollo industrial” (también conocido como de sustitución de importaciones o de protección necesaria); el de 1973 a 1980, que llamamos de “reajuste autoritario” y significó el inicio de un modelo liberalizador; el que va de 1990 a 1999 y hemos denominado de “apertura y liberalización”; y el período comprendido entre 2005 y 2015, que hemos denominado de “desarrollo distributivo”.
A estos cuatro períodos agregamos el que va de 1985 a 1989, dado que si bien es de transición entre la crisis del modelo autoritario y el de apertura y liberalización, fue un lapso de importante crecimiento económico y salarial y de modificaciones institucionales que van en línea con lo que estamos investigando.
Con la excepción del período 1985-1989, el resto puede ser caracterizado como modelo de desarrollo con definiciones ideológicas, conceptuales, de estrategia económica y de implementación de reformas estructurales. Al mismo tiempo han tenido un tiempo relevante y continuo de crecimiento económico.
Es claro que el crecimiento económico no es idéntico al crecimiento de la productividad del trabajo, que es el fundamento del enfoque neoclásico. Sin embargo en todos estos períodos (más allá de que los cálculos de productividad son débiles en las investigaciones) es evidente que existió, además de un crecimiento económico, un aumento de la productividad, expresado en un incremento relevante, en los cuatro modelos de desarrollo, de la inversión en maquinaria y equipo.
¿Qué ha pasado con el poder de compra de los trabajadores en estos cinco períodos? Entre 1943 y 1957 el crecimiento económico fue de 5,7 por ciento (promedio anual), mientras que el salario real promedio creció un 3 por ciento anual. En el período 1973-1980 el crecimiento económico fue de 2,88 por ciento, mientras que el salario decreció anualmente en promedio un 2,52 por ciento. Entre 1985 y 1989 el producto creció 4,1 por ciento, mientras que el salario creció un 5,21 por ciento. De 1990 a 1999 el crecimiento fue de 3,15 por ciento y el salario aumentó 0,52 por ciento. Por último, en el período 2004-2015 la economía creció 4,67 por ciento y el salario 3,99 por ciento.
Nuestra primera conclusión es que en cinco períodos de crecimiento económico sólo en tres hubo crecimiento del salario real, en uno de ellos hubo una caída y en otro prácticamente quedó estancado.
A efectos de la consideración más global de los ingresos de la clase trabajadora deberíamos analizar la evolución de la participación de la masa salarial en el Pbi. Si bien se han utilizado metodologías diferentes para calcular, dentro de cada período las comparaciones son posibles y los datos y las tendencias son claros. Tanto en el reajuste autoritario como en el modelo de apertura y liberalización, la masa salarial cayó como parte del ingreso nacional y por ende hubo una transferencia del trabajo al capital, concentrando el ingreso. En cambio en el período de desarrollo distributivo hubo, además de crecimiento del salario real, aumento del empleo y eso hizo que la masa salarial creciera por encima del producto. En el período del modelo autoritario, la relación entre masa salarial y el producto cayó entre 1973 y 1981 un 45 por ciento; durante la década del 90 dicha relación cayó un 10 por ciento; y en el modelo de desarrollo distributivo la masa salarial aumentó un 14 por ciento en relación al Pbi entre 2004 y 2014.
¿Cuáles fueron entonces las diferencias entre estos períodos que fundamentan los resultados dispares? Es claro, como hemos visto hasta ahora, que habiendo crecimiento económico en tres de ellos creció el salario real y en dos no. Las diferencias no radican en las relaciones entre crecimiento económico y salarios, sino que estuvieron en la institucionalidad mediante la cual se regulan los salarios.
En los tres períodos donde hubo convergencia entre el crecimiento económico y el nivel salarial, los salarios estuvieron regulados por una ley de negociación colectiva (primero por la ley de consejos de salarios de 1943 y luego por las leyes de negociación privada y pública de 2008 y 2009) de carácter tripartito, con una fuerte presencia del Estado y el desarrollo y el fortalecimiento del movimiento sindical. El sistema institucional regulatorio no se agotó en estas leyes, sino que fueron complementadas por normas de libertad sindical, protección a los trabajadores tercerizados, etcétera.
En los otros dos períodos ello no sucedió. Durante la dictadura no se convocó a la negociación colectiva y el Estado fijaba por decreto los aumentos salariales siempre por debajo de la inflación acaecida y por ende, aun con crecimiento económico, los salarios reales cayeron. Durante el período de desregulación laboral (los años noventa), en 1992 se tomó la decisión de no convocar a la negociación colectiva, una vez que habían finalizado los convenios firmados en 1989 y al mismo tiempo se dejaron de fijar y homologar por parte del Estado los aumentos salariales, y finalmente se avanzó (sea por normas o por la vía de los hechos) en la desregulación del trabajo. Se asumió que la mejor política salarial es la que se basa en el mercado y la oferta y la demanda para fijar los salarios. Por determinadas razones (básicamente por tratarse de precios tarifados) hubo sectores que en esos años mantuvieron la convocatoria a la negociación colectiva (transporte, construcción, salud y empresas públicas, que sumaban aproximadamente 145 mil trabajadores).
El resultado de la comparación que estamos planteando es que la evolución de los salarios, aun influida por cuestiones económicas de dinamismo de las empresas, tiene como determinante principal la institucionalidad en la que se manejan y los resultados son más favorables para la clase trabajadora cuando existen marcos regulatorios de protección social y en particular cuando la negociación colectiva es por ley.
Incluso esta tesis se reafirma con lo que sucedió en los años noventa con los asalariados. En un promedio de salario real estancado, los sectores privados que mantuvieron la negociación crecieron por encima de la media y sectores desregulados (comercio, restaurantes y hoteles, calzado, prendas de vestir, cuero) se mantuvieron estancados o cayeron de manera importante. Lo mismo pasó en el sector público. En las empresas públicas donde hubo convenio colectivo se registró un crecimiento de salario real del orden del 25 por ciento y en la administración central se perdió casi 20 por ciento de salario real medio.
El fundamento de esta conclusión se basa en la economía política, es decir en la manera en que la superestructura incide sobre la base económica. En este caso lo que sucede es muy sencillo: el poder de quienes participan en la negociación salarial y en los aspectos de la contratación de trabajo es, en el capitalismo, absolutamente desigual. La negociación colectiva tripartita y las regulaciones laborales reducen esa desigualdad (más cuando el Estado tiene una actitud proactiva en dicha negociación) y fortalece a los trabajadores dándoles una representatividad colectiva en lugar de la individual que se da cuando no existe dicha institucionalidad.
En síntesis, la cuestión salarial en una economía capitalista tiene entre sus determinantes aspectos económicos, pero lo que define su evolución es la institucionalidad en el marco de la cual se deciden los salarios y en particular la existencia de negociación colectiva tripartita institucionalizada por ley.